miércoles, 6 de junio de 2018

El ojo del tornado




Todo fluye y cambia permanentemente. Nada yace estático. Todo fenómeno es fugaz.

El Viejo Runa ve esta cualidad de la realidad y entonces renuncia a dirigir los asuntos, a que su ego pretenda interferir con el ideal del "cómo debería ser la cosa".


Por eso se hace a un lado, se vacía y se vuelve el eje alrededor del cual todos los fenómenos ocurren, nacen y se transforman en otra cosa.

Por eso parece estar tan quieto. Pero no existe visión del mundo mas dinámica que la del Viejo.

Resume dos modos de estar en el mundo: "O todo está fijo y uno debe accionar a pura lucha, esfuerzo y voluntad, o todo es dinámico y en un orden perfecto, y uno sólo debe hacerse a un lado para no entorpecer".

Como el eje de una rueda o el ojo de un tornado, en el cual hay quietud y vacío, envuelto en el incesante cambio.

"Todo malestar, malvivir, esfuerzo, desgaste y drenaje energético, proviene del apego a la ilusoria creencia de que las cosas son fijas, los fenómenos son entidades quietas, definitivas, y que a fuerza de brazo se puede impedir y controlar que muten de un estado a otro, o provocar el cambio en una dirección preconcebida por un ideal.
Lo único permanente es el incesante mutar de las cosas y Aquello Misterioso que está detrás de todo este baile", dice el Viejo Runa.

Luego saca su caja y canta:

"Todo viene de allí
Todo vuelve hacia allá
Luego de mucho cambiar.

Que no lo veamos
Es que somos ciegos.

Nada está quieto:
Bailan el viento,
El fuego, la tierra
El agua y el sol.

Hay un silencio del cual todo surge
Y hacia el que todo retorna.

Sin vacío nada ocurre.
El vacío no está vacío
Está lleno de vibración
Y de posibilidades.

Hacerse hueco,
Hacerse a un lado.
Eso es todo."

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