El ruido interno es el residuo que deja el inútil pensamiento.
Todo ese tejido de diálogo que no tiene otro destino que la agitación y que va dejando capa tras capa de mugre.
Me rodeó el noble humito de incayuyo, que como trapo mojado o escoba de paja barre ese tierral.
Y abajo está la claridad, el foco y el silencioso estado natural del corazón aquietado.
El auténtico pensar surge entonces, teniendo espacio para rodar libre y tranquilo.
La idea acabada llega, la revelación hace su destello.
Me aburrí hace tiempo de diseñar la salvación del mundo. Más que pergeñar ingeniosas soluciones a los grandes problemas de los hombres,
Prefiero indagarme interiormente y descubrir en qué estoy contribuyendo al caos.
Rectificarse es realmente un aporte invaluable.
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