jueves, 6 de junio de 2019

El tucu tucu y el chañar

Apuntes de sachasofía: "El tucu tucu y el chañar"
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Saben las gentes del cerro y el monte que la corteza del chañar y el arrope preparado con los frutos del árbol son buenos remedios que la Pachamama ofrece a sus hijos para los problemas respiratorios y para el dolor de garganta de los changos cuando el frío ya empieza a apretar y las mañanas son ponchos de garrotillo.

Mientras le coloco las agujas a don Fermín, la Marisa me cuenta la manera infalible para hallar un ejemplar que contenga buena medicina, ya que le comento que aún no he podido encontrar uno durante mis recorridas.

Echa una ramita de tusca al fuego, me ceba un mate dulzón y enseña:

-"Pa' encontrar algarrobos y chañares con poder nada mejor que este método criollo que me ha dicho mi mama: llame a un tucu-tucu por su nombre, a la oración. Si se ve el lucero arriba del cerro, mejor. Sea delicado, dulce como el fruto que busca.

Sepa que si es insistente y de buena intención, el tucu acudirá al llamado titilando sus lucecitas en lo oscuro.

Deje que se acerque, esté atento. Cuando el bicho esté al alcance de su mano, agárrelo con cuidado -por ninguna razón debe usted dañarlo-, y póngalo sobre la tierra y panza pa' arriba.

Entonces dígale: "tucu-tucu, no me has de engañar, en qué lugar del monte se encuentra el chañar", y suéltelo. Observe bien.

Cuando el bicho se voltie (para lo cual tendrá que dar un saltito) indicará con la dirección pa' donde quedó su cabeza el lugar ande está el arbolito. También puede pedirle al tucu que le indique el sitio donde lo espera un amor o la fortuna. Debe decirle bajito al oído: "tucu-tucu, vuela fuerte, en qué senda del monte me espera la suerte".

Mate y charlas, fogón y agujas para don Fermín, un gato dormilón y dos perros bajo la mesa sirven de marco para que la sachásofa Marisa se despache con sus conocimientos.

Tras la sesión de acupuntura rural me voy del rancho lleno de saberes y con un gran saco de arpillera repleto de paltas, limones y naranjas.

Afuera va asomando alguna que otra estrella empujando al sol y preparando la presencia de la tímida luna. Todo es silencio, sombras, caminos.

Por lo bajo recito al tranco lerdo: "tucu-tucu, vuela fuerte, en qué senda del monte me espera la suerte".

Jbv

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