lunes, 28 de enero de 2019

La larga vida



Apuntes de sachasofía: "La larga vida"
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Allá arriba, perdiéndose uno por las sendas del Siambón, lo abrazan las soledades, las caricias del viento fresco mientras abajo los calorones de enero aplastan a todos los que anden vivos.

Da gusto ver los cercos con los maizales tan lindos, la verdura y la tierra trabajada. Ver casas perdidas en las hondonadas o sobre las lomas, y oler el perfume de serena sabiduría que sobrevuela la región.

Volviendo la cruzo a la María Clara que viene tirando del buey. Lo ha ido a buscar para tenerlo preparadito para que su marido mañana are la tierra.

 "Trabaja afuera todo el día, mañana está en la casa y trabajamos en el cerco".

No están volviendo a la casa, sino que en temporada de siembra se quedan en el improvisado refugio de chapas y madera que en la noche los cubre a ellos y a la perrada de los cielos plateados del cerro del Tucumán.

Se sorprendió al verme andando por aquellas lejuras, bien temprano. Los perros ya le habían avisado de la presencia de un extraño.

-¿Cómo anda la madre?"
-¡Bien! Churita está, y después que la han operao de la vista muy mucho mejor.
-¿Está en la casa?
-Ajá, allá siguiendo el río ¿ha visto? Com cinco kilómetros pa' allá dentro.
-Qué bien, ¿es verdad que tiene 99 años?

Ríe la María Clara con toda la cara y los ojos achinados. Si! bien anda la mamá.

Y la conversación, como cuando se da entre gente que no la corre el tiempo rumbeó para algún rincón metafísico de la causa de la longevidad.

-Y pa' mí que el agua tiene muy mucho de importancia, es buena el agua bien natural. Y el aire, y el no andar muy mucho preocupado. Aunque hoy quién no anda con algún nervio que no? Y no andar tontiando con las cosas, con todo lo que no es natural. Hoy todo anda tan alejao de la tierra.

Que dios, que la tierra y que la vida misma, durante la conversación creí entrever la clave de los hombres y mujeres del cerro para la larga vida. Es asombrosa la cantidad de longevos que habitaron y habitan las serranías tucumanas:

Hay una fuerza que entrelaza a todo lo existente en el universo. Esa fuerza une y nutre todo. Algunos lo llaman dios, vaya uno a saber.

Nosotros también estamos entreverados con eso, cada partecita por más chiquita está entreverada. Cada fibra y célula nuestra está vinculada a ese poder. Es sólo que nuestro vínculo está lleno de mugre, de nudos, de torceduras, de atascamiento.

Nuestra tarea es trabajar en la limpieza de ese vínculo para que se vuelva fluido y transparente, como esa agua pura de la que hablamos. Sin interrupciones ni intermediaciones.

"Así uno se siente mejor ha visto? Fíjese qué simple la vida de loj otro seres".

 Todos están tranquilos, nacen, desarrollan todo el potencial que está en su íntima naturaleza ser, luego se mueren, y son tierra otra vez pa' que crezcan más cosas.

Sólo nuestra existencia es un ovillo de enredos, problemas, calamidades.
"¡Qué va ser!"
-¿Y cómo limpiamos ese vínculo con ese poder?

No preocuparse, no hacerse tanto problema.

"Mire, esté atento, coma rico y simple lo que le da la tierra, ande muy mucho, trabaje y vea el fruto de su trabajo, esté con loj animales y las plantas, ellos le enseñan muy mucho. ¿Porqué cree que la mamá ha llegao a los 99 tan chura?"

Porque ella tiene limpio su vínculo con esa fuerza, a la que ella llama Dios.

Cuando seguí mi camino entre el monte lleno de caballos y potrillos recién nacidos uno de los perros me acompañó hasta que llegué a la ruta. Como temiendo contaminarse de algo incurable, el perro ni pisó el asfalto, ahí nomás pegó la vuelta y se perdió en la sendita que sube.

Jbv

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