Obedecer a la Regla Celeste sin cavilar.
No obedecer a nadie más que a aquel que se erija como autoridad natural en tu corazón y tu conciencia.
Enfocar la energía y dirigirse al objetivo por la línea de menor resistencia sin vacilación.
Ayunar
Meditar
Esperar.
El río le dice cosas a quien haciendo un hondo silencio y en quietud quiera escuchar y aprender.
El vacío del estómago produce lucidez y visión salvaje a quien sabe abstenerse el tiempo suficiente.
La espera, correctamente efectuada, es un poderoso hecho creativo.
Realizada la obra, no te quedes con ella. Descansa, vuelve a tomar los remos y a cruzar nuevamente las Grandes Aguas hasta la próxima aventura.
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