domingo, 5 de abril de 2015

Tao detrás de las cosas simples

El Tao se oculta detrás de las pequeñas cosas ordinarias y cotidianas. Allí está, entre las flores que brotan en los ciruelos cuando llega la primavera o en las mandarinas del invierno. Nada entre el agua que corre siempre por lo más bajo. Está en el calor del fuego que quema, en el frío del hielo o en que el sol aparezca cada mañana. Detrás de estas obviedades duerme el Tao sin hacer absolutamente nada.


Flor de M'burucuyá, entre la paja brava de un bañado en el Delta del Paraná.


Su ausencia se refleja en el silencio de un hombre despierto frente el barullo interminable de palabras huecas y vanas que brotan de los labios de algún tonto o engreído. Una acción torpe, inoportuna, porfiada y fragmentada denuncia la falta de Tao allí.
Se lo encuentra detrás de las cosas obvias y ordinarias. No brilla, parece insulso, la verdad pareciera que no tiene nada nuevo para decir.

El Tao está detrás de un pequeño logro invisible, tras la correcta y hábil ejecución de una herramienta de trabajo, en la concentración y seriedad de un niño al jugar.







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