jueves, 28 de abril de 2022

Apócrifos: La pesca milagrosa

 



Había pescado toda la noche oscura del alma.

Creía haber trabajado duramente.

Encallé mí barca en la orilla y empecé a limpiar y plegar mis redes inmerso en el profundo silencio del amanecer en el que todo se detiene y aquello que debe oírse se manifiesta.


Una voz de pronto dijo: 

“Navega mar adentro, hondo, bien hondo. Anda ¡Suspende la incredulidad! 

Echa las redes en lugares inesperados e insólitos, a la derecha de la barca.”


Comprendí que la derecha es el lado yin, oscuro, insondable, secreto e inconsciente.


Mi Yo tan lleno de importancia personal y orgulloso de su trabajo se resistía.


La voz insistió: “¡Suspende la incredulidad! ¡Navega otra vez mar adentro, bien adentro! ¡Las redes a la derecha!”


Cargué otra vez las redes, empujé la barca y navegué una vez más a lo desconocido.


Eché las redes en extraños y tenebrosos lugares. Y la pesca fue tan abundante que casi se rompían las redes y peligraba la estabilidad de la barca.


Silenciarse.

Oír la voz de la conciencia.

Suspender la incredulidad.

Obedecer a la voz.

Hacer de esto tu modo de vivir.


Bendito aquel que no se vuelve especial. Todo acercamiento a la comprensión acerca, no aleja. 


Feliz aquel que en la orilla, a su regreso de la aventura interior, tiene un amigo

que como si nada hubiera pasado, espera con el fuego prendido y un vinito servido para compartir con él lo pescado.

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