jueves, 21 de abril de 2022

¿Con quien callar?


 


Incrédulo y cada vez más confundido observo a todos buscando esa pila de cosas que llaman felicidad.


Los veo preparar meticulosamente, día tras día su propio sacrificio ritual. ¡Qué afán ponen en ir directo a poner el cogote al cuchillo del sacerdote!

¡Qué seguros de sí mismos!


Solo yo parezco no tener nada que decir ni poseer nada a qué dedicar mis días.


¡Cuánta confianza en sus locos planes! ¡Cuánta pericia y preparación!


Toco una guitarra sin cuerdas,

Pesco durante horas sin anzuelo,

Y mi hermandad cuenta con dos o tres perdidos por el camino.


Vagar libre, despreocupado y tranquilo está al tope de mi lista de ocupaciones. Un apolíneo sopor de silencio y amabilidad es el tono de mi casa, a la que todos son bienvenidos.


Lo que seduce al mundo me desprecia, 

Lo que atesoran los hombres huye de mí,

Lo que todos hablan permanece mudo en mi presencia.


Atravesé miedos, comodidades, ignorancias y la furia demoníaca que salía hasta mis puños o acudía a mi boca. Son las bestias que habitan mis cavernas. Yo desayuno con ellas y las observo como un padre ve a sus hijos pequeños jugar. Y así puedo no interferir en su desarrollo.


¿Dónde hallaré cuatro o cinco que quieran permanecer en silencio conmigo sin meterse en el medio del curso natural de las cosas?

.

.

.

No hay comentarios:

Publicar un comentario