Siempre hay un niño en las sombras que tira y tira para atrás.
Y otro en la sangre rebelde que impulsa a veces a actuar.
Me convocan ambos, ¡risitas escondidas! en su juego maravilloso de acertijos, de encrucijadas y de sueños.
¿A cuál llamado acudir en este instante de desconcierto total?
Eso es lo que hay que develar.
El atroz desafío de oxidarse o revivir.
Uno de ellos me conduce siempre al viejo arcón lleno de polvo de todo aquello que ya no va más. A ocultarme debajo de la cama muerto de miedo, a la rabieta, al capricho, a la total irresponsabilidad y al nunca hacerme cargo.
El otro niño me induce a la renovación de los aspectos de mi vida que se ven gastados, directo al camino de mi destino. Al impulso fresco, auténtico, lleno de espontaneidad, sorpresa y libertad.
¡Dejen de tironear!
¡Niño terrible de la sombra, basta ya!
¡Maravilloso pequeño de la vida, el juego y la regeneración! ¡Séame dado reconocerte de inmediato! ¡Y acudir siempre a tu llamado!
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