Entregarse a la Vía del Cielo es como no consagrarse a ningún camino en particular.
Sin decir por aquí o por allá,
El destino final es el encuentro con uno mismo a través de los otros, que no son más que los diferentes disfraces que utiliza Dios para deambular por aquí en la tierra.
Tanto como el hidalgo Quijote o el porquero Panza, las andanzas sin más motivos que recorrer lejas comarcas,
Nos acomodan a cada cual con sus delirantes batallas y justicias,
Y a cada quien premian con su Ínsula Barataria, sus honras y humillaciones.
¡Hacia los demás, amigos!
Hacia los demás, que allí están la única cordura y despertares posibles.
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