sábado, 30 de abril de 2022

El monte Tabor

 



La experiencia de lo divino es un regalo. No existe nada que puedas hacer.

Alguien debe llamarte a subir al monte y regalarte la visión.


Si se te ha otorgado esa gracia, vive plenamente presente el momento y luego déjalo pasar.

Hay que volver a pisar el mundo. Bajar de la montaña.

Algo interno se ha transformado por completo, pero la vida continúa, con ese tesoro oculto en tu interior.


Pedro en el Monte Tabor vivió la experiencia que su maestro le llevó a presenciar. Pero quiso quedarse fijo en ella. Lo sublime lo llamó y no quiso dejarlo.

Propuso levantar tiendas y quedarse allí. ¡Estamos tan bien aquí! Exclamó. No sabía lo que decía.


Quedarse en la cueva interior habitando el lugar mismo en que las dos fuerzas primordiales se detienen a descansar… qué gran tontería querer retener ese inexorable fenómeno.


Atesorar la experiencia,

Bajar de la montaña o salir de la cueva.

Tomar las redes de tu oficio habitual, subir a la barca y continuar con nuestras tareas cotidianas, simplemente guardando un regalo que nos ha sido dado. Nada más.

.

.

.

jueves, 28 de abril de 2022

Apócrifos: La pesca milagrosa

 



Había pescado toda la noche oscura del alma.

Creía haber trabajado duramente.

Encallé mí barca en la orilla y empecé a limpiar y plegar mis redes inmerso en el profundo silencio del amanecer en el que todo se detiene y aquello que debe oírse se manifiesta.


Una voz de pronto dijo: 

“Navega mar adentro, hondo, bien hondo. Anda ¡Suspende la incredulidad! 

Echa las redes en lugares inesperados e insólitos, a la derecha de la barca.”


Comprendí que la derecha es el lado yin, oscuro, insondable, secreto e inconsciente.


Mi Yo tan lleno de importancia personal y orgulloso de su trabajo se resistía.


La voz insistió: “¡Suspende la incredulidad! ¡Navega otra vez mar adentro, bien adentro! ¡Las redes a la derecha!”


Cargué otra vez las redes, empujé la barca y navegué una vez más a lo desconocido.


Eché las redes en extraños y tenebrosos lugares. Y la pesca fue tan abundante que casi se rompían las redes y peligraba la estabilidad de la barca.


Silenciarse.

Oír la voz de la conciencia.

Suspender la incredulidad.

Obedecer a la voz.

Hacer de esto tu modo de vivir.


Bendito aquel que no se vuelve especial. Todo acercamiento a la comprensión acerca, no aleja. 


Feliz aquel que en la orilla, a su regreso de la aventura interior, tiene un amigo

que como si nada hubiera pasado, espera con el fuego prendido y un vinito servido para compartir con él lo pescado.

.

.

.

miércoles, 27 de abril de 2022

Práctica de aquietamiento


 


No siempre la fuerza gana. A veces la suavidad puede ser la estrategia más eficaz. 


Si a lo que ejerce fuerza sobre vos le quitas el punto de apoyo, no podrá hacer pie para dominarte.

Si resistes rutinariamente con fuerza, a veces hallarás una fuerza mayor y serás vencido.


No le des punto de apoyo a la afrenta, aprende a ceder. El vacío es más útil que cualquier poder. 


Cede internamente a tus resistencias. Suelta toda estrategia, vomita tu inteligencia y abandona toda maquinación contra los demás. 


Lo blando y flexible vence a lo duro y fuerte. 


Práctica: 


Sentate quieto sin hacer nada. Dale a tu cuerpo una postura cómoda, él te la pedirá. Olvídate de tu cuerpo, no vayas en tus pensamientos más allá de tu situación. 


Se espontáneo, no fuerces nada, ni la postura, ni la respiración, ni el enfoque de la mente. 


Simplemente sientate frente al río, frente a la llanura, el mar, la montaña. Contempla sin dirección: Las olas, las hojas, los bichos, los pájaros, las nubes, los sonidos. El tiempo que lo disfrutes. Luego, como un gato, que sin razón aparente y con magistral displicencia simplemente se levanta de su pachorra y se va.


Que afuera el mundo siga su curso. Por un rato no participes, no lo resistas. Cede al protagonismo. Contempla sin iniciar el diálogo interno. 


La mente necesita un punto fijo para iniciar un hilo de pensamientos. Simplemente no se lo des. Cede. Si inicia el diálogo, simplemente cambia el foco hacia los detalles de un árbol, luego hacia el pasto, luego hacia el caminito de hormigas, luego a la garza  mora que pasa, luego a la nube. Solo quitale punto de apoyo a la mente. Suave, espontáneamente. 


El aquietamiento se produce gradual y naturalmente. El cuerpo encuentra su comodidad, la respiración  su fluidez, la mente su silencio.


Goza el pleno presente de los detalles de tu contemplación.


Si una rama es muy rígida se romperá. Resiste y perecerás, conoce cuando ceder y vencerás.

.

.

.


Las caídas


 


Todos hemos dado un beso de Judas.

Todos en algún naufragio nos lanzamos a los botes salvavidas antes que las mujeres y los niños.

Todos tiramos alguna vez la primera piedra.

Todos somos el villano de algún cuento, y un lobo feroz para alguien.


La búsqueda finaliza en el punto exacto en el que el juicio se suspende.


Todo engreído muerde el polvo.

A toda estación le sigue la próxima, todo lo que llega alto vuelve a caer y lo rígido se parte con algo tan intangible como el viento. Lo torcido se endereza, lo fácil se complica en un solo instante de distracción.


El conflicto cesa primero en el interior.

La carga se hace más liviana y el ojo más compasivo.


Hacer la propia tarea,

Recorrer los socavones personales, que hay mucho tesoro para extraer de allí.


No hay demasiado que hacer.

Dejar a los otros en paz es ya una enorme contribución al alivio de este rotundo caos.

.

.

.

martes, 26 de abril de 2022

Ir a lo que pide el momento

 



Hay una dulce y eficaz armonía para la cual estamos llamados a jugar a favor.


De aquí que a veces actuar, muchísimas veces no actuar sea lo requerido. Es el gran arte secreto de los magos harapientos y errantes que guardan esa piedra preciosa en su regazo.


Parecen desorientados y holgazanes, pero tienen el tiempo del mundo en sus manos para hacer malabares.


Permitir al flujo natural de las cosas seguir su curso sin interferir desde nuestras pobres y limitadas ideas de cómo son y deberían ser los fenómenos con los que tratamos.


Ir a lo que pide el momento. Comer y beber despreocupadamente los días que nos sean dados bajo el sol sabiendo que el Gran Misterio siempre nos acoge.

Silenciarse e ir al recuerdo de si para luego olvidarse.


Saber cuándo intervenir para cortar demasías,

Conocer el punto justo en el que ya es suficiente,

Entender que toda exageración es contraria al camino.


Y que casi todo, casi todo, no es más que vanidad y correr tras el viento.

.

.

.

lunes, 25 de abril de 2022

Tao de la inmortalidad

 



Sin gestualidad exterior que delate su práctica

Ni adornos visibles que identifiquen un camino,

Se reconocen energéticamente, por imperceptibles sutilezas, aquellos que andan senderos afines.


No se atreven a la vulgar arrogancia de la apariencia,

Nada los expone como especiales. 

Sus tareas siguen siendo las mismas antes y después de la Comprensión.


Su dedicación a los cercanos, el éxito en lo pequeño, el afán por aquello que debe hacerse,

Un amor palpable,

Es el Tao de la inmortalidad.

.

.

.

Ascetismos y rigideces


 


Cuando todo es rigidez y protocolo estricto,

La inflexibilidad psicológica es quien está al mando.


El miedo a la libertad, al propio monstruo capaz de desatar una desolación, es quien idea las maquinaciones de los ascetismos extremos y definitivos.


Ocasiones ocurre que el ritual es muy puntilloso mas el corazón está lejos del meollo del asunto.


Algunas puntuales y precisas privaciones mantenidas en secreto forjan la voluntad y el carácter. Pasado un límite, se vuelven un camino lleno de rencor y juicio mesiánico.


¿Qué tantos kilos de libros cuando ya has comprendido que todo se reduce a tres o cuatro ideas-fuerza? ¿Acaso una honda inseguridad?


La santa búsqueda termina en el punto justo en que florece el poder personal.


Y el siguiente paso hacia el fruto ya es definitivamente propio.

.

.

.

Caminar

 



Abraham escuchó a su conciencia que le hablaba, dejó su tierra natal y la casa de su padre e inició su peregrinaje milenario.


Atahualpa sintió el llamado del camino y entonces tomó al canto del viento como baqueano que lo guiara rumbo a la tierra y sus hermanos. Y así abrazó la sachasofía como bandera.


El viejo maestro Orejas de Ciruelo obedeció un dictado y se encaminó a su extinción definitiva en el oeste.


El bigotudo germánico padre de Zaratustra redactó todos sus martillazos mientras caminaba por bosques, lagos y altas cumbres.


En el andar senderos externos hay un misterio alquímico inexpresable e intransmisible, paradójico, necesario e innecesario a la vez. Las arduas senditas interiores son finalmente las que conducen al centro.


“En lo mucho que he rodao

Por cerros, pampas y montes,

Me han conversao los caminos 

con sus profundas razones.


Consejos tienen las sendas,

Verdades los callejones,

Cuánto más largo el camino

Más hondas son sus lecciones.”


No confiar demasiado en ningún pensamiento que me asalte mientras estoy recostado en el confort es una regla que me obsequiaron estas almas errabundas.

.

.

.

Sin mucho que decir

 



Despertarse con el sol, 

Tomar el mate ceremonial,

Realizar las tareas del día si las hay, recibir a los dolientes que acuden a mi puerta,

Y al caer la tarde retirarme a descansar.


Comer fresco y más crudo en verano,

Caliente y pulsudo en los inviernos.

Tomar las hierbas adecuadas estacionalmente. 

Beber el tecito santo que abre el corazón y señala el camino correcto.

Así se fortalece el cuerpo y se alinea la salud y el soplo vital con el discurrir de las épocas del año.


Practicar el ocio sagrado, andar mucho de la mano de la divina inoperancia, estudiar con hondura viejos textos, consultar como si fueran los padres a las ocho fuerzas primordiales de la mutación.


No es muy vistoso ni épico seguir el Camino, ni muy complicado tampoco.

Las cosas obvias son hoy consideradas como excentricidades, y pocos los que se interesan por los senderos ordinarios.


Mientras el mundo se pierde en novedades y los hombres siguen cursos confusos y embrollados,

El río me sigue dando lecciones,

El juncal silbando melodías,

Los cerros manifestando su quietud,

La selva conservando sus misterios,

Y la llanura aconsejando ser siempre anchuroso y abierto.


No tengo mucho que decir la verdad,

Pero creo en lo poco que se me  dicta para que diga.

.

.

.

viernes, 22 de abril de 2022

Susurros del I Ching, hex. 30, Li, Lo Adherente, El Fuego

 



Cuando Lo Creativo acoge a Lo Receptivo en su seno el mundo se realiza y cobra un brillo especial.


Cuando la conciencia pura asume su humana condición la vida en este plano material se lleva a cabo de manera que su fulgor parece provenir de otros cielos y se manifiesta hasta lejanas comarcas.


“Dedicarse al cuidado de la vaca trae ventura”.


El manso de Dios, en su encarnado paso por este barrio, dedicó mucho de su poder a sanar cuerpos, pues sabía que estos son el recipiente y combustible de la luz.


El fuego, para arder e iluminar, no puede ni por un instante separarse de la humilde leña seca o del oscuro aceite.

Por más elevado que crea ser un espíritu, no puede ni por un segundo perder completamente su adherencia al cuerpo.


Y cuidar y velar Por ese cuerpo es lo que mantendrá viva la llama de ese espíritu hasta que aquél se consuma natural y pacíficamente como el kerosene de una lámpara.


Lo grande tiene a lo pequeño como elemento básico.

Lo elevado se asienta en lo bajo.

La bella flor depende de su invisible unión con la oculta raíz.

Toda luz vive por su intimidad con algo oscuro y perecedero. Quien olvida esta regla se apaga.

Quien se separa de la humildad extingue su llama.


Quien no se dedica con perseverancia al cuidado de lo pequeño, ve que las cosas grandes se le alejan porque pierden su sustento.


La conciencia luminosa surge de momentos de silencio, introspección y de enfrentarse a la oscuridad.

Tu fulgor en el mundo depende de tu adherencia a lo opaco, ordinario y biodegradable.

.

.

.

Susurros del I Ching, hex. 30, Li, Lo Adherente, El Fuego, Estar unido, A la par, El poder de la conciencia.

La broma de Dios

 



Mis desvelos nocturnos en las lunas llenas,

Todas las incertidumbres en los bolsillos y las fantasías debajo del sombrero.


¡Qué propicio es tener a dónde ir! 

La viga maestra del techo a punto de romperse por la preponderancia de lo grande.

Un álamo viejo que retoña,

Una compañera en el largo y sinuoso camino y dos hijos en los que me hago inmortal.


Abandonando toda práctica y especulación,

Destruir la frontera entre lo sagrado y lo profano,

Y olvidarse de sí mismo para tomar un poco del agua clara del río en el que los peregrinos detienen su infructuosa búsqueda.


Para encontrar el tesoro hay que saber que Dios, a modo de broma, lo esconde frente a nuestras narices y que lo disfraza entre los pliegues de lo habitual y cotidiano.

.

.

.


jueves, 21 de abril de 2022

Pedagogía de lo sublime

 



Todo lo verdadero se transmite sin palabras y se comprende en un instante.


Si un solo pensamiento atraviesa el cielo, ese rayo de iluminación se pierde para siempre.


Sentarse por un momento a leer el libro sin hojas con una mente sin ideas, envuelto en la voz pedagógica de lo supremo…

.

.

.


En la extraña feria

 



En esta extraña feria donde todo se compra y todo se vende, andar vacío de virtudes visibles y así todo tener unos ojos que se posan con amor sobre el propio espíritu, es como hallar un rincón seguro en medio de una batalla.


Hacer gala de sí mismo,

Pavonearse entre las ofertas como caballo de desfile.

Una vulgaridad de la que ya nadie se avergüenza.


Uno se exhibe en la vidriera, otro lo compra, y así todo vínculo se vuelve un comercio indigno.


El mono que hizo piruetas frente al rey de Wu murió bajo las flechas del monarca.


Ay de quien merezca un aplauso, de quien coseche elogios…

Las flechas no tardarán en caerle.


El cielo quiera que tras haber escrito estas divagaciones que quién sabe que fuerza me impele a compartir, me halle a resguardo de cualquier felicitación, ya andando caminos que no dejen huella.


Toda medalla es una carga,

Toda habilidad exhibida es una torpeza,

Todo premio una condena.


Incluso Tung Wu, ministro que se abocó día y noche a desarraigar del Reino toda ostentación, a eliminar toda simpatía y exhibición, ha merecido ser elogiado por todos sus compatriotas.


El premio que jamás pudo lograr el maestro Yupanqui fue el anonimato.

Virtud y silencio.

Logro y desaparición.

Hecha la obra, simplemente contemplarla, seguir adelante y no quedarse con ella.

.

.

.

Reancestralización

 



La reancestralización es un camino al alivio de numerosas patologías de la civilización.

La "zoocosis" es el término que se le da al trastorno autodestructivo y anormal que presentan los animales en cautiverio.


Y el hombre del mundo moderno lo es sin duda.


Recuperar patrones ancestrales de conducta y alimentación es un criterio sencillo de comprender. 


Un entrenamiento no debe estar nunca focalizado en un solo tipo de movimiento. Sino que más bien debería ser un no-entrenamiento para nada específico, sino para recuperar todos los movimientos y funciones naturales que nuestra especie ha efectuado a lo largo de su evolución, y que el cuerpo está esperando que realicemos.


Deberíamos ser capaces de:


-Caminar larguísimas distancias para mover el campamento o buscar nuevas fuentes de agua y alimento.


-Trotar durante varios kilómetros agotando a una presa.


-Levantar cosas pesadas (la presa por ejemplo, o leña)


-Hacer Sprints (piques a toda velocidad durante corta distancia huyendo).


-Arrojar piedras o lanzas con precisión.


-Trepar árboles buscando hojas o frutos.


-Sentarse en el suelo y levantarse.


-Ponerse en cuclillas.


-Estar al sol y expuestos al clima todo lo que podamos.


Y muchos movimientos y funciones más que son la variadísima riqueza de nuestro cuerpo de homo sapiens.


Por eso no es necesario dedicarse a una sola zona de la musculatura, o movimiento en particular. La salud está en la variedad y la funcionalidad. 


Nuestro diseño biológico recuerda y activa los mecanismos naturales de sanación.


Por eso, comprendiendo estos conceptos, cada cual puede diagramar su no-entrenamiento personal.


Lo obvio es hoy día considerado una excentricidad.


La evolución de la especie, la antropología y la paleontología son el mejor manual de alimentación y educación física que podemos hallar para reancestralizar nuestro humano domesticado, domado y debilitado desde hace ya demasiado tiempo.

.

.

.

Ayunar, meditar, esperar

 



Obedecer a la Regla Celeste sin cavilar.

No obedecer a nadie más que a aquel que se erija como autoridad natural en tu corazón y tu conciencia.


Enfocar la energía y dirigirse al objetivo por la línea de menor resistencia sin vacilación.


Ayunar

Meditar

Esperar.


El río le dice cosas a quien haciendo un hondo silencio y en quietud quiera escuchar y aprender.

El vacío del estómago produce lucidez y visión salvaje a quien sabe abstenerse el tiempo suficiente.

La espera, correctamente efectuada, es un poderoso hecho creativo.


Realizada la obra, no te quedes con ella. Descansa, vuelve a tomar los remos y a cruzar nuevamente las Grandes Aguas hasta la próxima aventura.

.

.

.

Al centro

 



Aún sentado y en beatífica meditación puedes estar corriendo a velocidades galácticas.

Haciendo las cosas del día, lograr estar en quietud.


Aún en estricto silencio puedes vivir ensordecido por tu incesante diálogo interno.

Aún hablando, tus palabras provenir del silencio más hondo.


Con aspecto manso, espirituales gestos y voz suavecita, tu ira retenida se huele hasta en las más lejanas comarcas.

Aún con tres gritos y dos groseras risotadas, tu paz interior puede ser un poquito de sombra para los cansados del camino.


Aún sin búsqueda, encontrar.

Retornando, avanzar.

No siguiendo ninguna tradición en particular, conformar tu propia disciplina.

Sin salir a ninguna parte, llegar al centro de ti mismo. Llegando al centro de ti mismo, no hay sitio que no puedas conocer.

.

.

.

El agua y el viaje


 


Con bellas frases puedes ir a la feria y obtener renombre.

Con palabras verdaderas, quizás en alguna mesa marginal de la taberna encuentres un oído ebrio y silencioso.

Con la enseñanza sin palabras, nadie que no siga tu camino.


Muchas potencias se agitan como aguas bajo la tierra.

Solo un esclarecido conductor puede guiarlas, ordenarlas y llevarlas a la ventura.

Un estúpido, vanidoso e inconsciente acarreará cadáveres de vuelta a casa después de la campaña.


No miro la afrenta, sino las setenta veces siete oportunidades en las que fui perdonado.

No sostengo rencor, lo han disuelto aquellos que olvidaron mis ofensas.


Y así, el río es más calmo en la tarde del otoño. Se lleva mis saudades como hojas que dejaron valientemente la rama que las sostenía, emprendiendo un destino de viento, verdaderamente un fantástico viaje.

.

.

.

Apócrifos: El abandono del Padre

 



“¡Eloí, Eloí, lamá sabactani!”

“¡Dios mío, Dios mío, ¿Porqué me has abandonado?!”


Es atroz pensar ese instante.

El punto justo en que la muerte ocurre es aquel en el que el Padre nos abandona.


En el momento de la plena oscuridad, dolor, humillación y fracaso. Cuando ya no hay visión ni rumbo posible. Todo termina en ese sitio de terror y soledad abismal.


Esa fue su última experiencia humana, la del abandono de Dios. La muerte del alma y de la carne.


El renacimiento sólo está atravesando ese puente aterrador.

.

.

.

Apócrifos: El beso de Judas

 



La carne asada y el vino,

El agua y el pan.

El consuelo del amigo,

El desconcierto de los discípulos ante el caminante que han seguido tanto.

La tensa tristeza del que dice adiós. 

De quien marcha firme a cumplir su destino, sin nada a nadie deber.


Treinta monedas para denunciar a alguien que no se escondía y que todos sabían dónde estaba.


“Sepárate de los otros, te revelaré los misterios del Reino. Es posible que alcances ese lugar, pero sufrirás gran dolor. Tu estrella te ha perdido amigo, porque ninguna generación humana es digna de entrar en la casa que has visto. Porque ese es el lugar reservado para los santos. Mira, te he mostrado los misterios del Reino.

Serás maldito por todas las generaciones, pero prevalecerás sobre ellas. 

En cuanto a ti, los superarás a todos. Pues sacrificarás al ser humano que me sostiene. 

En el último día, tu ascenderás al linaje sagrado.”


El beso de Judas, el máximo misterio.

¿Obediencia al maestro, o torpe traición?

.

.

.

Apócrifos: El desierto

 



El Desierto


Paso a paso,

En las ásperas arenas del Desierto, los cuarenta días y las cuarenta noches se hacen largas, ardientes las jornadas y frías las veladas.


Soledad, sufrimiento espiritual y físico, silencio y purificación.


Nadie se salva de este tránsito una vez que se ha cruzado el río de la iniciación.


Si la fuerza que emana del Gran Misterio nos asiste, si conservamos esa seguridad en algún recóndito lugar de nuestro ser, toda esa senda, toda esa piedra arisca puede ser atravesada hasta el destino final.


¡No te demores ni distraigas en el desierto!


El Tentador está al acecho, y sus trampas predilectas son la búsqueda de seguridad, de comodidad, el saciar los impulsos más primarios, adorar y engrandecer la importancia personal y alimentar la codicia.


Ceder al miedo que provoca la altura de lo sublime es la trampa final. Pues quien ha atravesado el agua no tiene vuelta atrás. O muere en el desierto, o lo atraviesa tarde o temprano.


Más vale entonces ni salir si existen dudas.


Lo que sigue es un sendero de actos concretos con personas concretas y en situaciones concretas. Allí se ve la fuerza espiritual de una persona. No en su ropa, ni en la tradición exótica que profesa, ni en su imagen ni en el volumen suavecito de su voz.


Quien ha atravesado el desierto es reconocible por sus frutos, como los silenciosos árboles, que no cantan por sí, sino por el Viento que los mueve.


La confianza en que la fuerza de Lo Creativo nos asiste, que el poder del Gran Misterio nos sostiene y guía es el hecho más liberador. Ya no existe nada que decidir, nada en qué cavilar ni nada que deba ser realizado a base de voluntad y esfuerzo. Todo es disuelto en la totalidad, todo es entregado a aquel que es Previo a Todas las cosas.


Al otro lado del Desierto está la aldea y el abrazo con los hombres y sus días cotidianos. No hay nada especial ni que te distinga. Pero la singularidad es una nota invisible que nadie puede dejar de notar. 


Para quien goza de esa Gracia, para quien es conducido por esa fe, por esa Potencia, todo es siempre fresco, novedoso, risueño, sin solemnidades, más allá del bien y del mal que dictaminan los hombres. 


Profunda y conmovedoramente humano.

.

.

.

¿Con quien callar?


 


Incrédulo y cada vez más confundido observo a todos buscando esa pila de cosas que llaman felicidad.


Los veo preparar meticulosamente, día tras día su propio sacrificio ritual. ¡Qué afán ponen en ir directo a poner el cogote al cuchillo del sacerdote!

¡Qué seguros de sí mismos!


Solo yo parezco no tener nada que decir ni poseer nada a qué dedicar mis días.


¡Cuánta confianza en sus locos planes! ¡Cuánta pericia y preparación!


Toco una guitarra sin cuerdas,

Pesco durante horas sin anzuelo,

Y mi hermandad cuenta con dos o tres perdidos por el camino.


Vagar libre, despreocupado y tranquilo está al tope de mi lista de ocupaciones. Un apolíneo sopor de silencio y amabilidad es el tono de mi casa, a la que todos son bienvenidos.


Lo que seduce al mundo me desprecia, 

Lo que atesoran los hombres huye de mí,

Lo que todos hablan permanece mudo en mi presencia.


Atravesé miedos, comodidades, ignorancias y la furia demoníaca que salía hasta mis puños o acudía a mi boca. Son las bestias que habitan mis cavernas. Yo desayuno con ellas y las observo como un padre ve a sus hijos pequeños jugar. Y así puedo no interferir en su desarrollo.


¿Dónde hallaré cuatro o cinco que quieran permanecer en silencio conmigo sin meterse en el medio del curso natural de las cosas?

.

.

.

Las cruces

 



Mi oficio de acupuntor me ha enseñado que cada quien, hasta el menos pensado, carga una cruz.


A veces secreta, a veces como su carta de presentación ante el mundo.


Cuando alguien se manda alguna conmigo, o me destrata de algún modo, tengo esto muy presente. Dejar pasar algunas cosas puede ser un arte de gran  delicadeza. Toda la visión cambia frente a sus reacciones y acciones si enfoco mi mirada en su cruz.


También aprendí que esa cruz no te hace especial ni te otorga privilegios. Y que no todo destrato es aceptable aunque provenga del dolor.

Nadie es original en esto. Cada cual tiene la suya. 


Mi sencillo oficio me enseñó además que cada gesto concreto puede ser una humilde y fina agujita colocada en el punto justo en el momento correcto.


Una mirada,

Un oído atento,

Un abrazo,

Una mano tendida,

Una visita,

Un silencio,

Una recepción.


Hasta el maestro de Nazareth tuvo quien lo alivie de su carga por un tramo del camino. Pero luego, la cruz es nuestra y nadie más puede llevarla por nosotros hasta el gólgota.


No te pierdas la oportunidad de ser el Cireneo de alguien en el día de hoy.

.

.

.

El sitio


 


Sentado aquí en total quietud o andando a pie por allá, corriendo largas distancias o levantando con fuerza alguna piedra, sin práctica específica alguna, simplemente me dedico a no hacer caso al palabrerío de la mente y a eludir ágilmente las patrullas de cualquier convicción.


De ese modo todo es tan simple, todo se hace tan adecuadamente acorde al camino que sonrío secretamente ante la incesante mutación de todas las cosas. 

Mientras, yo permanezco en el sitio en el que las dos fuerzas opuestas se toman un respiro.


Sin enredarme en disciplinas, ni doctrinas, ni métodos prestablecidos, la conducción de la energía interna se va acomodando a lo que requiere el momento presente. Eso es todo. 


Celebro con el mundo y me recuesto en el universo. El ahora y aquí mismo, sostenido por la atención es la única pericia que requiere el caminante para unificar su visión.


En una cueva, en la feria o en cualquier templo el abrazo con el que es anterior a todas las cosas no tiene dueño ni exclusividad de tradición alguna.

.

.

.

Susurros del I Ching, hex. 43, Kuai, El desbordamiento, La resolución, Decidir, Decretar.


 


Fuerzas retenidas, serán muros derruídos y una casa inundada.


Sin saltarse a sí mismo nadie da un solo paso.

Así actúa la potencia del magma que bulle en nuestro subsuelo.


Así los torrentes se cargan con las grandes lluvias y desbordan los cauces.

Cuando el sudeste sopla intensamente, el isleño y el orillero saben que han de actuar.


Irrupción de lo fuerte sobre lo blando. De la luz sobre la sombra. Hacer claro lo oscuro.


El lago cuando se eleva al cielo se derrama y se dispensa. 

A todo crecimiento le sigue la mengua.

A toda acumulación el vaciar.

A toda potencia retenida el desbordamiento.


Resueltamente este asunto ha de darse a conocer a la corte del rey.

Debe anunciarse conforme a la verdad.


Cuando has visto, has de actuar de acuerdo a lo que los tiempos dictaminan. Resuelta y decididamente. Es propicia la acción. No te detengas en tu miedo ni pretendas endicar esa fuerza indetenible que desterrará tarde o temprano el ensombrecimiento.


Los elementos vulgares que restan en tu corazón han de ser expulsados con firmeza pero sin hacerte violencia.

Responder al mal con mal lo agiganta. ¡No te refugies en tu virtud! ¡Sé veraz y valiente!


Un enérgico progreso en el sentido del bien es el camino del exilio de la oscuridad.

.

.

.

Susurros del I Ching, hex. 43, Kuai, El desbordamiento, La resolución, Decidir, Decretar.

.

.

El amigo


 


No saber ya nada más.

Perder por completo la necesidad de explicar y explicarse a sí mismo.


Solo dar cauce a lo que bulle en el corazón y en las tripas. Todo ese magma podemos contemplarlo con la conciencia mas no con la cabeza.


Descartar el impedimento de las ideas de cómo son o deberían ser las cosas.


Salir del búnker de la convicción para atravesar indefenso el campo abierto.

El camino, la verdad y la vida están hechos de momentos que no podemos explicar con argumentos.


¿Quién puede explicar a un amigo? ¡Dios me libre de que ellos puedan explicarme a mí!


En ellos vivo la enseñanza que no se dice.

Compartir el momento,

El viaje,

El hombro y el oído.

La palabra verdadera sin disimulo,

El pescado a las brasas en la orilla del mar.


La comprensión al que se manda una,

El reencuentro con el que te niega y con el que yo he negado.

El abrazo en el gol y en cualquier logro.


El vino, la carne y el pan.

El beso de Judas y todo el misterio que encierra.

Pedro y el gallo al amanecer.


No hay más mandamiento que este, dijo.

No hay amor más grande que dar la vida por un amigo.

Dios en la tierra se disfraza de cada uno de ellos.

.

.

.

De lo sublime a lo cotidiano

 



El pasaje de lo sublime a lo cotidiano suele ser un doloroso tránsito de vulgarización.


Lo real está acá y te acompaña, te atraviesa en la fragua del día a día. La relación directa con las cosas y la gente. 

Lo sublime habla de sí mismo, pero nos abandona como el padre a Cristo en la cruz.

Lo humano, demasiado humano, lleva los pasos hacia el reino de dios.


El cuerpo es una entrada al espíritu.

Nuestras maravillosas experiencias con lo supremo,

Todos nuestros elevados y santos sentimientos, los éxtasis que nos desarman, nuestras revelaciones y disoluciones en la totalidad, no mueven un centímetro el mundo ni nos son de utilidad alguna. 

Nada transforma el plano físico de nuestra existencia como lo hace un abrazo, una mano generosa, un beso que te disloca el alma, una compañía callada y un oído atento.


De nada sirve hablar de amor y estar ausente.

De poca utilidad son las palabras de solidaridad si te guía la propia conveniencia y seguridad.


Kay pacha, el mundo de aquí y ahora, habla de lo sublime. Todo queda impreso de la gloria de Dios. Por los diez mil seres se conoce a la fuente.

Lo supremo no dice mucho de lo que está entre el cielo y la tierra. Se manifiesta a sí mismo y nos deja. Nosotros somos quienes hacemos al Padre a nuestra imagen y semejanza. 


La grieta en la piedra dónde nace el río no expresa nada de la desembocadura en el mar.


El arroyo que se lanza a su disolución en el vasto océano lleva en su grito el nombre de la vertiente.


Lo sublime es la luz, pero sin objetos esta no puede percibirse. 


Oh gran Astro! Qué sería de ti sin aquellos a quienes iluminas! Gritó Zaratustra al despertarse en la entrada de su cueva.


Cultivar lo que está aquí y ahora es un camino hacia el cielo.

Si estás acá tu amor es real.

La visita al enfermo y al preso, el pan al hambriento y el vestido al que iba desnudo. A ese se le abrirá la puerta.


El amor en abstracto suena más a poesía. El real tiene sudor y olor a humano.

Si no estás ahí, es tan sólo una idea, energía caótica bullendo en el interior.


El inconsciente toma forma en la palabra, en el sueño, en la patología, en el cuerpo y en el humor.


El amor se hace real en el otro.

Dios tiene la cara de todos los demás.

Y allí nosotros nos damos a luz en esta tierra humana, demasiado humana.

.

.

.

Susurros del I Ching, Viento sobre Fuego a Viento sobre el Cielo.

 



Mediante la práctica del aquietamiento surgen del silencio vislumbres de aquella verdad interior que habita el corazón de cada persona.


En los tiempos de mayor confusión el modo de conducirse del noble es adherirse internamente a su verdad, y exteriormente moverse con suavidad y blandura.


Esa actitud produce una gran penetración en su entorno y en todo lo que aquél propicia y fomenta.


Quien actúa siendo suave, persistente, y cuyas acciones provienen de una firme adherencia a su claridad interior, no hay puerta que no se le abra ni oído que no acoja su palabra.


Nadie conoce adónde se dirige el viento, pero su andar está sostenido por el combustible del ser siempre fiel a su esencia y a su sentir.


La llama de la  luz interior del hombre claro es mantenida por nunca separarse de la humilde y oscura leña seca de sus pequeñeces, bajezas, tropiezos y equivocaciones.


Esa claridad va volviéndose una fuerza poderosa, creadora, indetenible.


Su acción en el mundo es invisible como la brisa, mas no existe nubarrón que no sea barrido, cosa que no sea tocada, movida y penetrada por su influjo.

.

.

.

Susurros del I Ching, Viento sobre Fuego a Viento sobre el Cielo.

No-pråctica

 



¿Cuál es tu práctica?, Inquirió.


Pues ninguna...

Una no-practica.


Comulgo con el soplito sutil del yuyito serrano,

Y simplemente me siento y ya no intervengo.

Ni en la respiración, ni en la postura corporal,

Ni en los ojos abiertos o cerrados, 

Ni en el flujo de la mente.


En el entrecejo se aloja un misterio, en las manos un fuego,


Y simplemente contemplo todo ese acontecer con mi corazón orientado a la totalidad.


Y el aquietamiento de la montaña naturalmente se produce,

Y los pensamientos ya no van más allá de la situación.


Y en medio del silencio al que se accede por las cuevas del alma, son comprendidas las escrituras arcaicas, y es oída la palabra secreta.


Hasta que, como los gatos, espontáneamente, sin motivo aparente, decido levantarme.

.

.

.

lunes, 4 de abril de 2022

Apócrifos: la mujer adúltera


 


Lo cotidiano es nuestro dojo de práctica y el horno cerámico de nuestra transmutación.


Los “buenos y justos” son los que se creen con derecho de poner a prueba todo nuestro secreto trabajo.


Ante el examen, él no da un discurso sobre leyes, justicia y moralidad, sino que apela incisivamente a la conciencia personal y a la honesta e implacable auto observación. Pues no hay otra cosa, otra búsqueda que el reino del autoconocimiento, el cielo de una conciencia cada vez mayor.


Y así, cada cual se Ve, y uno a uno van soltando la piedra con la que estaban dispuestos a lapidar a la adúltera y se retiran silenciosos y más hondos.


¿Y adónde están tus acusadores ahora mujer? ¿Alguien te ha condenado?

¡Pues ve, yo tampoco te condeno. Ya no te dividas de aquí en adelante, intégrate mujer!

¡Enfoca tu energía en el punto donde se halla tu sentir, honesta y valientemente! 

Allí donde esté tu tesoro estará también tu corazón.

No disperses más tu energía mujer, no te dividas más ni te demores en un dualismo insostenible. 

¡Intégrate mujer! ¡Libérate, y libera a todo el mundo con tu liberación!


Dicho esto, él se quedó sentado sobre un tronco, no mirando y suspirando al cielo, sino hacia abajo, y comenzó a dibujar con un palito en la tierra, dejando grabado algo lleno de fugacidad en el polvo, en lo más sencillo, concreto y humilde.


Oído esto, ella ya no volvió a moverse de su lado.

.

.

.

sábado, 2 de abril de 2022

Apócrifos : ¿Quien fue?

 



El hijo de la luz 

Fue también el hijo del hombre.

Aquél que restauró la salud del espíritu y la consciencia

No dejó de sanar también el cuerpo.


El camino de hacerse uno con el Padre

Es hacerse uno con el hermano. No está el supremo lejos de los hombres.


Su reino no fue de este mundo,

Pero vivió en este mundo sin ser de él. Pues toda verdadera libertad jamás está del lado de los “buenos y justos”, ni se encuentra nunca entre sus reglas, leyes, juicios y disposiciones.


Enseñó la astucia y la mansedumbre.

Trajo la espada y el fuego. La división y la disputa. Separar y reunir. Solve et coagula.


Dejó atrás padre, madre y hermanos, y así enseñó el único camino de Independencia emocional, acceso estrecho a la paz del alma y a un estado superior de consciencia en el que habita un silencio inmensurable.


Quien come su carne y bebe su sangre no muere jamás.

Quien se entrega y es comido y bebido, muere a otros y así renace en los demás como el niño.


Todo dura un instante para toda la vida.

Vamos cayendo en cruz hasta el cenit, 

Y angosta es la puerta a la morada de aquel que es anterior a todas las cosas.

.

.

.

El germen

 



Posicionarse en el germen de las cosas, incluso cuando aún no se han manifestado, es el secreto del hombre cumbre para nunca tener que esforzarse y sufrir las agitaciones que agobian a la gente.


Así, lo que parece magia es un agudo don de percepción y claridad de visión. 


Es como el oficio del humilde acupuntor que leyendo el desbalance y echando mano a su finísima aliada restablece los desequilibrios que ni se han manifestado todavía. Por eso su nombre no trasciende y nadie lo conoce afuera de su pequeña comarca.


El gran acupuntor, aquel que cura atroces enfermedades, es conocido hasta en las cortes reales más alejadas.


Es más fácil arrancar una brizna de hierba verde que tener que hachar un gran árbol. Pero mucho menos vistoso y honroso.


No abandonar las cosas a su crecimiento más allá de lo saludable. 

No hacerse el tonto llevando y estirando los asuntos y las relaciones hasta que se rompan por sí mismos.


Tratar con las cosas a tiempo y cuando éstas son pequeñas es nunca tener que tratar con cosas tardías y desmesuradas.


Así el hombre cumbre se ocupa aparentemente solo de pequeñeces y nimiedades, y con tiempo de sobra se sienta despreocupado a gozar de su divina inoperancia contemplativa.


En su simpleza y holgazanería esconde un descomunal trabajo de liberación del mundo del que nadie parece percatarse.

.

.

.

Las postas de la amistad

 



De los miles de yoes hambrientos que habitan el interior, el único que posee los dones, el alimento que puede crecer y multiplicarse, es el niño.


“¡Aquí hay un niño que tiene cinco panes y dos pescados!”


“Hacedlos sentar”, dijo el Yo superior.


Y todos los yoes, tras el aquietamiento, luego de acallarse y no ir en los pensamientos más allá de la situación, pudieron ser saciados por el verdadero esencial.


Y el yo verdadero, aunado al niño, dejan pasar,  Dejan que todo el gentío interno quede silenciado bajo su unidad.


Y al fin, lejos de tomar posesión del reino, se retira solo, a la montaña interior, a la vista de los que aún permanecen sentados.

.

.

.

Apócrifos: la multiplicación de los panes

 



De los miles de yoes hambrientos que habitan el interior, el único que posee los dones, el alimento que puede crecer y multiplicarse, es el niño.


“¡Aquí hay un niño que tiene cinco panes y dos pescados!”


“Hacedlos sentar”, dijo el Yo superior.


Y todos los yoes, tras el aquietamiento, luego de acallarse y no ir en los pensamientos más allá de la situación, pudieron ser saciados por el verdadero esencial.


Y el yo verdadero, aunado al niño, dejan pasar,  Dejan que todo el gentío interno quede silenciado bajo su unidad.


Y al fin, lejos de tomar posesión del reino, se retira solo, a la montaña interior, a la vista de los que aún permanecen sentados.

.

.

.

De la raíz a la flor

 



De la raíz a la flor somos un camino que siempre conduce a la expansión.

Hasta la muerte misma es el sustrato donde crece la vida.

Y el dulce sabor del fruto es mero subterfugio para diseminar la simiente.


Estancarse en cualquier camino es truncar el florecer en otros parajes inimaginables y de modos impensados.


Es todo ilusión pasajera.

Todo está ahora mismo viajando hacia otra parte.


El tránsito de la semilla en el vientre del ave hasta lugares inciertos,

Toda la posibilidad que viaja en la levedad del panadero azarosamente llevado por el viento,

Es la esperanza final de esa escondida raíz que fue auténticamente dadora de todos sus dones, sin guardarse nada, sin aferrarse a los resultados de su amorosa acción secreta.

.

.

.