sábado, 30 de abril de 2022

El monte Tabor

 



La experiencia de lo divino es un regalo. No existe nada que puedas hacer.

Alguien debe llamarte a subir al monte y regalarte la visión.


Si se te ha otorgado esa gracia, vive plenamente presente el momento y luego déjalo pasar.

Hay que volver a pisar el mundo. Bajar de la montaña.

Algo interno se ha transformado por completo, pero la vida continúa, con ese tesoro oculto en tu interior.


Pedro en el Monte Tabor vivió la experiencia que su maestro le llevó a presenciar. Pero quiso quedarse fijo en ella. Lo sublime lo llamó y no quiso dejarlo.

Propuso levantar tiendas y quedarse allí. ¡Estamos tan bien aquí! Exclamó. No sabía lo que decía.


Quedarse en la cueva interior habitando el lugar mismo en que las dos fuerzas primordiales se detienen a descansar… qué gran tontería querer retener ese inexorable fenómeno.


Atesorar la experiencia,

Bajar de la montaña o salir de la cueva.

Tomar las redes de tu oficio habitual, subir a la barca y continuar con nuestras tareas cotidianas, simplemente guardando un regalo que nos ha sido dado. Nada más.

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