Un día visité la erudición y me encontré vacío y desnutrido.
Pasé un tiempo en el habla florida y me quedé irremediablemente sin palabras.
En la seriedad y la severidad solo vi soledad, y continúe entonces mi deambular.
Andando caminos inciertos encontré a Dios en el lugar más insospechado, y en lo que se llama práctica espiritual solo una senda de engrandecimiento del ego, una aridez insoportable y una pasmosa abundancia de lugares comunes que matan de sed al que se acerca.
Entonces decidí permanecer estudiando asuntos solo por el amor al conocimiento y a las ideas sutiles,
Y callar devotamente frente a otros para oír su historia, pues todos tienen una que contar si encuentran la palabra.
Y en el río la contemplación,
Y en el boxeo la no-mente
Y en el vino y los amigos la unión,
Y en el santito la buena senda,
Y en mis hijos a mis mayores maestros.
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