miércoles, 6 de junio de 2018

El murmullo de los yuyos




Las hierbas medicinales, los humildes yuyitos, no se andan con discursos ni espectaculares demostraciones de poder. Actúan sin prédicas ni sermones. En lo hondo, en lo secreto.

De vida serena y callada, en total quietud y misterio, cada cual ofrece su Virtud a quien sinceramente busque sanar y oír su murmullo. Su mensajito va dejando adentro la semilla de la transformación, de la profunda curación que sólo regala a aquel que esté dispuesto a enfrentar el ciclópeo esfuerzo de asumir la propia responsabilidad de sanar.

Cada planta es lo que está en su naturaleza ser, no otra cosa. No hay artificio, adorno ni afectación en el yuyo. Su éxito está en dejar que la "Pekne Tao" (Madre Tierra, orden cósmico en lengua huarpe) lleve a su consumación plena la información ancestral que viaja dentro de la semilla, y que encontró terreno propicio para ser.

En silencio, sin discursos, cada cual tiene su particular medicina para dar al que esté abierto a recibirla.

Lleva en sí la energía del sol, de las lunas y la tierra; va por dentro esa fuerza sutil que se despliega y se expande, y se fusiona con el Qi de quien busca su medicina.

Se ha dicho: "Cuando alguien toma una hierba, el espíritu de ésta entra en esa persona y dialogan. Muy callada, muy sutilmente. Esa comunión entre dos espíritus es lo que produce la curación".

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