sábado, 8 de agosto de 2020

"Somos hijos de la sangre"

 

Cuando aquél primate bajó del árbol hace ya unos varios millones de años, fue forjando su largo y sinuoso destino hacia el humano. El hecho fundamental que moldeó nuestro diseño biológico y cultural fue la caza. 

Toda nuestra cultura como especie es hija de la cacería y el compartir el alimento. La agudeza de los sentidos, la mente ágil, la comunión, la fusión y la vida en equilibrio con el entorno, la cooperación y el sentido comunitario de la vida, la fuerza, el movimiento, la vigorosa salud. 


La simbólica que surgió de ese hecho primordial fue forjándose más aún luego del manejo del fuego, del agua, de la tierra y el viento. Toda una arquitectura arquetípica del inconsciente colectivo que late aún en las profundidades incluso ignoradas o reprimidas por el sapiens moderno, perteneciente a la depredadora secta del modelo winka.


Zliyéqois, integrante de la comunidad Wichí Sitio Cerrado de Salta, explica este proceso de humanización de ese mono que bajó del árbol: 


“En los primeros tiempos, había un hombre que hizo una batea con un gran Yuchán (gran árbol del bosque chaqueño). Luego fue a cazar y mató un tapir.

Lo hizo desangrar y se llevó la sangre a su casa. Allí volcó la sangre en la batea.

Todos observaban, con ganas de saber qué estaba fabricando.

Todos los días salía a cazar. En una oportunidad, mató una corzuela. Otra vez le sacó la sangre, juntándola en el estómago del animal, y la llevó a su casa.

Llenó el Yuchán con la sangre de los animales que mataba.

Entonces cubrió la batea con un trapo. La tapó a la tarde. Al día siguiente, sacó el trapo.

Cuando destapó la batea, descubrió que estaba llena de gente. Estaban sentados en dos filas, una frente a la otra, se extendían de un extremo del yuchán al otro.

La sangre guardada en el yuchán había dado origen a los seres humanos.

Eso fue lo que el hombre supo hacer.

Así fue el origen de la gente. 

Provenimos todos de la sangre de animales de caza.”


jbv


Relato wichí tomado del libro “Toda la tierra es una sola alma”, de Carlos Martínez Sarasola.

Imagen: Cazador wichí. Madera de palo santo y chaguar. Salta , Argentina.

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