jueves, 21 de abril de 2022

Las cruces

 



Mi oficio de acupuntor me ha enseñado que cada quien, hasta el menos pensado, carga una cruz.


A veces secreta, a veces como su carta de presentación ante el mundo.


Cuando alguien se manda alguna conmigo, o me destrata de algún modo, tengo esto muy presente. Dejar pasar algunas cosas puede ser un arte de gran  delicadeza. Toda la visión cambia frente a sus reacciones y acciones si enfoco mi mirada en su cruz.


También aprendí que esa cruz no te hace especial ni te otorga privilegios. Y que no todo destrato es aceptable aunque provenga del dolor.

Nadie es original en esto. Cada cual tiene la suya. 


Mi sencillo oficio me enseñó además que cada gesto concreto puede ser una humilde y fina agujita colocada en el punto justo en el momento correcto.


Una mirada,

Un oído atento,

Un abrazo,

Una mano tendida,

Una visita,

Un silencio,

Una recepción.


Hasta el maestro de Nazareth tuvo quien lo alivie de su carga por un tramo del camino. Pero luego, la cruz es nuestra y nadie más puede llevarla por nosotros hasta el gólgota.


No te pierdas la oportunidad de ser el Cireneo de alguien en el día de hoy.

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