miércoles, 5 de octubre de 2022

La barquita

 


¡Cuánto terror produce andar sobre todo aquello que no podemos ver!

¡Qué doloroso ver de un golpe de vista todo aquello que ignorábamos!

Aguas del inconsciente, 

¡Aventurarse temerariamente a la caminata imposible es el llamado que ejerces sobre mi desconcierto!


Esa frágil y pequeña barquita del yo, que anda a la deriva de olas y vientos. Como un adormecido tripulante me llené de inquietud al ver al audaz que se sumergía en el mundo de lo no sabido, y se alza luego sobre él.


Y reconozco a mi bestia, y a mi cobarde, y a mi salvaje vincular. Y son las marejadas que me llenan de espanto y me hacen hundir.


¡Oh, que magnetismo produce alguien así!

Lo vi acercarse hacia mi frágil barquita y me lancé sin más a caminar por sobre mi mar de inconsciencia. 

Di unos pasos, ¡Valiente! Pero a cada paso sucumbo al terror. 

¡Qué empresa arriesgada!


El loco caminante previamente se había quedado solo, subido al monte de la contemplación a hacer silencio y a ver. 

Luego el internarse en el mar fue su acto seguido.


Nada romántico, nada glamoroso, nada amable, nada de olor a sahumerio ni música de cuencos.


La tarea es titánica, y andar sobre esas aguas que ocultan todo lo que no sabemos de nosotros mismos es arriesgarse a hundirse a cada paso.

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