Seré eterno cuando mi energía ya no quede atrapada en la memoria de nadie.
Sólo cuando cada pensamiento, emoción y acto cotidiano, hasta el más insignificante, estén regidos y guiados por el Camino, habré desaparecido, me habré vuelto invisible y anónimo como el que no deja huellas al andar.
Sólo entonces estaré completo, integrado en mis mil partes, y habré disuelto el rastro y el recuerdo mío en los demás. Habré abierto las puertas de la eternidad.
Jbv
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