miércoles, 6 de junio de 2018

El murmullo de los yuyos




Las hierbas medicinales, los humildes yuyitos, no se andan con discursos ni espectaculares demostraciones de poder. Actúan sin prédicas ni sermones. En lo hondo, en lo secreto.

De vida serena y callada, en total quietud y misterio, cada cual ofrece su Virtud a quien sinceramente busque sanar y oír su murmullo. Su mensajito va dejando adentro la semilla de la transformación, de la profunda curación que sólo regala a aquel que esté dispuesto a enfrentar el ciclópeo esfuerzo de asumir la propia responsabilidad de sanar.

Cada planta es lo que está en su naturaleza ser, no otra cosa. No hay artificio, adorno ni afectación en el yuyo. Su éxito está en dejar que la "Pekne Tao" (Madre Tierra, orden cósmico en lengua huarpe) lleve a su consumación plena la información ancestral que viaja dentro de la semilla, y que encontró terreno propicio para ser.

En silencio, sin discursos, cada cual tiene su particular medicina para dar al que esté abierto a recibirla.

Lleva en sí la energía del sol, de las lunas y la tierra; va por dentro esa fuerza sutil que se despliega y se expande, y se fusiona con el Qi de quien busca su medicina.

Se ha dicho: "Cuando alguien toma una hierba, el espíritu de ésta entra en esa persona y dialogan. Muy callada, muy sutilmente. Esa comunión entre dos espíritus es lo que produce la curación".

Centro y periferia. Lo esencial y lo accesorio.



El estómago es el centro, lo esencial, lo importante para nutrir el organismo y el resto de la vida. Cultiva y concentra energía para su correcta gestión y economía posterior. En el estómago se produce la saciedad, el saber cuándo es suficiente, la vida interior, secreta, oculta y silenciosa.
Los ojos son la vía a lo accesorio, el adorno, el contacto con lo externo, con el objeto de los sentidos. Con las luces y brillos del mundo.
Por los ojos se fuga la fuerza vital, el Newén; brotan la ira y la insatisfacción permanente. Los ojos no conocen el hartazgo y les cuesta saber cuándo ya está bien.
El ojo es la periferia, no hay cultivo ni concentración energética. Hay un drenaje permanente del Qi cuando el ojo manda. Por las imágenes nacidas de los ojos viaja el pensamiento hacia el futuro y al pasado, hacia los confines del mundo y del universo. Lo inútil, la erudición vacía.
"Sin salir de tu casa se puede conocer el mundo. Sin mirar por la ventana puedes ver los caminos del cielo". (Ttch 47)
"En procura del conocimiento, cada día se adquiere más. En procura del Camino, cada día se pierde más." (ttch48)
Sentarse tranquilo sin hacer nada. Llevar el aire al ombligo. Cerrar los ojos. Todo lo necesario será revelado allí, en ese íntimo recinto, sin salir por la puerta ni mirar por la ventana.
Volver al centro. Cultivar la fuerza. Dejar la periferia. Es una de las prácticas esenciales del Camino.

Rituales sagrados




El ritual no se usa para modificar la realidad, sino para modificarnos a nosotros frente a esa realidad. 
Sacralizar eso que está ahí, fundiéndonos y participando en comunión. Así el hombre de la tierra es uno con el pájaro, la piedra, el río o la planta medicinal.

Pongamos por caso, una danza ritual para hacer llover. El indígena no es idiota. Sabe que ese acto por sí solo no produce lluvia ni resuelve la seca. Y por eso estudiaron y pusieron manos a la obra para crear uno de los sistemas de manejo del agua más exitosos que haya conocido la humanidad.

Pero el indio no dejó el ritual. Así se logra el equilibrio. La realidad y el entorno es modificado para que armonice con sus necesidades naturales, y el ritual enraíza su vida en la existencia otorgando un sentido sagrado y profundo a esa Madre Tierra.

Ese sentido de tierra sagrada es lo que permite modificar sin destruir ni contaminar. Cualquier animal o planta modifica o toma de su entorno lo necesario para subsistir, pero su honda comunión con el medio lo lleva al equilibrio, a no dejar huella. Nada más que eso es "sustentable". Lo demás es maquillaje verde empresarial y chamuyo.

Sin ese sentido de lo sagrado en comunión, asistimos a los horrores actuales del extractivismo minero, agrario, inmobiliario, a la contaminación sin remedio de ríos, bosques, montañas.

Dijo Yupanqui: "Para el que mira sin ver
La tierra es tierra, nomás.
Nada le dice la pampa,
Ni el arroyo, ni el sauzal."

La única comunión de occidente pareciera ser con el consumo y el dinero. Lo único sustentable son las ganancias de los que promueven esta mierda.

Se modifica la realidad a nuestra conveniencia caprichosa sin la menor aprensión por destruir, matar, contaminar el organismo vivo y sagrado del cual somos una célula más. Si, este sistema es el cáncer de la tierra.

Sacralizar, darle un sentido integral y cósmico a nuestra existencia, a nuestras acciones, una comunión de honda pertenencia con la tierra.
Hacer nuestros pequeños rituales propios. El ritual, el sentido de lo sagrado no modifica la realidad, nos modifica profundamente a nosotros.

"Lo demás se os dará por añadidura".


Imagen: modificación y destrucción de humedales en la cuenca del río Luján.

Hacerse hueco



Kun, Lo Receptivo, la Tierra.

Hacerse hueco, caña, canal. Vacío humilde por donde el Poder de Lo Creativo pueda hacer pie y actuar.

La disposición receptiva de la tierra para ser sembrada es lo que permite a la Fuerza llevar a su consumación final a todo lo que deba ser en la naturaleza.

Todo aquel que practica alguna disciplina, arte, práctica energética, sabe que debe adoptar la actitud de apertura de la tierra de volverse canal, sementera, vehículo humilde para que el poder de la Fuerza, Tao, Pacha, Lo Creativo se manifieste.

En cuanto uno quiere manipular entorpece, traba, tapona, arruina el trabajo.

El segundo signo del I Ching, Kun, la Tierra, lo Receptivo, muestra gráficamente esta idea que guía la vida de la persona sabia que se acomoda a todo acontecer con receptiva y flexible actitud.

Así, actúa sin premeditación, respondiendo a las reales necesidades del momento.

Vive en el mundo real, no en un castillo de ideas preconcebidas de cómo las cosas deberían ser, que por lo general están reñidas con lo que ocurre en el espacio tiempo concreto y presente, drenando en la lucha toda nuestra fuerza vital.




Hay básicamente dos grandes modos de estar en el mundo:
El que vive en un mundo que es así, y cuya energía está orientada a fluir de la manera más eficiente posible con eso que ocurre.

El otro, en el que hay un mundo que está así, y en el que existe además un ideal mental de cómo debería ser. La energía está orientada a que el mundo y el ideal mental se parezcan cada vez más hasta igualarse.

Como dice la segunda línea del hexagrama, sentencia que luego el taoísmo hizo suya para siempre: "Sin propósito, y sin embargo nada queda sin fomentar".

La disposición de ser canal, vehículo, herramienta, sin ningún propósito egoísta es la que nos transforma en instrumento de esa fuerza cósmica creadora. Todo se lleva a cabo sin nuestra intervención voluntariosa. La tarea de la persona sabia es mantener limpio el canal, quitar obstáculos, correrse del medio.

Al mantenernos abiertos percibimos la respuesta apropiada para cada cosa que se nos presenta, volviéndonos así totalmente espontáneos, libres, en sintonía con el acontecer natural.

Siendo canal, inmersos en al no-acción preconcebida y artificiosa, adornada, nuestras acciones se vuelven armoniosas con la forma en que trabaja la naturaleza, completamente natural y de acuerdo al contexto de las circunstancias.

Oigo decir: " Ver la puerta que se esconde en cada oportunidad". Podemos convertirnos a nosotros mismos en ese portal oculto para que lo que está dispuesto que pase en cada oportunidad, ocurra finalmente a través de nuestra disposición abierta y receptiva.

Muy razonablemente



Hace tiempo ya que he abdicado de la razonabilidad urbana occidental.
A mis treinta y diez ya no me interesa para nada ser un ciudadano criterioso y razonable, buen esgrimista de silogismos, de respuestas brillantes o poseedor de las claves certeras para resolver los problemas del mundo por derecha o izquierda.
Navego hace años por los brumosos mares del Así Es La Cosa. Habito un mundo paradójico, incomprensible, lleno de sorpresas desconcertantes, oscuridades, brillos, cavernas, llanuras, desiertos y bosques en los que uno se desorienta por completo.
No estoy seguro de absolutamente nada. En mi mundo hay más magia que ciencia y más poesía que sesudos ensayos.
Prefiero el pasto al cemento y una pareja de chanchos overos y un petiso bayo son mejores vecinos para mí que los licenciados de un 4° B, que el exitoso empresario de la calle Las Acacias o el profesor de Todología que vive próximo a la avenida.
El así es del mundo circundante me seduce mucho más que pensar en cómo debería ser la cosa.
Habito cada vez más cómodo el misterioso universo de lo innombrable, y soy forastero en la patria de los objetos y las buenas razones.
Disculpe usted.

Los Beatles y el taoísmo



Bien conocida es la fascinación de los Beatles por la India y cómo ésta influyó en su música.

Mucho menos notoria es la atracción por el taoísmo, ese rumor que viene de china confundido en el viento.

La canción "The fool on the hill" es la imagen del sabio que se desprende del Tao Te Ching en el capítulo 20. Este dice así:

"Todo el mundo anda gozando como en los grandes festivales, o como cuando se contemplan paisajes primaverales desde lo alto de una terraza. Sólo yo parezco no saber quién soy ni qué hacer, abobado, inexpresivo, como un niño recién nacido que aún no ha aprendido a sonreír, ni adónde dirigirme.

Todos viven en abundancia, yo estoy como olvidado. Mi corazón, como el de un estúpido está caótico. Todos lucen su brillo y su inteligencia, yo parezco opaco y adormecido, derivo como las olas, sin dirección, como un viento que nunca cesa. Todos andan ricos, sólo yo me obstino en parecer un harapiento. Pero yo soy diferente, a mi me alimenta el Tao."

La canción dice así:

"El tonto de la colina
---
Día tras día, solo en la colina,
El hombre de la tonta mueca
Se sienta perfectamente quieto.
Nadie quiere conocerlo,
Ellos ven que es sólo un tonto.
Él jamás da una respuesta.
El tonto de la colina
Ve al sol caer,
Y los ojos en su cabeza
Ven al mundo girando.
Su mente en las nubes,
El hombre de la mueca idiota
Está hablando perfectamente alto,
Pero nadie quiere oírlo,
Ven que es sólo un tonto
Que jamás da una respuesta.
El tonto de la colina
Ve al sol caer,
Y los ojos en su cabeza
ven al mundo girando."

La letra de la canción "The inner light", (la luz interior), no es más que el capítulo 47 del tao te ching, sin ninguna modificación. Sólo le agregaron la grandiosa música:

" Sin salir por tu puerta puedes conocer el mundo.
Sin mirar por la ventana se ven los caminos del cielo.
Cuanto más lejos hayas ido,
menos habrás aprendido.
El sabio conoce sin haber dado un paso,
Ve sin mirar,
Hace sin actuar."

"Let it be" (déjalo ser, deja que ocurra), es una de la tantas maneras de traducir el fundamental concepto taoísta del Wu Wei.

Las influencias de oriente en los Beatles son más estridentes con respecto a la India: el Maharishi, las ropas, el citar de George. Las huellas de Lao Tse en ellos son imperceptibles, como el Tao mismo.


Memoria ancestral




Me cuentan ayer de un niño. Su raza era india, no sabemos de qué pueblo ni región. Tal vez el suelo de sus abuelos fue guaraní, q'om, mataco, wichí.

Había sido adoptado con mucho amor por una familia tigrense de origen gringo, un apellido alemán u holandés quizás.

A los seis o siete años, una salida de pesca con el padre a las orillas del río Luján. Otros niños pescaban también. Un día sin pique que frustró a todos los chicos menos al gurí que no paraba de sacar un bagrecito tras otro. Algún sabalito además.

Todos se sorprendían y se preguntaban cómo era posible. Padres y niños empezaron a preguntar cada vez con más insistencia y curiosidad.

El gurí estaba realmente aturdido por las preguntas. Visiblemente incómodo ante lo que era obvio, respondió: "pero cómo, ¿ustedes no los llaman a los peces?"

Caminata respirada, o respiración caminada



Caminar al aire libre al menos 30 minutos por día todos los días es la mejor actividad física que se puede realizar. Andar enérgicamente, respirando profundamente. Inhalando en seis y exhalando en ocho. Depende la capacidad pulmonar de cada uno. Puede ser 4/6, 6/8, 8/10, etc. 

Lo importante es entender que la exhalaciónes más larga que la inhalación. Es tan importante la respiración, que yo llamo a esto, más que "caminar respirando", " respirar caminando". La concentración en el ritmo respiratorio convierte esta actividad en una verdadera meditación en movimiento.

Algunos de los beneficios de la "caminata respirada" o "respiración caminada".

-Limpia profundamente los pulmones.
-hace circular y fluir el Qi por todos los meridianos energéticos.
-moviliza sangre y líquidos.
-nutre los tendones.
-fortalece las piernas, huesos, espalda.
-drena el estancamiento de Qi hepático.
-fortalece notablemente el corazón, reduce el colesterol y baja la presión arterial.
-regulariza el sistema excretor.
-Elimina el exceso de peso y regula el metabolismo.
-alivia las tensiones, suaviza el estrés y ordena las ideas.
-es gratis.
-no hace falta ninguna vestimenta especial ni concurrir a un lugar en particular.
-se puede acomodar a cualquier horario del día.
-le hace ver que si no dispone de treinta minutos para usted en 24 horas está haciendo algo muy mal.
-no hay excusa para no hacerlo.

El proceso alquímico de transmutación de las hierbas medicinales

Se cumple una profunda trinidad esotérica:

El Ser (la planta)
El vehículo (alcohol, agua)
Fuego (energía)

Todo ser, para su transformación y ascensión hacia algo superior (ser algo capaz de trascender se a sí mismo y volverse curativo, sanador, iluminador) debe transitar un camino, salirse del propio estado (vehículo) y atravesar la prueba del fuego (los cuarenta días en el desierto), y la energización que se produce cuando se ha vencido la prueba (las tentaciones del demonio), y se accede a un nivel superior de conciencia y poder.

El resultado es el Ser inicial transmutado en algo que se ha despojado de todo lo accesorio, bajo y perecedero y ha conservado lo esencial, puro, con un nivel vibratorio capaz de trascenderse a sí mismo, e irradiar a otros su poder curativo, luz, hondo mensaje.
Este es el camino que atraviesa la hierba, el silencioso e insignificante yuyo transmutado en tintura espagírica. Esta es la mística de la planta, y el por qué estos seres vegetales son capaces de curar y sanar a niveles profundísimos.

Que esta misma transmutación alquímica ocurra en nosotros es nuestra responsabilidad, si estamos dispuestos a atravesar el desierto de los tres escalones y volvernos capaces de irradiar el mensaje callado y ser remedio para otros.

Ser remedio, morir al estado actual (muerte y resurrección), e ir hacia adentro y hacia el otro.
Dejar el ser original oscuro y reptil para que nuestra esencia transmutada ilumine, cure.

Este es el hondo camino del yuyo, del sanador, del verdadero artista inmortal.






Al invertir la imagen puede verse el rostro y pico del águila, símbolo de la Elevación y la Visión.

Medicina criolla

El conjunto de prácticas conocidas popularmente como "medicina criolla" se encuentra en plena vigencia y está hondamente arraigado en los usos cotidianos del pueblo.

Pueden encontrarse "curanderos", "señoras o señores que curan" en muchísimos pueblos de todo el país, en zonas rurales y los grandes conurbanos.

Estas medicinas pueden rastrearse además en infinidad de obras del cancionero criollo, en relatos literarios y manifestaciones artísticas de todo tipo.

Es una práctica que incorpora elementos europeos paganos, católicos e indígenas americanos. Se diferencia bien de las medicinas tradicionales puramente aborígenes, contando con herramientas prácticas y mágicas, como el uso de las tradicionales ventosas, masajes, uso de hierbas, y por otro lado rezos, "curas de palabra", y manejo de las energías sutiles a través de imposición de manos, sahumos, etcétera.

La persona que ejerce estas medicinas lo aprende por tradición oral, o por "revelación", por medio de sueños, de haber sobrevivido una grave enfermedad o accidente, o por algún tipo de conexión suprasensorial con fuerzas de la naturaleza, Dios, u otro tipo de canalización.

Lejos de ir despareciendo, esta medicina criolla convive con la medicina moderna de manera totalmente natural en las poblaciones rurales, en las que la atención estatal es deficiente o directamente no existe, siendo muchas veces la primera instancia de salud.

La medicina criolla tradicional es parte fundamental del acervo folclórico del pueblo argentino y latinoamericano, y conocerla y cuidarla es fortalecer nuestra identidad y nuestra cultura.

"El uso del yuyo es tan folclórico como una chacarera o una zamba".


Imagen: Doña Pastora "la sabia de la montaña", mujer medicina de El Siambón, provincia de Tucumán.

Transforma las piedras en canto

Atahualpa Yupanqui relata un hecho insignificante para cualquiera, pero de honda dimensión para un Observador de la Trama:

"En el Río Grande de Jujuy, con su cauce tan bajito que una mujer apenas se mojaba las sandalias, su changuito de ocho años jugaba en el agua. Levanta una piedra, dispuesto a arrojarla, y ella muy seria, amorosamente, le dice: "Póngala hijo, ponga esa piedra en el agua, no le robe el canto al río. ¿No ve que el río canta cuando encuentra esa piedra?"


Fiestas, identidad y el camino perdido

Cuando un pueblo tiene identidad, simplemente se comporta tal cual es, sin reflexionar demasiado sobre el asunto, natural y espontáneamente. En alguna reunión, todo es música habitual, comida cotidiana y vestimentas usuales.
"Perdido el tao, aparecen los ritos y las reglas de cortesía".
Cuando un pueblo ha perdido su identidad, las fiestas, las ceremonias, son preparadas, pensadas, organizadas, se piden reglas de asistencia y se guían minuciosamente.
Uno se comporta y se viste como se espera y la identidad perdida se hace de cartón y nada huele natural, espontáneo.
Queda la sensación de que todo se ha ido y de que el río de montaña no vuelve para atrás.
Decía Yupanqui: "folclore es todo aquello que el pueblo aprende sin que se lo enseñe nadie". Y nos vemos en la necesidad de enseñar folclore.
Nadie busca lo que no ha perdido.
Olvidado el camino por falta de transitarlo, aparecen los mapas y los gps.
Cuando se perdió el modo de vida natural, aparecen los recuerdos, los rituales, la nostalgia y las vestimentas típicas.
Cuando las costumbres han cambiado se inventa el costumbrismo.
Si la tierra y la soberanía se han perdido o entregado se fogonea el patriotismo y la lealtad a la bandera.
Cuando no sabemos quiénes somos, vivimos reflexionando, haciendo intro y retrospección, ponemos mojones e hitos. Organizamos fiestas, actos y nos ponemos solemnes, graves, oficiales.
Un pueblo con identidad que no se ha desviado de su propio camino vive sin artificios, sin adornos ni caras serias. Las fiestas típicas no son pensadas, se hacen nomás, sin cavilar demasiado. La comida es comida, la música es música, la ropa es ropa y no disfraz.
El que anda su camino cotidianamente no precisa mapas ni baqueanos que le guíen por los senderos de lo que debería ser su propia identidad.
¿Qué hay de lo que hacemos a diario de esa patria que añoramos y celebramos?
Quien está inseguro de su identidad o la desconoce necesita afirmarla ruidosamente. Pero una vez perdida esa identidad, se encierra uno en la tremenda paradoja de que no afirmarla ruidosa y artificialmente, hace que se pierda todavía más lo poquito que ha quedado.
La gran tragedia del río que corre y del que anhela hacerlo volver empujando para atrás.

El ojo del tornado




Todo fluye y cambia permanentemente. Nada yace estático. Todo fenómeno es fugaz.

El Viejo Runa ve esta cualidad de la realidad y entonces renuncia a dirigir los asuntos, a que su ego pretenda interferir con el ideal del "cómo debería ser la cosa".


Por eso se hace a un lado, se vacía y se vuelve el eje alrededor del cual todos los fenómenos ocurren, nacen y se transforman en otra cosa.

Por eso parece estar tan quieto. Pero no existe visión del mundo mas dinámica que la del Viejo.

Resume dos modos de estar en el mundo: "O todo está fijo y uno debe accionar a pura lucha, esfuerzo y voluntad, o todo es dinámico y en un orden perfecto, y uno sólo debe hacerse a un lado para no entorpecer".

Como el eje de una rueda o el ojo de un tornado, en el cual hay quietud y vacío, envuelto en el incesante cambio.

"Todo malestar, malvivir, esfuerzo, desgaste y drenaje energético, proviene del apego a la ilusoria creencia de que las cosas son fijas, los fenómenos son entidades quietas, definitivas, y que a fuerza de brazo se puede impedir y controlar que muten de un estado a otro, o provocar el cambio en una dirección preconcebida por un ideal.
Lo único permanente es el incesante mutar de las cosas y Aquello Misterioso que está detrás de todo este baile", dice el Viejo Runa.

Luego saca su caja y canta:

"Todo viene de allí
Todo vuelve hacia allá
Luego de mucho cambiar.

Que no lo veamos
Es que somos ciegos.

Nada está quieto:
Bailan el viento,
El fuego, la tierra
El agua y el sol.

Hay un silencio del cual todo surge
Y hacia el que todo retorna.

Sin vacío nada ocurre.
El vacío no está vacío
Está lleno de vibración
Y de posibilidades.

Hacerse hueco,
Hacerse a un lado.
Eso es todo."

Con la Luna llena pasó de visita


Dice el Viejo Runa:

"En días tan oscuros, donde todo es una selva de noche.
La importancia de tener la mente clara, serena, no dejarse arrastrar. La confusión entre la maleza puede hacernos perder el rumbo. 
Cuando es de noche aún siendo de día, invocar el poder de Uturunku, el jaguar. Su mente fría, implacable, que calcula y sopesa en su interior la senda a seguir. No perder el foco de la presa; feroz cazador de la verdad.
Llamar a su capacidad de ver en la oscuridad más cerrada de la selva.
Sin miedo. Con total claridad. La visión nocturnal de Uturunku. Te invocamos."



El arroyo cerrado





"A veces -dice la Abuela Tatachina-, el rumbo que tomamos es como alguno de los infinitos arroyitos del delta que se duermen allá adentro, sin salida, cerrándose al fondo para terminar cortado en un pajonal o enredado en un camalotal.

Dependerá del grado de Visión que tengamos, lo profundo que nos adentremos en el arroyo.


Éste va dando señales de que al final no hay salida: se van raleando y terminando los ranchos, árboles caídos lo cortan, la presencia de animales silvestres, el griterío de las pavas de monte, o camalotes sueltos desprendidos de uno mayor que de seguro está aguardando allá al fondo; el agua es clara y transparente.

Cuantimás Veamos, cuantimenos Ceguera tengamos, antes caeremos en la cuenta de que ese rumbo tiene mal destino, y corregiremos la navegación.

Cuantimás emperrados estemos en nuestro andar, más adentro remaremos, y a veces, será necesario llegar hasta el final para entender lo que el río quiere decirnos y no queremos escuchar. Son los precios que la isla le cobra al distraído o al abandonado", dice doña Tatachina.

"Deberemos enredarnos y cortarnos entre la pajabrava y el camalotal, hundirnos en el barro de la bajante para desatascar la canoa sufriendo las torturas de la mosquitada, enterrados hasta las rodillas y más. Tendrá que empujar la piragua para atrás, volver, volver y corregir el rumbo.

Más vale andar mirando las señales que son muchas y claras."