Apartado interiormente de las ansias del mundo, él no parece especial.
Amablemente deambula despreocupado entre el bullicio de la feria y no acuden a él pensamientos de menosprecio.
El tesoro está oculto en lo cotidiano de las horas del día.
Jamás en las lejanías y excentricidades, en la llamativa apariencia o en los discursos extravagantes.
El metro cuadrado que pisa al andar es el templo en el que reza su callado salmo y el vínculo con aquellos que ama su dojo de práctica.
El agua de celestiales vertientes, las hostias y las concientes comidas pránicas no son más sagradas que un vaso de áspero vino y un guiso de fideos con carne entre los que se aman y gozan de su mutua compañía.
Hay un mapa del tesoro en el observarse profunda y honestamente y descartar toda sombra producida por la mente.
Porque más allá de la sombra está el cuerpo que habla.
Más allá del cuerpo está la mente que clasifica, prefiere o rechaza.
Más allá de la mente está el Testigo….
¿Quién estará más allá del Testigo?
.
.
.
No hay comentarios:
Publicar un comentario