jueves, 4 de noviembre de 2021

El camino aprendid

 El camino que fui aprendiendo es un camino sin luces, en el que el heroísmo no tiene mucho lugar, ni la maestría del gran orador puede ejercerse.


Donde el aplauso jamás llega, ni la virtud que gusta a los hombres puede practicarse de manera brillante. Un camino irracional y sin sistema alguno, en el que quien parece avanzar va para atrás y el que va para atrás avanza.


Algunos lo oyen y enseguida se ponen a practicarlo sin titubeos.

Otros lo conocen y dudan, andan un poco y al no hallar beneficios se apartan.

Los más alejados del insípido sendero que aprendí, al escuchar de qué se trata se matan de risa y se palmean la espalda unos a otros.


Allí donde la fama aparece la virtud zozobra. En los debates y argumentaciones la sabiduría cultivada en el corazón se escabulle como un fantasma.


Andar el sendero sin dejar huellas,

Tener maestría en obviedades,

Ser fugitivo de la exageración y lo especial,

Invisible,

Amar a los cercanos con rostro, no a la Humanidad,

Apaciguar el brillo,

Desacumular conocimiento,

Acumular ignorancias.


Escuchar activamente y con el corazón abierto moviliza portentosamente la energía de la persona que logre encontrarte entre la niebla. Y la cura.


Ceder.

Este camino se trata de no tener razón y de jamás ser coherente para los cánones de bronce.


Ser capaz de transmitir el conocimiento silencioso con la mera presencia, olvidando el plan, frustrando todas las expectativas ajenas y traicionando todas las maquinaciones que el mundo tenía preparadas para vos.


Irse. Sin aferrarse a la obra realizada. Alzar los hombros y aturdir con la risotada irreverente la seriedad de los que buscaban otra cosa más estimulante es el camino burlón del Cielo.



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