viernes, 25 de marzo de 2022

Buena suerte, mala suerte


 


Buena suerte, mala suerte, ¿Quién podría afirmarlo con seguridad inconmovible?


Las desdichas se presentan con llamativos vestidos, y la ventura aguarda escondida tras los pastos en algún recodo inesperado del camino.


A veces la fortuna trae oculta en los pliegues del vestido un atado de desgracias.


Simplemente es.

Sin otra cosa que su manifestación auténtica que no puede de ninguna manera ser de otro modo.


Y nuestra mente nombrando,

Y nuestros miedos atando,

Nuestros anhelos llamando.


Dejar de lado dependencias y apetencias es un acto arrojado e imposible de esconder. 

El que pueda abrir algo más que una ventana para mirar el cielo o una puerta para salir a dar una corta vuelta por el patio logrará encontrarse con esa hembra misteriosa, madre de las mil maravillas que nos trata a todos como a perros de paja.


Ella aterroriza y paraliza como la insondable posibilidad de un abismo, y llama y atrae como un fértil valle que hasta ahora no habíamos recorrido.


Buena suerte, mala suerte, ¿Quién puede saberlo?

Las mudanzas son la regla invariable, y el temor y el temblor de un acto decidido los escalones por los que marcha el guerrero.

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