jueves, 9 de abril de 2015

Silencio




El silencio es refugio. Allí está tu esencia verdadera,
El auténtico silencio, ese que no se consigue con sólo cerrar la boca.
Silencio de mente, corazón y espíritu.

Es el rumor del Tao, la voz secreta del universo, es aquello que Atahualpa nunca pudo arrancarle a su guitarra. Eso que se oye cuando nos enfrentamos a la inmensidad del vacío profundo y del espacio interminable de nuestro interior.

El ego es quien por lo general habla en nosotros.
Esa ilusión.
Rara vez el verdadero Yo se siente en la necesidad de hablar.

El ego hace ruido, juzga, critica, se justifica y da explicaciones.

Es raro arrepentirse de haber callado. Común permanecer despierto
En las noches por haber hablado demás.

Quien mucho habla, muchas veces queda sin palabras.

La síntesis y la claridad son virtudes que algunos poseen de manera natural,
Pero que con ánimo y paciencia todos podemos desarrollar.
Un buen ejercicio para ello es ayunar de palabras periódicamente,
O escribir haiku.

El silencio interior no impide pegar tres o cuatro gritos cuando hace falta,
O decir la palabra que cabe a quien le quepa.

Quien hace culto del silencio
No suele decir cosas sin haberlas pensado de antemano.
Podrán no ser brillantes sus palabras, pero tampoco serán livianas, banales o huecas.

Hablar demás contamina el alma.
Cabalgando en el ruido se va nuestra energía vital,
Y siempre queda un feo sabor en la boca.

El que habla poco siempre deja a su auditorio
Con ganas de escucharlo un poco más.
El silencio atrae, como un remanso al que navega en el río turbulento.

El silencio es el misterio y el abismo al que los hombres temen asomarse.

No hay ruido que pueda perturbar al que está en el verdadero silencio.

No existe refugio silencioso que dé paz a quien tiene el corazón y la mente llenos de ruido.

El sendero al silencio sólo puede transitarse por sí mismo y en soledad.
Allí te espera tu verdad, tu auténtico ser.


Vale la pena explorarlo.



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