Siempre al final doy vueltas por los mismos dos o tres asuntos:
Suspender la incredulidad, ir y ver;
Volver a casa y a los nuestros tras haber ido y visto,
Quitarse del medio y recostarse en la divina inoperancia que nada deja de hacer,
Y quizás algún que otro macaneo más de ocasión.
Ese es el mapa de toda mi largada, recorrida y llegada.
Ahora tengo más tiempo para estar aquí en este momento y en este lugar de una manera activa, líquida.
Sin más búsquedas no hay perderse en los vericuetos de las altas consignas,
Las indagaciones de lo hondo que nos sacan de aquí y nos vuelven Legión, invadidos y fragmentados por los mil y un anhelos de significado.
Todo eso se fue a los cerdos que se lanzaron al abismo.
Fue para mi tan claro que contemplar es recibir,
Que observar es absorber,
Que a ningún lado voy ya con ánimo de dejar mí huella.
Me siento en la mesa, bebo mi copa, pago callado y me retiro lo más discretamente posible.
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