jueves, 24 de enero de 2019

Diálogos del cerro




-¿Pero no se armaban broncas en esos bailes?

-Si! Claro, imagínese que venían incluso de Chasquivil a distraerse un poco, de Anfama, corría desde temprano la caña quemada, y ya a la noche estaban todos bien machaos.

-¿Y no se daban lindo?

-Lindo si! Además fijese que en ese tiempo se usaba cuchillo a la cintura!

- Uh! Terminaría siempre alguno muerto!

-No! A los que gustaban peliar se los llevaba afuera, cada uno tenía que entregar el cuchillo y ahí nomás se hacían cagar un buen rato. Hasta que se sacaban las ganas se pegaban lindo. ¿Y usté sabe cuántas amistades nacieron así? Siempre terminaban de vuelta adentro del baile tomando juntos.

-Esas amistades que son para siempre después.

-Claro! Lindo era eso antes. Lindo tiempo. Se hacía de día, y cada uno volvía a caballo de adonde había venido. A mi me gustaba eso. Después íbamos río arriba con dos o tres, meditábamos, hablábamos de las honduras de la vida, de la tierra, de dios. Lindo era eso antes.
Sabe qué lindo subir hasta allá arriba, luego de una noche de farra, peleas y música, quedarse en silencio y que el sol del otoño le pegue en la cara, sin hablar una sola palabra entre los tres? Ahhh éramos ricos, y nos multiplicábamos. Ya no éramos tres. Éramos nosotros, los caballos, y los pájaros, los árboles, todo el monte. Porque si uno le hace silencio al monte, le contesta cosas.

Jbv

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