jueves, 30 de junio de 2022

¡Qué impedimento los conceptos!

 



No se puede pensar el mundo desde tu propia provincia,

Ni a los otros desde el propio acotado y mezquino sistema de creencias.

Cada lugar y cada persona es una fugacidad inasible que se escapa en la primera etiqueta.


Y paradójicamente entendemos que podemos conocer el mundo sin salir por la puerta y entender los caminos de Cielo sin mirar por la ventana.


Los disfraces del mundo avanzado se descascaran en una conversación, y el salvajismo de los pobres se viste de seda frente al ocaso de los reyes.


En cada taberna una revelación, en cada templo un desengaño.

En cada santurrón un rabioso iracundo, y en cada descastado un amoroso hospitalario.

En cada justiciero un tocapelotas salvador de la humanidad y en cada desentendido de las cosas del mundo el natural extender la mano sin importar a quien.

En el académico toda la soberbia de los claustros

Y en la gente sencilla del campo toda la sachasofía del mundo.


¡Qué impedimento los conceptos!


Lanzar al tacho todas las ideas de cómo son las cosas, no predicar nada con la boca, y dedicarse a simplemente a disponerse a toda posibilidad con los ojos y los oídos bien abiertos y los labios sellados.

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