Estar presente en lo que estamos
haciendo es quizá uno de los ejercicios espirituales más plenos y profundos
para vivir cada momento en su totalidad.
La conciencia se amplía y eleva
cada vez más con esta práctica, que puede aplicarse en cada instante de la vida
cotidiana. No hace falta recluirse en ningún monasterio ni irse a vivir a
apartadas montañas o desiertos.
Estar aquí y ahora en lo que
hacemos. De manera total e integradora: mente, cuerpo y espíritu presentes,
integrados en una misma tarea. Eso es una acción total. No hay interrupción ni
fragmentación en una acción llevada adelante de esa manera. Podría decirse que
no es una acción, sino un hecho pleno, espontáneo, de unión total con la
naturaleza, el Tao.
Las cosas simples de la vida
pueden ser los peldaños de la escalera que asciende al Tao. No hacen falta
rituales, alharaca ni aspavientos. Estando plenamente en lo que estamos
haciendo, nos volvemos seres integrales, totales.
Los trabajos manuales son un “gran
templo” para realizar esta práctica. En mi experiencia como carpintero, se puede estar en pleno
contacto con la herramienta, sentir la textura de la madera que estamos
trabajando, el olor al cortar, el peso de la máquina en las manos o la pieza
que estemos manipulando. La mente se detiene en este preciso momento y lugar. No
hay pasado ni futuro, sólo el pedazo de madera, la herramienta, el aroma de la
viruta, el sonido del cepillo al pasar por las vetas.
Si la mente se va, cuando nos
percatamos de ello, simplemente volvemos a lo que estamos haciendo, sin reprocharnos por eso y sin frustraciones. Si vienen
los pensamientos, los observamos, impasibles, y los dejamos ir. Traemos una vez
más nuestra mente aquí.
Cada vez lograremos mayor
conciencia y presencia, volviéndonos seres más integrados, menos fragmentados.
Si estamos en lo que estamos haciendo, no existe división, y entonces hay quietud, iluminación, paz, serenidad. La acción se vuelve algo completo en sí mismo, total. No existe ruido mental allí, ni separación. Estando en lo que hacemos, orientando nuestra vida hacia la simplicidad que nos permita la práctica, podemos volvernos uno con el Tao.
Lo único que existe es el fluir
del presente, no hay pasado ni futuro.
El presente fluye y se escapa
como agua entre las manos, y si no estamos aquí para vivir la sensación de su
frescura, nos habremos perdido la vida viajando en el tiempo, sin haber estado
jamás en ningún lado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario