jueves, 9 de diciembre de 2021

El espejo

 



Cuando me siento y me dispongo holgadamente a contemplar la vida ordinaria como un sueño, encuentro todos los símbolos para la comprensión interior.


El inconsciente colectivo habla en carne viva, y en él vislumbro también el mío personal. 


Vi mi muralla, mi miedo irracional, mi dependencia de lo externo, mi orgullo de hacer lo que debía como el gran salvador del mundo que soy.


Vi la soledad y el desamparo de aquellos a los que yo exigía un pase y certificado para poder acceder a mi magnífica presencia, para ser merecedores de mi favor y mi amor.


Vi el desprecio que siento por el que toma caminos diversos al mío, y el estado de abandono en el que dejo a quien no logro ni quiero comprender.


Luego despierto al borde de una zanja, como un ebrio amanecido.


 Y el mundo se ha vuelto completamente loco, ejerciendo en mil formas el sueño que soñé, disponiendo descarnadamente todos los símbolos como en una obra de teatro.


 Mi inconsciente desnudo ahí afuera me enrostra mi conflicto interior, la distancia que impongo, el encuentro solamente con el igual y todo mi desprecio por el distinto.


Y ya no sé si soy un loco mundo soñando que soy yo, o yo soñando que mi locura se ha vuelto mundo y muralla.


Entre la multitud esclarecida que se agolpa en la feria intento ocultar mi completo desconcierto.

Atónito y embobado contemplo como entre los confusos vahos de una borrachera las risas y la seguridad de todos.


Se que estoy borracho, y sentado en un cordón de la vereda, al borde del tumulto, percibo las muecas, las risitas y los cuchicheos. Intento no avergonzarme, y espero que el sol y la inoperancia me aclaren el amanecer.


Pero sé que esto también es un sueño, de psicópatas controladores y santos, de valientes y cobardes, de olvidados y amigos distraídos.


Todo el gran espejo se rompe de un piedrazo, en mil pedazos vuelan los absurdos subterfugios y la completa ilusión de seguridad. 


Y el guachín travieso que lanzó la piedra huye en su motito ruidosa hacia la barriada donde no existe esto o aquello, donde nadie queda solo ni afuera, y donde la botella cortada de gaseosa llena del jugo místico circula con pase libre entre la ronda de la vida.

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