lunes, 4 de abril de 2022

Apócrifos: la mujer adúltera


 


Lo cotidiano es nuestro dojo de práctica y el horno cerámico de nuestra transmutación.


Los “buenos y justos” son los que se creen con derecho de poner a prueba todo nuestro secreto trabajo.


Ante el examen, él no da un discurso sobre leyes, justicia y moralidad, sino que apela incisivamente a la conciencia personal y a la honesta e implacable auto observación. Pues no hay otra cosa, otra búsqueda que el reino del autoconocimiento, el cielo de una conciencia cada vez mayor.


Y así, cada cual se Ve, y uno a uno van soltando la piedra con la que estaban dispuestos a lapidar a la adúltera y se retiran silenciosos y más hondos.


¿Y adónde están tus acusadores ahora mujer? ¿Alguien te ha condenado?

¡Pues ve, yo tampoco te condeno. Ya no te dividas de aquí en adelante, intégrate mujer!

¡Enfoca tu energía en el punto donde se halla tu sentir, honesta y valientemente! 

Allí donde esté tu tesoro estará también tu corazón.

No disperses más tu energía mujer, no te dividas más ni te demores en un dualismo insostenible. 

¡Intégrate mujer! ¡Libérate, y libera a todo el mundo con tu liberación!


Dicho esto, él se quedó sentado sobre un tronco, no mirando y suspirando al cielo, sino hacia abajo, y comenzó a dibujar con un palito en la tierra, dejando grabado algo lleno de fugacidad en el polvo, en lo más sencillo, concreto y humilde.


Oído esto, ella ya no volvió a moverse de su lado.

.

.

.

No hay comentarios:

Publicar un comentario