El bambú es flexible, y no por
eso débil.
Reverencia al viento que lo toca
y canta junto con él. El bambú se dobla enseñando en silencio que cuanto menos
se oponga un ser a la naturaleza de las cosas, más potencia desarrolla para alcanzar
su plenitud.
Los que se ejercitan en el manejo
de las energías Rei-ki tienden a volverse más fuertes, simples y humildes,
“como una caña hueca”, convirtiéndose a sí mismos en instrumentos del universo.
Pasan a intervenir cada vez menos con su
ego en el ciclo natural de la vida, dejando que la energía trabaje por sí sola,
dirigiéndose a través de ellos a los lugares donde se requiera sanación.
La rectitud sin igual del bambú,
la perfección de su proyección hacia el cielo y sus raíces inmersas y expandiéndose
en la tierra, así como sus nudos -que simbolizan las distintas etapas del
camino hacia la elevación de la conciencia- representan el objetivo de nuestra senda
interior, de nuestro viaje de crecimiento y evolución hasta la unión total con
el Tao.
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