jueves, 6 de junio de 2019

Uso del filtro Condorhuasi

"Agua pura, alma pura"

 (Para curiosos, estudiosos, manijas y ñoños)
----------



La actividad de purificar agua con el filtro Condorhuasi es una excelente práctica-meditación-metáfora de la disposición espiritual ideal del estudiante, curioso, buscador, andador del Camino.

Vaciar, llenar, filtrar, purificar, vaciar, llenar, filtrar, purificar.

Decantar, aclarar, sedimentar. Volver transparente y puro algo.

Toda búsqueda incorpora información, técnicas, métodos, aprendizajes, que se deben recibir, decantar, asentar, filtrar y purificar.
Es común en el curioso caminante la voracidad de incorporar, llenarse, atorarse de conocimiento que jamás llega a cristalizar, asentarse, y volverse algo "bebible", usable.

Así funciona el filtro: "Agua pura, alma pura", sentencia Fernández Chiti, el inventor del filtro-metáfora.

Lo que va a ser incorporado ha de ser pre-tratado. Es decir, lo que vayamos a filtrar no puede ser cualquier  bazofia que vaya a Intoxicarnos. Hartarnos de conocimiento innoble e inútil no redundará jamás en algo noble y puro, útil para nosotros y los demás.

Luego debemos llenar un filtro que está vacío, en disposición receptiva como Kun, la segunda instancia en el I Ching. Vacío creador.

Es por ello que ayunos de todo tipo son buenos para vaciar y limpiar el filtro. Darse tiempos de "inanición" cognitiva, comunicativa, etc.

El uso del filtro Condorhuasi nos predispone a un tempo, a una espera de decantación, limpieza y filtrado que tiene su correlato inmediato en el espíritu.

De golpe, se va produciendo un vacío interior que permite que lo que incorporamos tenga su tiempo de maduración, decantación y sedimentación.

Nos mantenemos vacíos y permeables para que "Eso" pueda ir pasando lentamente, gota a gota, a través de nuestra alma permeable, y se convierta en algo puro, transparente, simple, directo, claro como una gota de agua limpia.

El uso del filtro es la metáfora y método de meditación por excelencia para el amante del estudio y el aprendizaje.

Enseña a seleccionar, a mantenerse vacío, a renovar permanentemente el interior, a mantener limpio el filtro espiritual, a esperar, a discurrir en un tempo la vida natural, gota a gota, para que lo incorporado se vuelva serio, eficaz, limpio, puro y transparente. Útil y sano.

Doña Pastora fue una santa sabia que vivió y murió a los cien años en las lejas montañas del Siambón. Son innumerables los relatos de sus curaciones. Pero su mayor virtud, insisten quienes la conocieron, fue escuchar. Ella era en verdad un filtro de barro. Oía mil tribulaciones en silencio profundo, dejaba decantar, sedimentar, filtraba, y devolvía una palabra pura, transparente, el "agua viva" de la que habló el nazareno.

Nuestra práctica, nuestra relación con las novedades del mundo se hace más profunda y perfecta, menos voraz, con el uso del filtro Condorhuasi.

Nuestro andar - por el camino que sea- se verá purificado y se tornará transparente.

 Nace un estado de vacuidad interna, de permeabilidad, de conexión con los tiempos y los ciclos, con el susurro monótono de una gota cayendo al agua. Y ese susurro dice cosas.

Nos aleja del voraz consumismo idiota de novedades inútiles, del "cursismo" crónico que no termina nunca de asentar jamás lo aprendido y que nunca se vuelve una práctica clara y purificada.

En fin, como dice el "Yacháchij" Fernández Chiti: "Agua pura, alma pura".

Jbv

No hay comentarios:

Publicar un comentario