El legendario Fuxi recibió el conocimiento del funcionamiento último del universo de la mano de una tortuga mientras holgazaneaba a la vera de un río.
Simbolizando con esta escena que al saber más elevado, a los secretos más hondos del Gran Misterio, a las claves de cómo se manifiesta el Camino en el mundo se accede lentamente, despacio, saliendo y entrando, en calma. Dejando que el tiempo pase y las cosas maduren internamente.
No puede apurarse la sabiduría. Todo el mundo de hoy, con su obsesión express por la inmediatez conspira contra cualquier búsqueda honesta de conocimiento profundo.
Aprender a no hacer, a dar tiempo y lugar a que las cosas sigan su curso natural, a no ansiar demasiado el fruto de la acción, es un arte que es difícil de ejercer entre los antivalores actuales del esfuerzo, la rapidez, la proactividad, el logro y la especialización.
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