martes, 9 de agosto de 2022

Vida activa, vida contemplativa

 Una visión hiperactiva de la vida,

Una contemplativa.

Fundamentalmente dos modos de habitar el mundo.


La acción y la contemplación. No se descartan mutuamente, sino que dependiendo de cual de los dos sea el carácter basal de la persona, la acción estará enraizada en la contemplación, y en el otro caso, la contemplación enmarcada y orientada hacia una acción ya previamente decidida.


Esta es la elección entre el nazareno y el que lideró una rebelión contra Roma. 


El mundo en que vivimos elije siempre a Barrabás, el hombre de fuerza, de acción, que busca resultados, el arrojo irreflexivo, la arenga, la decisión, la búsqueda del éxito, extremadamente yang.

Y clama por la condenación del contemplativo, del manso, del que no se preocupa demasiado por las cosas ni por los frutos de sus acciones, del silencioso, del que se sienta quieto sin hacer nada productivo para este mundo, a hacerse uno con la Fuente y a correr su voluntad de lado para que aquel que es anterior a todas las cosas actúe sin interferencias.


Contemplar es recibir,

Observar es absorber.


El amor ciego a la humanidad entera y a todas las causas nobles del mundo como idea rectora, la lucha exterior y el combate frontal, o el amor concreto y práctico a los individuos reales y cercanos, viéndolos en su auténtica individualidad e identidad. La acción en lo pequeño e invisible, la transformación profunda del ser para que por añadidura se transforme el entorno.


Siempre esperamos al salvador heroico, que nos libere del opresor externo porque creemos que así se liberará algo adentro nuestro también.

Y pedimos la condenación de aquel que sabe que el conflicto es siempre interior, y que sin dar esa batalla, la más difícil quizás, no existe tampoco liberación exterior posible.

.

.

.

No hay comentarios:

Publicar un comentario