domingo, 30 de agosto de 2020

Carne


 

Carne. La lúcida calma del Nagüel, tigre pardo de las pampas. 


La fuerza, la agresividad, la portentosa capacidad de concentración, su profundidad, su eficacia.


Meditar, contemplar, comulgar, absorber y cultivar el Newén, conducirlo, orientarlo hacia el poder y la sanación.


Dar el salto, el golpe certero, la acción eficaz, justo a tiempo.


La carne. El monte, el río, las sierras, las islas, el sol, la lluvia y la selva.


La fuerza, el animal. El humanimal.


La agudeza, la atención poderosa. La tensión necesaria.


La quietud y la calma en medio de la agitación y la tempestad.


El silencio estremecedor.

La risa generosa. La mano firme, cerrada o tendida, siempre rebosante de dación.


El espíritu frugal. El músculo fuerte y flexible.


"Hualln Nagüel", el tigre pardo que rodea, que acecha, predador impiadoso que se caza a sí mismo, a sus debilidades, oscuridades y sombras.


La carne.

El fuego.

La tierra.

El Nagüel interior.


Jbv.


Eternidad



Seré eterno cuando mi energía ya no quede atrapada en la memoria de nadie.


Sólo cuando cada pensamiento, emoción y acto cotidiano, hasta el más insignificante, estén regidos y guiados por el Camino, habré desaparecido, me habré vuelto invisible y anónimo como el que no deja huellas al andar.


Sólo entonces estaré completo, integrado en mis mil partes, y habré disuelto el rastro y el recuerdo mío en los demás. Habré abierto las puertas de la eternidad.


Jbv

 

sábado, 29 de agosto de 2020

Tu mente aquí

 


No te quedes atrapado en la mente. Es una red que te saca de aquí.


El cuerpo es la raíz de la mente. Sin consciencia del cuerpo, esta "flota" sin arraigo, y vaga a merced del viento hacia los confines del pasado y del futuro, dejando como residuo de ese vaivén angustia, inquietud, ansiedad, preocupación, culpabilidad.


Pon en todo momento tu conciencia en el cuerpo. En sus sensaciones, incomodidades, comodidades. Si usas una herramienta, ¿como es al tacto? ¿Como suena?


 Si estás en el campo, ¿cómo son los olores, el viento que te acaricia la cara, la tensión en la cintura al agacharse?


Cuando cocinas, lavas los platos, caminas, te sientas. Siempre, la mente aquí. 


Tu respiración.


La postura. La mirada que llevas. 


Esa palabra que estás por pronunciar.


Me enseñó un gran ermitaño y maestro zen del Tucumán: "zen es la atenta práctica de la forma".


En todo momento se puede conectar con el cuerpo, la respiración, las sensaciones. Si descubres tensión, es porque no estabas allí, sino que viajabas arrastrado hacia otros lugares y tiempos.


Vuelve al cuerpo, diluye esa tensión con conciencia, con respiración, con centrarte en el ombligo. Vuelve una y otra vez, sin descanso.


No te quedes atrapado en la mente, no te retardes en el dualismo.


Vuelve una y otra vez al cuerpo y los sentidos. A la respiración y al ombligo. 


Esa es toda la práctica.


Jbv

domingo, 23 de agosto de 2020

El viaje

 




Se afirma que la práctica del zen carece de metas. Que se trata de un viaje sin objeto ni destino. "Mushotoku".


Todas las artes de "espíritu zen", como el haiku, la pintura, incluso disciplinas como la arquería, sostienen que "el camino es la meta". 


Por supuesto que esta disposición tan afín al zen y al primitivo taoísmo puede extenderse a cualquier ámbito de la vida, tal como se ve reflejado en los relatos de Chuang Tsé, en los que grandes maestros en diferentes oficios como la carpintería, el carnear reses, la pesca o la agricultura, lo hacen desde un espíritu de presencia total y abandono de los fines. 


Toda la filosofía de Chuang Tsé está imbuida del "vagar libre y tranquilo", y del "sentarse quieto sin hacer nada", como llamaba él a la práctica meditativa.  Espíritu que más tarde el budismo zen llevaría a la maestría en todos los ámbitos la vida cotidiana.


El mundo de hoy está lleno de destinos y de ningún viaje.


Plagado de metas sin procesos. De casas sin olor a comida y de calles llenas de repartidores.


El zen nos ubica de prepo acá mismo, en el paso a paso del sendero olvidando los objetivos, vagando tranquilamente en el sabor del ahora.


El bodhisattva de esta tierra Atahualpa Yupanqui expresó este sentimiento que llevó adentro de su corazón y de su guitarra: 


"Siempre he pensado que nada es mejor que viajar a caballo, pues el camino se compone de infinitas llegadas. Se llega a un árbol, a un cruce, a una flor, a la sombra de la nube sobre la arena del camino; se llega al arroyo, al tope de la sierra, a la piedra extraña.


Pareciera que el camino va inventando sorpresas para goce del alma del viajero".


Matsuo Basho fue un errante monje zen del Japón quien llevó hasta la cumbre el humilde Haiku.


En su diario de viaje a las Sendas de Oku escribió:


 "Los meses y los días son viajeros de la eternidad. El año que se va y el que viene también son viajeros.


Para aquellos que dejan flotar sus vidas a bordo de los barcos o envejecen conduciendo caballos, todos los días son viaje, y la casa misma es viaje.


Entre los antiguos, muchos murieron en plena ruta sin llegar a ninguna parte. A mí mismo, desde hace mucho, como jirón de nube arrastrado por el viento, me turbaron pensamientos de vagabundeo.


Todo lo que veía me invitaba al viaje; tan poseído estaba por los dioses que no podía dominar mis pensamientos. Los espíritus del camino me hacían señas, y no podía fijar mi mente ni ocuparme de nada."


Bienaventurados aquellos a quienes los espíritus del camino les hacen señas, y todo lo que ven les invita al viaje.


Felices quienes sus caminos se componen de infinitas llegadas, dichosos los que todos sus días y actividades son el viaje, y benditos sean quienes no tienen la más remota idea de hacia adónde se dirigen.


Jbv

viernes, 21 de agosto de 2020

Ver el estado germinal

 




Ver el germen de las cosas aún invisibles es lo que hace creer a la gente que la práctica y el cultivo del Tao es magia. 


Resolver los asuntos cuando se hallan en estado germinal, o incluso antes, parece ser el arte más eficaz, pero que no siempre redunda en fama, honores y "éxito". 


Por eso se dice que el sabio taoísta pasa inadvertido, "viste un vulgar ropaje pero lleva piedras preciosas en su regazo". Que prefiere arrancar un pequeñito brote verde delicadamente con los dedos a tener que hachar un gran árbol; que nunca enfrenta cosas grandes porque se ocupa de pequeñeces.


Según cuenta una vieja historia, un noble de la antigua China preguntó una vez a su médico, que pertenecía a una familia de sanadores, cuál de ellos era el mejor en el arte de curar.


El médico, cuya reputación era tal que su nombre llegó a convertirse en sinónimo de “ciencia médica” en China, respondió: 


“Mi hermano mayor puede ver el espíritu de la enfermedad y eliminarlo antes de que cobre forma, de manera que su reputación no alcanza más allá de la puerta de su casa.


“El segundo de mis hermanos cura la enfermedad cuando ya es extremadamente grave, así que su nombre es conocido más allá del vecindario.


“En cuanto a mí, perforo venas, receto pociones y hago masajes de piel, de manera que, de vez en cuando, mi nombre llega a los palacios y a los oídos de los nobles”.


miércoles, 19 de agosto de 2020

Lecciones médicas del Tao Te Ching. Capítulo 46



"Cuando miras con Tao a los dolientes que acuden a tu puerta, ves desequilibrios. Así, todo tu conocimiento e intuición se orientan a mostrar el camino de retorno hacia una vida simple, natural y auténtica. De este modo, los desequilibrios desaparecen y la armonía abraza a la persona devolviéndole su bienestar y su libertad.


Si miras a los pacientes sin Tao, ya no ves desequilibrio sino que este se te presenta como enfermedad, como algo ajeno y malvado que ataca a una persona pasiva. Entonces, todos tus dones, capacidad y virtud se ponen al servicio de complicados métodos y estrategias de combate, de conflicto y persecución de síntomas.


Si la persona no sabe detenerse, siempre ocurrirá el desequilibrio. Y desde su visión sin Tao será llamado "enfermedad".


No existe mayor mal que no saber cuándo es suficiente.


Si quien porta la sabiduría médica no le hace ver que no hay enfermedad que lo ataca, sino un desequilibrio que se produce en su medio interno, vivirá en permanente guerra defensiva contra agentes que no puede dominar. No hay sabiduría médica en él, vivirá  cazando síntomas como quien busca atrapar moscas, que están ahora aquí, ahora allá.


Mejor volver a la armonía de una vida simple y natural, sabiendo cuándo basta."


Jbv


sábado, 15 de agosto de 2020

Apuntes de sachasofía: "El llamado de los peces"

 




Un relato wichí ilustra el grado de fusión con las fuerzas naturales del río y el monte que tiene su gente. Dice así: 


"A la mañana, los dueños del agua sacaron sus varas y el agua volvió a correr. Caminaron un trecho largo, luego praron a descansar. Plantaron las varas y el agua se detuvo. Cada uno hizo un fuego y volvió al agua en busca de pescado. Como ellos eran los dueños del pescado, sólo tenían que meter las manos en el agua para que los pescados se acerquen a dejarse recojer."


Este breve relato que conocí estos días me hizo recordar algo que un tío me contó y que me dejó profundamente impresionado. Su historia muestra cómo la memoria ancestral aún galopa en la sangre de los hijos de la tierra.


En su momento había escrito esta anécdota como sigue a continuación. Hoy descubro que el mito wichí y el cuento de mi tío son una misma historia, y que aún no ha terminado.


Memoria ancestral

-----

Me cuentan ayer de un niño. Su raza era india, no sabemos de qué pueblo ni región. Tal vez el suelo de sus abuelos fue guaraní, q'om, mataco, wichí.


Había sido adoptado con mucho amor por una familia tigrense de origen gringo, un apellido alemán u holandés quizás.


A los seis o siete años, una salida de pesca con el padre a las orillas del río Luján. Otros niños pescaban también. Un día sin pique que frustró a todos los chicos menos al gurí que no paraba de sacar un bagrecito tras otro. Algún sabalito además.


Todos se sorprendían y se preguntaban cómo era posible. Padres y niños empezaron a preguntar cada vez con más insistencia y curiosidad.


El gurí estaba realmente aturdido por las preguntas. Visiblemente incómodo ante lo que era obvio, respondió: "pero cómo, ¿ustedes no los llaman a los peces?"


Jbv

20 escalones de Poder


 



20 Escalones de Poder.


La ecuación de salud es:

Quietud y calma en la mente.

Inquietud y movimiento en el cuerpo.


La ecuación de enfermedad es:

Inquietud y agitación en la mente

Quietud e inactividad en el cuerpo.


La salud física depende del movimiento.

La salud psíquica de la quietud de la mente.


Lo común en nuestra sociedad urbanoide es el predominio de la ecuación enfermante, debilitante y esclavizante. Debemos invertirla si queremos ser libres y estar en posesión de nuestro innato poder y sabiduría natural y salvaje.


Esta breve ecuación pude desglosarse en infinidad de variantes. Cada quien según sus afinidades, pero siempre redunda en replicar hoy día patrones y hábitos ancestrales de conducta, estado mental y espiritualidad. Algunos puntos que se avienen a mi modo de ser y que me han dado bienestar son los siguientes:


-El Tao como camino.


-El Canto del Viento como mito y búsqueda primordial.


-Práctica de zazen y su extensión natural al resto de las actividades cotidianas.


-Practicar deliberadamente el silencio.


-Ayunos frecuentes de todo tipo. De aquellas cosas que notamos que empiezan a  poseernos.


-Alimentación paleolítica o evolutiva.


-Movimiento y ejercitación diaria y de variada intensidad.


-Buen descanso nocturno.


-Exposición al sol durante todo el año.


-Ocio.


-Curiosidad, estudio permanente, creación artística.


-Comunión con los espíritus de la Naturaleza. 


-Exposición al clima y a breves estresores agudos. Huir del confort crónico.


-Cultivo del Newén. Como afirmó el lonko y Gñempin Pincén: "lo más importante es el Newén, la fuerza vital, el poder." La conciencia de unión con esta fuerza que está presente en todo el universo dando vida y forma a todo lo existente.


-Uso de hierbas medicinales y medicina natural.


-Dormir como un oso.


-Ser ligero, preciso y sigiloso como un gato.


-Sereno  como una tortuga.


-Tomarse  tiempo para todo, empezar y terminar, cerrar los círculos. Y si no hay tiempo, no hacer nada.


-Mantenerse vacío y flexible, eso es todo.


Jbv.


sábado, 8 de agosto de 2020

"Somos hijos de la sangre"

 

Cuando aquél primate bajó del árbol hace ya unos varios millones de años, fue forjando su largo y sinuoso destino hacia el humano. El hecho fundamental que moldeó nuestro diseño biológico y cultural fue la caza. 

Toda nuestra cultura como especie es hija de la cacería y el compartir el alimento. La agudeza de los sentidos, la mente ágil, la comunión, la fusión y la vida en equilibrio con el entorno, la cooperación y el sentido comunitario de la vida, la fuerza, el movimiento, la vigorosa salud. 


La simbólica que surgió de ese hecho primordial fue forjándose más aún luego del manejo del fuego, del agua, de la tierra y el viento. Toda una arquitectura arquetípica del inconsciente colectivo que late aún en las profundidades incluso ignoradas o reprimidas por el sapiens moderno, perteneciente a la depredadora secta del modelo winka.


Zliyéqois, integrante de la comunidad Wichí Sitio Cerrado de Salta, explica este proceso de humanización de ese mono que bajó del árbol: 


“En los primeros tiempos, había un hombre que hizo una batea con un gran Yuchán (gran árbol del bosque chaqueño). Luego fue a cazar y mató un tapir.

Lo hizo desangrar y se llevó la sangre a su casa. Allí volcó la sangre en la batea.

Todos observaban, con ganas de saber qué estaba fabricando.

Todos los días salía a cazar. En una oportunidad, mató una corzuela. Otra vez le sacó la sangre, juntándola en el estómago del animal, y la llevó a su casa.

Llenó el Yuchán con la sangre de los animales que mataba.

Entonces cubrió la batea con un trapo. La tapó a la tarde. Al día siguiente, sacó el trapo.

Cuando destapó la batea, descubrió que estaba llena de gente. Estaban sentados en dos filas, una frente a la otra, se extendían de un extremo del yuchán al otro.

La sangre guardada en el yuchán había dado origen a los seres humanos.

Eso fue lo que el hombre supo hacer.

Así fue el origen de la gente. 

Provenimos todos de la sangre de animales de caza.”


jbv


Relato wichí tomado del libro “Toda la tierra es una sola alma”, de Carlos Martínez Sarasola.

Imagen: Cazador wichí. Madera de palo santo y chaguar. Salta , Argentina.

viernes, 7 de agosto de 2020

Que tus cenizas sean flores

 




¿Quién recuerda al ciervo muerto cuando contempla la flor?

¿Quien piensa en los restos del caballo que fueron humus para el nogal que te ha dado esa nuez que ahora saboreas y te nutre?


Que tus cenizas sean flores.


Dice Shunryu Suzuki en su libro Mente Zen: "Cuando hacemos algo debemos consumirnos por completo. Como una hoguera bien encendida, sin dejar  huellas de nosotros mismos.


Para no dejar huella, cuando se hace algo, hay que hacerlo con todo el cuerpo y toda la mente. Hay que concentrarse en lo que se hace. Hay que realizarlo por completo, como una hoguera bien encendida. La hoguera no debe disiparse en humo. 


La persona ha de arder por completo. Cuando uno no se quema por completo, queda la huella de lo hecho. La actividad zen es la que queda consumida por completo, sin nada restante, excepto las cenizas."


El maestro Yupanqui entrevió también que el supremo destino de trascendencia es el no dejar huella personal, sino la fusión en el todo, y el florecer en forma anónima.


Dice él en "Destino del canto":


"La luz que alumbra el corazón del artista es una lámpara milagrosa que el pueblo usa para encontrar la belleza en el camino, la soledad, el miedo, el amor y la muerte.


Si tú no crees en tu pueblo, si no amas, ni esperas, ni sufres, ni gozas con tu pueblo, no alcanzarás a traducirlo nunca.

Escribirás, acaso, tu drama de hombre huraño, solo sin soledad…

Cantarás tu extravío lejos de la grey, pero tu grito será un grito solamente tuyo, que nadie podrá ya entender.


Sí, la tierra señala a sus elegidos.

Y al llegar el final, tendrán su premio, nadie los nombrará, serán lo “anónimo”, y ninguna tumba guardará su canto…"


¿Quién se acuerda del poeta cuando la voz del pueblo adopta su canto?


Que tus cenizas sean flores, nutridas por el anónimo humus que da vida silente tras una completa descomposición y desaparición.


Hoguera completa, sin humo. Total.


Que tu pisada no deje huellas,

Que tu palabra se monte en la brisa... Y se pierda.

Que el sol te vuelva invisible y libre de sombra, como la potencia sin oscuridades de un gran mediodía.


Que tu hacer no se vea

Que tu voz sea viento.


Que no tengas nada para enseñar.

Que tus libros sean la montaña

El comportamiento del río

El árbol

La noche y el sol

Y toda la música que componen en conjunción.


Que hagas sin intervenir, como la tierra.

Que lo simple sea tu ruta y camino,

Y tu legado el partir.


Jbv

martes, 4 de agosto de 2020

"Lo mas importante es el Newén"



Gran sachásofo de la patria truncada, Pincén era quien tenía la palabra justa para llegar al espíritu de sus hermanos. Tenía el consejo sabio y el grito de la tierra aún libre en su garganta. Por eso lo llamaban Gñempin, "dueño del decir", "el que habla lo sagrado".

"Lo más importante es el Newén"
---
Cuentan algunos relatos de la frontera que cuando cayó prisionero el bravo cacique Vicente Catrunao Pincén, líder guerrero y espiritual de los Günün ä küna a manos de las tropas del ejército argentino en 1878, el coronel Conrado Villegas, apodado por los mismos indios "el Toro" por su coraje en combate, le preguntó durante un breve diálogo: "¿qué es para usted lo más importante?"

El jefe rebelde respondió imperturbable: "¡lo más importante es la fuerza!"

Villegas se quedó en la superficie de la respuesta, y orgulloso ante su rival vencido, lo confinó a morir de tristeza en la isla Martín García. 

 Conversaciones posteriores con un hermano de lucha de Pincén aclararon un poco más al Toro la enigmática respuesta del líder Pampa: "El gran jefe se refería con la palabra 'fuerza' a la Energía, el Newén, la vitalidad poderosa que sostiene a cada uno de nosotros y a todas las cosas. El que forja y cultiva un poderoso Newén vive sano y fuerte. Quien puede ver y conducir el Newén puede curar y salvar a su hermano. 

Todo tiene su Newén: el cielo, la tierra, el sol, la luna, las estrellas, el trueno, los rayos, el relámpago, la nieve, la lluvia. En la tierra habitan las plantas, ríos, volcanes, cerros, piedras, la medicina, y cada uno de ellos tiene su propio Newén. El ojo de agua, los caballos, todos nuestros recursos naturales lo tienen. 

La tarea del hombre de fuerza es comunicarse con los distintos Newén para mantener el equilibrio natural. 

Pincén sabía todo esto y nos lo enseñaba, por eso era un líder sabio y tantos años le ha costado a usted, a pesar de sus armas, vencerlo. Ahora todo ha terminado, pero su Newén es poderoso y no será fácil extinguirlo".

Retrato del líder Vicente Pincén realizado por mi hermano Jerónimo del Carril.

domingo, 2 de agosto de 2020

Lecciones médicas del Tao Te Ching: capítulo 3



El estado en el que se hallan nuestro espíritu y nuestra mente es de vital importancia para la salud integral de la persona.

 

 

 

Por eso, quien porta la sabiduría médica orienta en este sentido a quienes llegan a su puerta, y él mismo es testimonio vivo de lo que recomienda a otros como camino hacia el bienestar.

 

 

 

Enseña a no dar excesivo valor a la inteligencia conceptual y dualista. Así logra evitar las discordias interiores y la fragmentación entre debo/no debo, bueno/malo, soy esto/soy aquello, tengo razón/no la tengo.

 

 

 

Enseña la frugalidad y a simplificar, a desconfiar del lujo y a no impresionarse por las riquezas y las complicaciones. Así la mente deja de robar energía, salud, tiempo, serenidad, buen sueño, aplacando la codicia y sabiendo cuándo es suficiente.

 

 

 

Enseña a no deslumbrarse por los artificios que la civilización ofrece. Así el corazón abraza la sencillez, se vuelve más puro, natural y menos embrollado.

 

 

 

El gran médico se ocupa de la salud física, espiritual y psíquica, enseñando meditación y cultivo energético; vaciando la mente de pensamientos, a ir más allá de ellos, observándolos con ecuanimidad, y llenando el bajo vientre de energía vital a través del correcto trabajo respiratorio. Muestra el camino de vaciar el corazón de deseos desenfrenados y de gestionar adecuadamente las emociones para que no se vuelvan factores de desequilibrio patológico. Aclarando el corazón y robusteciendo el cuerpo físico hasta la última célula.

 

 

 

Ayuda a los dolientes que acuden a su puerta a abandonar el lío mental, a serenar el incesante monólogo interior, a calmar los desenfrenados e insaciables deseos de más.

 

 

 

Muestra que cuanto menos hacemos por arreglar las cosas, mejor éstas se arreglan.

 

 

 

Solo se deben quitar obstáculos a la natural capacidad del Ser de vivir en salud y a tener paz en el alma. No exista nada más que hacer.

 

 

 

jbv