jueves, 9 de diciembre de 2021

Gozo

 



Lo primero es ser lleno de gozo, y luego podremos relacionarnos libre y desapegadamente con las cosas. 

El gozo no tiene nada que ver con tener. 

El desapego tampoco con no tener, sino con que las cosas, los vínculos y las identificaciones no te tengan parasitariamente a vos.


Si la “felicidad” está en las cosas, cuando estas se retiran, con ellas se va también la felicidad.


Quien encuentra tranquilidad en alimentar a ese monstruo que cada vez pide más llegará indefectiblemente a un callejón sin salida.


Quien se pierde a sí mismo en las cosas y pierde su naturaleza en seguir los dictámenes del mundo, ha trastocado el punto de apoyo y lo ha puesto de cabeza.


Existe algo más antiguo que todas las cosas, que señala un rumbo claro, desasido de cualquier conducta adornada y complaciente.


No busca la felicidad. Simplemente el gozo es su esencia. Su gozo es simplemente derramarse. No se puede acrecentar dándole, no se puede disminuir quitándole.


Quien tiene vista clara puede ver en lo pequeño la manifestación de un goce cósmico y divino. 

Es inexplicable.

Simplemente hace lo que tiene que hacer para la gran obra, se contenta con tocar la nota para el gran concierto. Esa es su tranquilidad y alegre serenidad. 


Su secreto camino está en los pliegues de toda la trama y en el corazón de quien lo tiene siempre presente, del que suspende la incredulidad y acude sin dudarlo al llamado del Inesperado, del Súbito, de la voz del que es Anterior a Todas las Cosas.

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Pintura: Lupita por Mariana Zuñiga

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