martes, 14 de diciembre de 2021

Descartar la falsía

 



Cuando lo que prima es razonamiento y no una honda disposición a la comprensión, estimo que la sabiduría no será lograda.


Cuando lo que hay son gestos de benevolencia, justicia, amabilidad y un permanente y azucarado decir sí, y no amor y verdadera compasión (que incluye por supuesto la dureza), percibo que el auténtico servicio que emula al Anterior a Todas las Cosas no se podría llevar a cabo.


Si lo que hay es apegarse a una fórmula, a una posición determinada, a un modo de respirar y no un suelto silencio tan hondo que soporta incluso la pronunciación y el gesto, me temo que la quietud perfecta y el vacío perenne no serán realizados.


No hay mérito para la Gracia, Dios la otorga con misterioso criterio.


No preocuparse tanto por avanzar en algún imaginario camino de luz.


El cómo es indecible.


Mejor escrutar con ojo agudo los rincones de la presencia y acechar con férrea determinación la conducta. Ahí, en ese centímetro cuadrado está la iluminación y el despertar. 


¡Éxito en lo pequeño!


El descarte de toda falsía y rasgo inauténtico parece ser del agrado del más antiguo de todos. Tal vez así quizás alguien pueda hallarse a sí mismo fuera de todo convencionalismo.


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