Y vi que la expresión más elevada de comprensión es el silencio y una serena alegría.
No un silencio forzoso, sino uno que incluso pronunciando palabras, éstas no cargan con ruido adentro.
Todo aquél que ha entrevisto algo del Gran Misterio, o que ha logrado reír de la Broma Cósmica a carcajadas no puede más que callar y no enseñar ningún sistema ni doctrina,
Y simplemente soltarse a hacer el viaje en total presencia del Amado hasta ser llamado de vuelta a casa por la Oscura Madre.
Como cuando niños, la abuela Porota tocaba la campana llamando a la merienda a esos traviesos niños que entregados por completo al juego andaban perdidos por el vasto campo.
.
.
.
No hay comentarios:
Publicar un comentario