viernes, 6 de agosto de 2021

Susurros del I Ching. De la montaña a la desintegración

 



Aquietándome como aconseja la Montaña, el viaje se hace sin ruido dentro.


Los pensamientos no corren más allá del presente absoluto.

El sentimiento no se aparta un centímetro de su autenticidad.


En esa quietud desapareces, ya nadie puede identificarte con viejas etiquetas ni juicios antiguos.


Ya no estás ahí.


La montaña sostiene sin diferenciación a todos los seres que acuden a ella. A los bosques, las aves, a los que se aventuran por los estrechos senderos de la ascensión. Al ermitaño que hace de ella su morada.


Ni tampoco retiene a los que se retiran. Al agua del manantial que fluye hacia abajo, a las nieves que en la primavera dicen adiós, a las bestias que descienden al valle en busca de pastos más frescos durante los inviernos helados de la altitud.


Todo silencio, toda quietud.

Sin forzar. Si viene un sismo, no se resiste. La estridencia se oye en toda la comarca. Resistirse al sacudón solo lleva a la ruptura, a la desintegración.

Da cauce a tu potencia. Oriéntala hacia la creación. 


Nadie que se sienta en meditación debe forzar su aquietamiento. El gato se levanta sin más cuando ya fue suficiente. No rompe su armonía en el esfuerzo. La elegancia es la simpleza. La eficacia es la soltura.


Muévete cuando debas moverte. Aquiétate cuando corresponda. Ese es el silencio, esa es la quietud.


No desintegres tu integridad forzando acciones que no sientes. 

La montaña es la montaña, y solo quedan las alturas para el caminante de lo incierto, para el buscador del punto exacto del auténtico sentir y el senderista de la libertad interior.


Susurros del I Ching. Hex. 52, La Montaña, el Aquietamiento, mutando al 23, La Desintegración, partirse, separarse.


Foto: Amados cerros de Anfama, provincia de Tucumán.

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