lunes, 14 de enero de 2019
Concierto del campo
En las mañanas temprano se oye el concierto del campo.
El permanente canto del brioso río, ahora más crecido, algún relincho nervioso y una insistente respuesta de un potro ansioso.
Miles de pájaros dialogan, se enamoran, se desafían, mientras doña Rosalía va encendiendo su hornito a leña para hacer el pan.
Es el concierto del campo.
Las campanadas lejas del monasterio avisan las horas que a los monjes les marca su dios.
¿Caerá alguna vez el fruto de esos rezos por acá?
Todo es sonidos y todo es hondo silencio a su vez cuando nada desentona.
Una gallina y sus pollos y un gallo lejano peleador.
Y la quietud imperturbable de los cerros callados.
El imponente Aconquija y su sueño marrón de guardián de la memoria silenciada.
Es el concierto del campo, y el hombre en el medio. En su medio.
Viviendo al tiempo que la tierra le marca:
las necesidades de la hacienda, de los cercos, de la leña, del agua, el vino y el pan.
Afuera todo es concierto y adentro puro silencio. Y sueños y pesares y algún logro vital que contar.
Es el concierto del campo,
Y el hombre y la mujer, instrumentos en la orquesta que dirigen las manos ocultas de la pachamama.
Hombre y mujer, que nunca son más que esa noble pasión y capricho de la tierra.
Jbv
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