jueves, 11 de agosto de 2022

Jugar para el orden general

 Hay un agente muy antiguo de orden y deberíamos jugar para él sin reservas.

A veces, solo a veces haciendo, casi nunca interviniendo. 


Saber leer cuando sí, cuando no, es el maravilloso arte a aprender.


Comprendí que cuando callo mi habla es más elocuente.

En mi quietud soy más eficaz.


Y tengo tiempo de ver al sol saliendo del gran río, de oír embelesado la guitarra de uno de mis hijos y gozar de la magia futbolera del otro.


Solo me meto a podar lo exuberante. Si alguna idea de cómo son las cosas me impulsa a hacer esto o aquello porque desconfío de que se ordenará todo a su modo, consulto al humito del silencio, al viejo libro de absurdos sortilegios o al santo salvaje que me marca el rumbo correcto.


Y casi siempre me dicen que no pierda el tiempo en tontos asuntos y me vaya al aire libre a ver qué pasa.


Las agujas hacen solas su trabajo, las estaciones llegan y se van en orden, los sauces ya empezaron a brotar trayendo de lejos la primavera que aún se guarda escondida en las plantas y animales.


Yo trato de tener tiempo para contemplarlo.

Las cosas se van acomodando a su ritmo, y está perfecto cuando suspendo la incredulidad y lo entrego.

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