jueves, 26 de agosto de 2021

Cultiva el yin, apaciguar el yang

 



Cultivar el yin como quien protege una delicada flor es un poderoso propósito en este mundo tan desbalanceado hacia el polo yang.


Nunca es un camino correcto seguir avanzando e imprimir más movimiento cuando todo se dirige hacia el abismo. Mejor destapar la botella y sentarse a descansar bajo la sombra del arbolito.


Dulcificar el carácter, 

limar las aristas,

Embotar los filos,

Aprender a aquietarse y abandonar la agitación interior.

Ahondar en el silencio y descartar tanta palabra.

Escuchar en lugar de hablar,

Asumir sin vergüenza la ignorancia en vez de decir cualquier cosa.

Abandonar la especulación es más adecuado que interpretar y calcular.

Dejar en paz es superior a querer convencer.

Simple es mejor que complicado.


Guardo los tres tesoros que me legó mi maestro en mi bolsito andariego:


Abrir el corazón, el centro afectivo, actuar con coraje y nutrir al mundo desde el amor. El amor como fuerza creativa, no esa ñoñés namasterosa de querer a todo el mundo. El amor como poder trae balance al mundo.


Vivir frugalmente, para tener de sobra para dar.


Saber siempre ceder, sin jamás ceder el poder personal.


Así, el andar es más liviano,

El mundo se equlibra un poco en su desorden.


Abrazar el yin,

Sedar el yang,

Nutrir la hembra,

Apaciguar el macho.


Aquél a quien pertenecen las cosas ocultas enseñó a vivir más allá de los contrarios, a estar en el mundo sin ser del mundo. 


No preferir ni aborrecer, ver el desbalance y restablecer el balance. 

Actuar con valentía cuando es necesario.

Ceder con valentía cuando es necesario.


Cultiva el yin como quien cuida un jardín.

Contener el yang como quien doma una fiera peligrosa.

Si cuidas las plantas, puedes aún podarlas.

Si te subes a lomos de un tigre, no te bajarás de él cuando vos quieras.





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