Los compases de la música interior no puede acelerarse o ralentizarse.
Cada cual tiene un ritmo y un tempo del cual no puede distanciarse mucho sin que tarde o temprano sobrevenga la enfermedad, la rabia, la depresión o todo tipo de problemas en la convivencia.
Identificarlo es crucial.
Estar presente activamente en el hacer y en el no -hacer.
Es tu tempo. Algo interno que gobierna toda tu acción, tu inacción, tu modo de sentir, de pensar, de vincularte.
Una melodía personalísima que sopla a través de cada cual, que como una antigua flauta de hueso emite las músicas de lo profundo.
Quien está lejos de su tempo, ya sea para más o para menos, está fuera del centro. Y no tardarán en producirse cien conflictos.
Antes es demasiado pronto,
Después ya es muy tarde.
Observarse y acecharse implacablemente a este respecto es una medida de higiene de lo más importante.
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