lunes, 28 de marzo de 2022

Regreso


 


Asociarse con el Gran Camino,

Guardarlo en el corazón permanentemente.


Expresarlo en el acometer nuestros asuntos de importancia y en el dejar pasar las nimiedades con anchurosa condescendencia.


Manifestarlo en la salud y vitalidad de nuestro cuerpo.

Un espíritu fuerte y sereno.

Una mente ágil y enfocada.

Un vehículo-cuerpo resistente, flexible, funcional y saludable.


Todo tiene sus leyes de las que no podemos hacer caso omiso.

Todo sigue un orden pacífico, implacable e imperceptible. Todos los seres están haciendo exactamente lo que está en su íntima esencia hacer y ninguna otra cosa.


Salvo la loca especie de los hombres, que como forasteros del mundo andan a tontas y a locas buscando el rumbo de vuelta a casa.


El cielo tiene su Vía,

También la tierra,

Las aves,

Las aguas,

La Pampa,

La selva y la montaña.


Toda la salud del mundo reside en regresar acomodándose a estas disposiciones y ordenanzas.


En retornar al origen por el camino ancestral y en no ser capaces de hacer otra que lo que está en nuestra auténtica naturaleza ser. 


Hasta que la simpleza se haga regla y fácil el andar.


El carácter da cuenta de ello,

La mirada,

La risa,

La libertad,

El corazón,

El coraje,

La dulzura,

La amabilidad,

La fuerza,

La pasión.

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domingo, 27 de marzo de 2022

Sin comprender

 


Lograr practicar tu sabiduría es la cumbre.
Ser auténtico con lo hallado dentro de uno tras recorrer los socavones del alma es una maestría silenciosa.
No obstinarse en conocer la razón última de las cosas, una bendita liberación.

Que el amor supere siempre tu entender el comportamiento de tu ser amado.

Es más sencillo así que hacer de todo una bandera o un laboratorio,
De cada vez que abras la boca un seminario explicativo o una docencia infumable,
Y hacer de esto o aquello siempre caminos opuestos sobre los que hay que andar convenciendo a la mente con razones para ir por aquí o por allá.

Mis gatas así están amorosamente cerca mío, como se van por los tejados en las noches a pelearse, a cazar o a simplemente absorber la luna que las acaricia lascivamente.

No llego a la motivación última de sus acciones.
Aún así las amo, como al río, que desconozco el porqué de su calma, de su furia o de dónde le nacen los consejos sabios que me da para orientar mis pasos perdidos.
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sábado, 26 de marzo de 2022

Pescar sin anzuelo


 


Cuando nada pienso y nada razono es cuando comienzo a comprender.


Cuando nada hago y en nada me ocupo es el momento en que las cosas salen mejor.


Cuando rompo la brújula, hago callar a la gallega y mis pasos son inciertos es cuando más orientado va mi corazón.


Pregunté a Silencio y no me respondió.

Hice la misma consulta a Confusión y me dijo puede ser por aquí pero también por allá.

Planteé la cuestión a Erudición y me tiró con un libro lleno de frases de otras personas elaboradas a su vez por otros.


Un viejo loco que pescaba sin anzuelo en un río seco me invitó a sentarme a su lado.

Ahí, como un destello, contemplé la vía del Cielo y el chiste en el que estamos inmersos.

Desde ese lugar callo estas palabras que digo, garabateo mis confusas certezas y mis inútiles utilidades.


Y me recuesto en mi divina inoperancia, me resguardo en la sagrada ignorancia para ayunar mi hambre de agua y para saciar mi sed de carne sangrante.

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viernes, 25 de marzo de 2022

Buena suerte, mala suerte


 


Buena suerte, mala suerte, ¿Quién podría afirmarlo con seguridad inconmovible?


Las desdichas se presentan con llamativos vestidos, y la ventura aguarda escondida tras los pastos en algún recodo inesperado del camino.


A veces la fortuna trae oculta en los pliegues del vestido un atado de desgracias.


Simplemente es.

Sin otra cosa que su manifestación auténtica que no puede de ninguna manera ser de otro modo.


Y nuestra mente nombrando,

Y nuestros miedos atando,

Nuestros anhelos llamando.


Dejar de lado dependencias y apetencias es un acto arrojado e imposible de esconder. 

El que pueda abrir algo más que una ventana para mirar el cielo o una puerta para salir a dar una corta vuelta por el patio logrará encontrarse con esa hembra misteriosa, madre de las mil maravillas que nos trata a todos como a perros de paja.


Ella aterroriza y paraliza como la insondable posibilidad de un abismo, y llama y atrae como un fértil valle que hasta ahora no habíamos recorrido.


Buena suerte, mala suerte, ¿Quién puede saberlo?

Las mudanzas son la regla invariable, y el temor y el temblor de un acto decidido los escalones por los que marcha el guerrero.

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lunes, 21 de marzo de 2022

La ley que obedecemos

 



Comprender profundamente que todo está cambiando de manera indetenible puede modificar por completo nuestro sentido de la vida.


La línea recta es contraria a la naturaleza. 

Lo invariable es sólo potestad del Tao, de Dios, del Cielo, de lo Creativo, del que es anterior a todas las cosas.


La coherencia es una fijación y una enfermedad de la mente.

Lo que es siempre igual está podrido por dentro.


Abandonar los lugares rígidos y entregarse al resultado de la mutación. La espontaneidad, la creación de valores propios hijos de la experiencia es la vitalidad y salud que evidencia un niño.


Si el eterno retorno de lo idéntico nos sale al cruce en alguna vuelta de la calesita escupirle en la cara un “¡Así lo quise!”


Romper la distancia entre el adentro y el afuera es salud.

El aislamiento del resto por esos malabares mentales de no sé qué evolución espiritual es una patología de desequilibrio profundo.


Todo ser está obedeciendo a una ley. Puede ser la de un concepto rígido como el granito que nos vuelve estatuas, o puede ser la norma del Cielo, que es la de la mutación incesante, y en definitiva, la verdad interior de todo organismo vivo que busca prevalecer mediante la frescura y la flexibilidad y la permanente novedad de la infancia.

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sábado, 19 de marzo de 2022

Sin nombrar

 



Para sondear este Gran Misterio hemos viajado hasta aquí, o tal vez simplemente para recostarnos perezosamente sobre el pasto a escuchar cómo el viento discute con el río y se enreda en el juncal.


En la mente hay mucha confusión, ansiedad, callejones sin salida y bifurcaciones sin solución.


Es un salón lúgubre lleno de estantes con libros polvorientos y humo de cigarros. 


Las respuestas nunca están en ese antro.


Encontré atisbos de comprensión al contemplar en silencio los movimientos del Cielo y de la Tierra, impidiendo que la razón irrumpa abruptamente con su vicio horrible de querer nombrar.


¡Qué bella la noche! La luna habla displicente como una gata, hermosa e impiadosa como la flor del cactus santo que tanto regala ternura como espinas.


En la cueva secreta del corazón existe el mismo principio y se habla el mismo lenguaje guacho de palabras y de cabeza.


Y la misma fuerza que llena los valles desgastando las montañas, que oscurece a los que brillan e ilumina a los que se ocultan, que crea vida matando, que domina la furia con la quietud, es la que rige los principios del poder Creativo, altamente vibratorio y expansivo vulgarmente llamado amor.


Quitarse las gastadas sandalias y despreocuparse completamente de comprender, de hallar algo, del mañana y del ayer.


El Gran Misterio se expresa con su voz callada cuando el mundo se detiene, en el infinito y cósmico espacio que media entre una exhalación y una inhalación, en el entrecejo cuando el diálogo interno cesa y se puede compartir una mañana entera con alguien en el más cómodo y conmovedor silencio.

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viernes, 18 de marzo de 2022

El barquero solemne

 



En la pequeña barca que navega por el río, el barquero carga valoraciones, solemnidades, justicias y castigos.


Va pesada la barca. El barquero infla el pecho y sus ojos centellean de vigilancia. Lanzan fuego a los jocosos que ríen chapoteando en el agua, a los que bendicen el barro que se arrojan unos a otros como juego cargado de santa y niña violencia.


El sublime barquero pasa, resopla disgusto y desprecio. 

Todo lo santo e inmaculado lo aplasta hasta provocarle una horrible joroba en su espíritu gris. 


Como la luna lasciva observa furtivamente en la noche a los amantes que con desparpajo expresan su potencia vital y su ansia de vida entre los sauces de la costa que con sus hojas colgantes acarician y dicen a dios al río que siempre se va.


La barca está cada vez más pesada y el agua está bajando de forma preocupante.


El cielo está lejos esta mañana, y el barro repugnante del fondo del arroyo está casi a la vista del severo despreciador de la tierra.


La barca llena de valoraciones no puede avanzar más. Bajante, barro y el Gran Camalotal florido en el que los remos se enriedan protestando.

Un coro de niños risueños y de salvajes adoradores de la tierra y de la vida se lanzan al rescate del tenso valorador.


¡Salvenme! Ruega tembloroso. ¡Pero sepan que merecen el peor de los castigos, el destierro y la sanción! ¡Burlones! ¡Irrespetuosos de lo sublime! ¡Adoradores de lo pasajero y lo que tiene olor!


Con horror, escuchó que para sacarlo de allí era menester aliviar la barca deshaciéndose de la pesada carga. Sino, la noche caería sobre el.


A las aguas del arroyo fueron a parar los juicios, todos los debes y no debes, el ansia de castigar y vigilar, la solemnidad.

Lleno de desconcierto, el barquero vio que su barca ganaba flotabilidad. Los niños reían, maldecían y los salvajes adoradores de la tierra se embarraban hasta la cintura tratando de mover la embarcación.


La barca empezó a flotar y a ser llevada aguas abajo, liviana, por la corriente que también parecía reír.

El horrorizado barquero veía su carga perderse y hundirse.

¿Qué haré yo ahora con toda esta voluntad de cargar cosas pesadas??! ¡Malditos sean ustedes aliviadores del espíritu!


Al fin se perdió en un recodo del río y los niños y los salvajes siguieron jugando, los amantes amándose y olvidaron al barquero de inmediato, porque todo lo que es se lo lleva la corriente del río de la vida, y ya no vuelve más, sino es transformado.


Cuentan que alguien vio al barquero volver, menos tenso, algo risueño, con la barca vacía.

Un día bajó a la orilla, lanzó barro violentamente contra la cara de uno de los niños. Éste río a carcajadas y se lo devolvió. El barquero también río, y no le dio importancia al ver que la barca se iba, vacía, liviana, a la deriva, suelta, por la corriente del río que siempre se va y que se lleva todo hacia la transformación definitiva.

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jueves, 17 de marzo de 2022

Dar sin dejar pistas


 


Quien está todo el tiempo cavilando y pensando en el resultado de su obrar pierde pronto la serenidad. El ansia se hace presente y empieza a saltar de acción en acción, a cometer torpezas y pequeñas indignidades cuando las cosas no salen como son esperadas.


Sin desconocer el objetivo, descartar inmediatamente la necesidad de su cumplimiento y entregarse totalmente al proceso.


Acompañar al hijo aún sin entender adónde va,

Amar a quien hoy esté a mi lado sin exigir nada,

A los padres tal como son sin ya buscar su aprobación,

Escuchar al amigo sin juzgar.


Cumplir con la tarea sin apegarse a los frutos,

Caminar sin dejar huella,

Dar sin dejar pistas que conduzcan hasta tu mano abierta.


Nada dice en el día que la Luna ha pasado por aquí.

Ningún ave deja impreso algo de sí en el aire cuando vuela.

Todo árbol hace madurar en silencio su fruto, y al momento de soltarlo, ya está trabajando secretamente en su siguiente floración.

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lunes, 14 de marzo de 2022

Qué gran viaje!

 



¡Qué delicado aroma tiene ese amor que puede ofrecerse sin exigir regalías, utilidades ni intereses, por el solo hecho de derramarlo porque nos desborda y no podemos evitarlo!


¡Qué bello gesto adquiere en el rostro aquél que derriba la fortaleza del orgullo y la importancia personal! 


¡Qué serenidad baña el alma de quien pudo ver cara a cara su miedo, nombrarlo y trascenderlo!


Y así, nuestros impedimentos son los escalones que nos elevan, y con ellos la luz. También de esas alturas podemos caer estrepitosamente, y volver a tragar el polvo de toda la amplia gama del ser humanos.


¡Y es tan conmovedor! ¡Tan hermosamente doloroso!


¡Qué gran viaje nos han obsequiado amigos! ¡En qué mágica y misteriosa gira vamos todos embarcados!

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Partir


 


Me gusta cada tanto partir por los caminos, aunque desde mi íntima ermita pueda contemplar la vía del cielo sin mirar por la ventana o sin salir por la puerta.


Me gusta el viaje exterior, conocer comarcas y personas que muevan mi energía hacia nuevos rincones, y también me sienta bien el viaje interno entre mis más recónditos recovecos.


Como viajamos afuera es como viajamos adentro. A la aventura o al tour programado. 

A lo desconocido o al lugar al que las masas acuden en tropel a calmar su ansia de ilusoria libertad.

Con apertura a lo que se presenta o con el GPS indicando cada paso.


El viaje con destino prefijado anula el propio camino.


El andar a pie, a caballo, paso a paso, vagando lento, libre y tranquilo se transforma en infinitas breves llegadas e innumerables encuentros fortuitos con el Gran espíritu que guía a todo trashumante externo e interno.

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Susurros del I Ching, Montaña sobre Montaña mutando a Fuego sobre la Tierra.

 



El aquietarse es bueno, y que nuestro entorno esté quieto también. Pero la realidad es mutación incesante y una quietud demasiado prolongada puede devenir en estancamiento.


Hay que mover. La energía debe circular hacia su lugar correcto permanentemente.


La mejor manera de hacer un movimiento en el exterior e influir sobre él es movilizando nuestros aspectos superiores y elevados, no los inferiores.


Ese flujo sacude las fuerzas de nuestra realidad inmediata, haciendo que el juego entre lo externo y lo interno se desatasque.


Así todo empieza a tomar una poderosa claridad a nuestro alrededor. El aquietamiento aporta mucha clarificación de nuestra situación.


Al mover un aspecto superior de nuestra personalidad la realidad se sacude hacia un lugar más elevado. 


Entonces es el momento de contrarrestar la arrogancia que podría sobrevenir. Es instancia de humildad, de hacernos plenamente receptivos y de ponernos a disposición.


Mover nuestros aspectos superiores es tan sólo para entrar en contacto con una realidad externa más noble, no para liderar nada, para dominar nada. El sabio realiza la obra y no se queda con ella.


Moverse y aquietar.

Aquietar y mover.

Vaciar y llenar.

Llenar y volver a vaciar.


Clarificar lo externo haciendo espacio interior. Oscuridad que es luz y puerta de lo creativo.

No hay nada que el cielo no vaya a propiciar a través de nosotros.

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Susurros del I Ching, Montaña sobre Montaña mutando a Fuego sobre la Tierra.

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Sin esfuerzo

 



Cuando te olvidas del esfuerzo es que tu camino se ha vuelto auténtico.


Cuando tu mente ya no está enredada en esto o aquello es porque tu corazón está sosegado.


Cuando tu andar se desliza sin tensiones, despreocupado y tranquilo, dirigiéndose hacia donde va tu sentir, otras personas sufren tironeos internos y te transforman en una denuncia.


Cuando todo tu ser está descansado, otros se hacen conscientes de su brutal agotamiento.


Se enojan, se llenan de miedo, creen que estás loco o sos malo.


El miedo o la compasión pueden susurrarte al oído que vuelvas sobre tus pasos y regreses al horroroso reino del deber, la honra, la deshonra y la mirada ajena.


Y aunque nadie es profeta en su tierra, no tus palabras infumables, sino que tu energía fácil, simple, fluida, que ya ha vomitado los restos del fruto del árbol del bien y del mal sea una generosa invitación a todas las personas amadas a aflojarse el cinturón, a sacarse los apretados zapatos y meter los pies en el Gran Río de la vida, que siempre llama pero al que pocos acuden verdaderamente a entregarse a sus aguas.

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Capturado el pez, dejar de lado la red.


 


He descartado todo camino sistemático, he aprendido todas las reglas y ahora las he olvidado.


Todo manual de instrucciones es una herramienta momentánea.

Capturado el pez, es preciso olvidarse de las redes.


Encontré mucho tiempo sostén en las muletas hasta que pude soltarlas.


Viajé con mi espíritu por bigotudas filosofías europeas vitalistas, deambulé por atmósferas orientales, me perdí en los desiertos egipcios, busqué la hesiquia en cuevas cristianas, respiré en posturas y movimientos estrictos, me senté largos ratos sobre un cojín frente a una pared.

Hallé comprensiones profundas entre los indios de la América y entre los sachásofos de tierra adentro.


Todo ese viaje ha terminado, y a la vez vive en mi sangre por siempre. Aniquilé las fantasías del rabioso ermitaño y del perfecto monje santurrón.

Y me di a luz en el prójimo y me encontré a mí mismo en los demás.


Supe entonces que los otros son mi dojo de práctica, que los asuntos de la vida cotidiana junto a las personas que amo son los peldaños de la escalera que quiero subir, y que mi única disciplina es descartar todo artificio para encontrarme sin querer con la espontaneidad que pida el instante presente.


Transcribir los mensajes que el Gran Misterio me dicta hilvanando las palabras, un par de agujas y algún yuyo del monte para quien precise sanar, caminar por donde me lleven mis pies ligeros, aquietarme a la orilla del Gran Río para escuchar sus sentencias, consultar los absurdos sortilegios del antiguo libro que clarifica el rumbo correcto y compartir con mi maestro el tecito santo que me limpia el corazón.


Atrapado el conejo, olvida la trampa.

Captado el concepto, abandona el lenguaje articulado.

Cogida la esencia y el meollo del asunto, descarta todo sistema.

Ir liviano de dogmas y reglamento, qué bendición.

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Espontaneidad

 



La espontaneidad requiere mucho de olvido,

De perder la necesidad de tener razón, y de no conservar bajo la manga ningún sistema.


Actuar con inocencia es un hacer sin segundas intenciones. Dar puntadas sin hilo, pasos en la arena que no dejan huella.


Aprender a pescar sin anzuelo,

El arte del tiro al arco sin flecha.

Encontrar la utilidad en lo inútil,

Y a entregar a lo que disponga el momento presente la guía de una acción auténtica.


Ir soltando amarras a un verdadero no hacer que se adueñe de mi barca ya lanzada a la corriente.


Así la risa,

Así el dios jocundo toma el mando,

Y la seriedad del niño al jugar se hace capitán, porque a fin de cuentas, cualquier ruta que tomemos conduce al mismo puerto. 

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Sin exageración


 


Identificar en uno mismo el exacto punto de exageración es una tarea propia de titanes.

La exageración es contraria al Camino y no es posible que prevalezca.


Todo en el mundo natural conduce hacia el centro y a una general armonía. Los excesos se corrigen y no duran mucho tiempo. 

Todo huracán va perdiendo su fuerza hasta agotarse. Toda tormenta acaba pronto contrarrestada por otras corrientes de aire que terminan por aplacarla.

Un temblor dura tan sólo unos segundos.


Una persona incapaz de rectificar a tiempo sus exageraciones está poseída por un ego desmesurado, es sorda y ciega a las fuerzas que se le oponen y que pretenden llevarla a un centro más armónico.

Todo nos está hablando en todo momento.

Va directo al agotamiento, al callejón sin salida o a la muerte.


Prestarse atención de manera implacable para cortar la propias demasías es necesario para no llevar tan lejos las cosas.

Luego volver, soltarse displicentemente a la espontaneidad, a la aniquilación de la importancia personal y la auto imagen fantasiosa de sí. Alivianar, desdramatizar.


Con el corazón orientado a la fuerza suprema que es anterior a todas las cosas, regalarse un dulce olvido de sí,

Reparador, 

Sanador como pocas medicinas.

Pensar todo el día en uno y sus asuntos es una fatal y solitaria enfermedad.

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Susurros del I Ching, Hex. 10, Lü, El Porte, Pisar, Seguir una senda.


 


Siempre hay un camino que seguir, que veces es senda, a veces peldaños de una larga escalera, a veces campo sin huella.


Las situaciones difíciles y riesgosas siempre abundarán para el caminante.

Y el modo y la conducta al andar muchas veces determinará la suerte que te corresponda.


Quien porta serenidad, modestia, apertura, alegría y profundidad como estandarte será capaz de pisarle o tirarle de la cola al tigre sin que éste lo muerda.


Quien ande por los socavones de su espíritu con esta misma actitud, hallará también su propio tigre interior con el que deberá tratar. Nuestros propios tiranos autoritarios.


La conducta no deberá enredarte en conflictos secundarios. Tu camino precisa solo que trates con el meollo del asunto, no con sus accesorios. Demorarse en tonterías, disputas estériles y en un dualismo lleno de ansia puede llevarte a morir despedazado en las garras del tigre.


Muchos sabios pudieron con esta actitud decirle unas cuantas verdades a los dueños del poder y salir indemnes. 

Otros, menos modestos, de porte orgulloso y arrogante, se perdieron en detalles y disputas y sufrieron destierro, castigos y la muerte.


El modo en el que tus pies avanzan por el sendero es una muestra de lo que hay en tu corazón.

Enfrentar y con torpeza y arrogancia o mostrar modestamente una verdad.


Es una invitación a la inteligencia.

Astutos como serpientes y mansos como palomas.


Sin enredarse demasiado. Con valentía y sagacidad. Para enfrentar una situación difícil, o para tratar con la propia fiera interna que amenaza matarnos si nos trenzamos en golpe con golpe con ella.


Si el poderoso tiene nobleza de espíritu sabrá reconocerlo y recibirá lo que este extraño mensajero tenga que decir.


Reconocer tu situación y relación de poder frente a la dificultad clarificará tus pasos y tu conducta.


Que nada se interponga en tu camino ni lo interrumpa por un tonto orgullo. Dejar pasar es un arte supremo.


Ser hondo como un lago capaz de acoger cualquier torrente, tomar la cola de tigre y reírse de su desconcierto.

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Susurros del I Ching, Hex. 10, Lü, El Porte, Pisar, Seguir una senda.

jueves, 10 de marzo de 2022

Holgazanear

 



Mientras el nazareno vagaba por los desiertos de Galilea, holgando en Contemplación, en hondas conversaciones con quienes se acercaban a él, en el compartir el vino, el pan, el pescadito asado en compañía de sus amigos y amigas, la moral occidental, cristiana, católica o protestante, tornó una injuria al Señor toda resistencia a la acción y convirtió a la improductiva dilapidación del tiempo en el peor de los pecados.


Dormir la siesta, un pasaporte al infierno.

No intervenir para arreglar las cosas, un despropósito.

No producir más de lo necesario, anatema anticapitalista.

Suspender la incredulidad y entregarle los asuntos al Supremo, una derrota total de la razón pura y práctica.

Tomarse la vida con más calma, estigma de irresponsabilidad.

El ejercicio lento de lo cotidiano, síntoma de flojera crónica.


Sobre el altar más sagrado del mundo de hoy se depositan como ofrendas:

La productividad

La proactividad

La multiocupación

El estrés

La competencia

El esfuerzo

La velocidad

El éxito

La fama

El desear siempre más

La iniciativa

El lucro

La ganancia

La multiplicación


El plomazo de Kant escribió en su “La ociosidad y el deber de combatirla”: “el valor del hombre estriba en la cantidad de cosas que hace”.


Y yo que andoi por el mundo intuyendo que el valor del hombre estriba en la cantidad de cosas de las que puede prescindir, abstenerse de hacer, necesitar y en su visión germinal para acoplarse al curso natural de las cosas recostado en una receptiva y divina inoperancia.


El pescadito del hijo del carpintero en la orilla y el vino con los amigos,

El despertar de Gautama bajo el árbol Bodhi tras haber abandonado todo hacer,

La visión de Fu Xi mientras vagaba a la vera de un arroyo de que Lo Receptivo e inactivo es la clave para la creación,

La renuncia y el retiro del viejo archivero hacia el poniente,

El inconmensurable silencio del avatar Meher Baba.


Son todos tesoros hallados sin haber hecho nada para encontrarlos.


María sentada a los pies del maestro nutriéndose de la palabra, mientras Marta, llena de resentimiento por el ocio de su hermana hacía y hacía, y no “perdía el tiempo”. Su copa al final quedó sin ser servida.


Quienes esperan vacíos, cuando son visitados son capaces de abrir.


Quienes están saturados de tareas, bienes y ocupaciones no oyen el timbre.

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Del dos hacer uno

 Del uno,

El fruto del árbol del bien y del mal hizo el dos, lanzándonos al reino de la prisión material, a la esclavitud del nombre, del esto o aquello.


Del dos, la alquimia del trabajo interno reúne lo que estaba separado y lo vuelve uno reabriendo las puertas del paraíso.


Si es entre dos, acompañar y compartir los procesos internos de cada cual sin recelos mezquinos.

Entre dos coagulamos en uno.

Si hay recelo por la expansión del otro, por la elevación del otro, por el camino del otro, lo que está separado no se coagula, se dispersa cada vez más. Uno cabalga entre las nubes montado en el viento, y el otro desciende al perro rabioso que culmina en el manicomio y el aislamiento.


Acompañar sin comprender, 

Acompañar sin recelar,

Acompañar sin ensombrecer.


En alguna parte hay una planta santa que contiene el elixir de la unión.

Que cada cual pueda encontrarla y beberla profusamente entre los amantes del Amado.

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Sin sistema

 



Todos los esfuerzos que podamos hacer para disolver o aniquilar el ego no hacen más que afirmarlo y fortalecerlo.


Cualquier sistema que sigas es un subterfugio que se convierte en una trampa que hace que nos concentremos en la red y descartemos el pez.


El olvido de sí no puede practicarse, como no puede ensayarse perder las llaves o los anteojos.


Si lo agitado se apacigua con la calma, 

Si lo alto al fin se nivela con lo bajo,

Si lo fuerte finalmente se debilita sin que nada intervenga,

¿A qué tanta fijación con el desarrollo espiritual, los manuales de instrucciones, este o aquel método?


Todo eso ya no tiene para mí la menor importancia. 

Sentado con mi taza de té santo en la mano observo cómo cualquier sencillez no puede alcanzarse buscándola. 

Cómo la importancia personal no puede perderse pensando todo el día en ella.

Cómo la virtud no se alcanza practicándola.

Es una gran broma del universo que aquellos a los que todas esa cosas espirituales les importa un pito sean las personas más auténticas y libres.


Estando aquí mismo, ahora mismo y en displicente Contemplación puedo ver a ese Yo abandonar su pertinaz insistencia para aceptar de vez en cuando un lugar secundario en la mesa y recibir sin disgusto un vino más barato, a esa artificial humildad empezar a flaquear en su intento, y a los buenos y justos del mundo mostrar su cara más aterradora.

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Parar la moto

 


Parar la moto,

Descansar un montón,

Aligerar el peso, 

Es factor de vida o muerte.


Desarmar estructuras es una ardua empresa de trabajar la voluntad interior.


La enfermedad espera escondida en el camino del tener cada vez más, trabajar incansablemente para pagar cosas que creemos que necesitamos, sostener el éxito "porque no me puedo bajar de esta", y demás locuras que arrastran a las personas a la insatisfacción permanente, el malestar, la internación y la muerte.


El Camino es un camino de desagregar, no de agregar.

De volver las cosas a su mínima expresión, de simplificar, de vagar cada vez más despreocupado y tranquilo.

Y que a todo el andamiaje del mundo se lo lleve el chanfle.


Acuden a mi puerta cada vez más personas agobiadas por la locura del trabajo y la autocondena de tener que sostener cosas pesadísimas.


Nos educaron en el esfuerzo, la competencia, en ser profesionales, en proveer, en siempre poder, y demás atrocidades.

Parecer exitosos, propietarios, 

Es todo mentira y una carrera hacia la muerte.


Hay otra vida detrás de todo eso. Mover el punto de encaje con respecto a estas cosas y aplicarse a la tarea de no hacer nada, o cada vez menos, salvaría la vida de muchas personas ahora mismo.

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Abandonar

 Caer en picada de la idea a la experiencia.

Suele ser aterrador entender que el fantástico mundo de la mente se deshace sin defensa frente al llamado de lo salvaje.


Todos los esfuerzos en crear esos andamiajes de conceptos, morales e ideologías se frustran ante el instante presente si estás plenamente aquí, siguiendo el corazón y sin intenciones de escapar.


La última búsqueda debe abandonarse por completo, para al fin seguir el camino del ningún camino.


Allí es donde está todo y no queda nada al mismo tiempo.

Convivir con ese koan es la cruz que carga el espíritu en su paso por esta curiosísima feria.

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martes, 1 de marzo de 2022

Susurros del I Ching, Los ocho trigramas, ocho fuerzas primordiales que rigen las mutaciones.


 


Cuando eres trueno eres movimiento, agitación poderosa y decidida necesaria para restablecer desequilibrios, temblor que sacude cualquier cimiento. 


Cuando eres el montaña eres santo aquietamiento e imperturbable quietud interior. 


Cuando eres el viento eres persistencia suave influjo de tu voz paciente y sabia.


Cuando eres lago eres serenidad, alegría contagiosa que llama a los alocados arroyos del mundo a amansarse en tus brazos.


Cuando eres el cielo eres la fuerza y el poder creador, el despliegue de lo divino creativo que late en tus adentros.


Cuando eres la tierra eres la mansedumbre, la receptividad y el vacío que permite que las cosas acontezcan sin tu torpe intervención.


Cuando eres el fuego eres la claridad, la brillante manifestación de toda tu conciencia ampliada, que sin embargo sabe que toda iluminación está adherida a lo más humilde, que el espíritu no es aquí sin cuerpo mortal, que el fuego no arde sin la entrega del oscuro carbón, que todo está al servicio de quemarse en pos de la divinidad que vive en nosotros.


Cuando eres agua eres abismo, fuerzas inconscientes y secretas que laten en nuestras honduras. Que sin adentrarse en ellas.... Nada serio puede ocurrir en el avance de tu camino.


Ocho fuerzas, ocho primordiales manifestaciones de nuestro espíritu para toda transformación, creación y destrucción, muerte y renacimiento, luz y oscuridad, fuerza y flexibilidad.


Somos el Cielo

Somos la Tierra

El Trueno

El Lago

La Montaña

El Viento

El Agua

El Fuego


Abraza tus mutaciones, dales cauce y danza con ellas. Así funciona el equilibrio dinámico del universo. No te quedes atrás, atado a muelles absurdos y falsamente seguros.

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Susurros del I Ching, Los ocho trigramas, ocho fuerzas primordiales que rigen las mutaciones.