martes, 31 de diciembre de 2019

Lecciones médicas del Tao Te Ching: capítulo 60.



Lecciones médicas del Tao Te Ching. Capítulo 60.

"Gobernar de manera saludable la mente y el espíritu es un asunto delicado como freír pescaditos en aceite hirviendo. Si los mueves mucho se deshacen. Así de vulnerables son la serenidad y la paz interior.

El shen (mente/espíritu), ese insondable reino de los poderes psíquicos y las fuerzas emotivas, es como un profundo lago o un oscuro estanque lleno de celosos demonios. Si se mantiene el agua en quietud, en calma y serenidad, esos poderes permanecerán dormidos y tranquilos.

Al menor movimiento y agitación del shen, cualquiera de esos espectros puede despertar y causar todo tipo de trastornos y desequilibrios, provocando la enfermedad de los órganos, estancar la energía de los meridianos, o alterar por exceso o deficiencia el natural flujo del Qi.

La persona perfecta, la que ya no puede ser asaltada por la enfermedad, quizás sea aquella que ha logrado desalojar por completo a los monstruos del fondo del lago, habiendo conseguido purificar el agua y mantenerla tranquila, en la serenidad en la cual ya no hay agitaciones ni desequilibrios patológicos, aún habiendo tormentas en la superficie.

Pero mientras no seamos capaces de desalojarlos, si se gobierna el shen a través del camino del Tao, volviendo al centro y la quietud, al remanso donde las aguas no se sacuden, ninguna de esas bestias despertará y no serán nocivas para la persona.

Es por eso que quien porta la sabiduría médica no agita sus propias aguas, y procura aquietar las tormentosas corrientes de quienes acuden a su puerta."

Jbv

Ilustración: John Kenn Mortensen

Lecciones médicas del Tao Te Ching: capítulo 22.



Lecciones médicas del Tao Te Ching. Capítulo 22

"Todo vive en permanente compensación. Los Caminos del Cielo y la Tierra buscan su centro con eterno dinamismo. El animal humano deambula entre ambas realidades y observa:

Lo que está abajo es levantado.
Lo torcido se endereza.
El vacío de los valles se llena de vida y agua.
Lo que es viejo muere y es renovado bajo otro aspecto.
Lo que va termina regresando.
Lo sencillo se realiza y lo complicado se parte y queda abandonado por los caminos.
Lo que se llena completamente rebalsa y se pierde.

Es por eso que solo puede tener una vida larga y saludable quién es capaz de esta comprensión y de coordinar el microcosmos interior  con el macrocosmos exterior.

Quien porta la sabiduría médica mira lo constante que subyace bajo todo ese mover eterno y lo abraza como su joya más esencial. Sabe que todo busca su centro por sí mismo usando los opuestos que se complementan, y lo aprovecha para su beneficio sin interferir para nada. Y procura llevar hacia ese camino a los dolientes que acuden a su puerta.

Por eso el sabio brilla, porque no se exhibe.
Es buscado porque se oculta.
Le dan el mérito porque no se aferra a sus obras.
Buscan oír sus enseñanzas porque nunca dice nada.
Como se dedica a servir al pueblo sin que éste se de cuenta le ofrecen el mando.

Le confían su salud porque él irradia salud y vitalidad.

Nadie busca pelear con él porque no se apega a ninguna posesión y no lo encuentran en ninguna parte.

El sol ilumina por la mañana una ladera de la colina y por la tarde la otra. Así mismo es el espíritu del que sabe sentarse quieto a contemplar: conoce que hay un rato de luz, un  rato de sombra, y acordándose de los tiempos se suceden los días y las noches sin ningún esfuerzo de su parte."

Texto y dibujo Jbv

Pasar




Mientras una y otra vez vuelo del pasado al futuro, en el presente, ahora mismo dos gorriones caen al suelo trenzados en una lucha mortal. Un solo segundo; luego parecen olvidar todo y las mutaciones en el universo continúan sin pausa.

Sólo mi mente insiste en volver. En quedarse.

En cada hierba, en cada piedra, en cada bicho, en cada flor, en todo lo que tiembla a mi alrededor se manifiesta la potencia de la vida. El silencio es lo que se cuela en cada soplo de ese Misterio que ordena las cosas.

Todo late en el monte, cada vibración me penetra aunque yo ya no esté allí.

Y soy parte de todo, uno más de esos bichos que saltan de pasto en pasto, soy los cantos de los boyeros que conversan de un sauce a otro, y soy esos sauces y sus llantos de agua y el viento que sacude al gran ciprés. Viento que pasa, estremece y sigue adonde quiera que vaya.

Y soy la gata que me acompaña y el río allá lejos, aunque no pueda verlo desde acá. Pero, ¿qué es acá? ¿qué es allá?

Todo sonríe y pasa de largo.
Y yo también.

Jbv.
Foto: arroyo Esperita, delta del Paraná.

jueves, 19 de diciembre de 2019

Virgen tierra



La docilidad de la Tierra se abre receptiva,
La fuerza creadora del Cielo siembra
Su poder transformador
En la mansedumbre y la quietud dispuesta.

Toda concepción del porvenir nace de la inmaculada unión del poder y la entrega,
De la fuerza y la receptividad,
Del movimiento y el vacío,
De la potencia creadora y la disposición de ser canal, vehículo, instrumento.

La cósmica sagrada unión
Rueda indetenible de creación
Y destrucción.
Pura, virgen, divina gestación
Del poder y la blandura,
La luz y la sombra
Santa comunión.

Jbv
Pintura: "La Lupita", Mariana Zuñiga

Incertezas

Incertezas

Somos biología y células y carne, un temblor y vibración en diferentes frecuencias.

Somos la fuerza de la Tierra y el Cielo en comunión, Newén en permanente flujo y movimiento y manifestación de Poder.

Un rarísimo accidente cósmico -y tal vez cómico- que de pronto cobra una fugaz y misteriosa conciencia, para luego desaparecer con la rapidez de un relámpago en la noche.

No sé qué hubo antes ni qué haya después.
¿Venimos de antiguos eones? ¿Volveremos acaso?
¿Hay almas nuevas, de media edad o viejas?
¿Alguna tarea que cumplir, un sentido que hallar, algún punto hacia el cual evolucionar, alguna escalera por la cual ascender?

Quién puede afirmarlo... Estamos aquí, completamente atónitos y con eso alcanza para no desperdiciar la oportunidad. Nos tiraron por acá con un potencial enorme de comulgar con el resto de este acertijo llamado existencia.

Dijo el sabio cacique Pincén, líder guerrero y espiritual de los indios pampas:

 "Todo tiene su Newén: el cielo, la tierra, el sol, la luna, las estrellas, el trueno, los rayos, el relámpago, la nieve, la lluvia. En la tierra habitan las plantas, ríos, volcanes, cerros, piedras, la medicina, y cada uno de ellos tiene su propio Newén. El ojo de agua, los caballos, todos nuestros recursos naturales lo tienen.
La tarea del hombre de fuerza es comunicarse con los distintos Newén para mantener el equilibrio natural."

Los niveles de esta fusión/comunión que alcancemos será de acuerdo al trabajo interno que cada cada cual esté dispuesto a entregar; y su capacidad de evolución de la propia consciencia.

No sé qué hubo antes, ni qué haya después. ¿Quién puede afirmar lo que tanto libro, sacerdote o gurú asegura tan seria, solemne y atrevidamente?

¿Qué cosas pueden pronunciarse sin caer en el ridículo y el absurdo? Si lo que se puede expresar con palabras jamás está cerca de la esencia de alguna verdad?

Las certezas solo son que hay que respirar hondo, plenamente, moverse, sostener el equilibrio y ser todo lo que está en nuestra naturaleza ser hasta que este rarísimo accidente cósmico y tal vez  cómico se acabe. ¿Que más da lo que llegue después?

Jbv

Lecciones médicas del Tao Te Ching. Capítulo 78

Lecciones médicas del Tao Te Ching: capítulo 78.

"El estado óptimo de salud se sostiene con flexibilidad y blandura. Es menester una elástica sintonización con los cambios exteriores, ambientales, estacionales, climáticos.

Esta actitud es la que derrota al malestar provocado por la rigidez y el modo estático de vivir siempre igual.

El dolor, la enfermedad, la tensión nerviosa y la insatisfacción están ahí como una roca en el curso del río, esperando y entorpeciendo el fluir del agua. Debe rodearse, evitarse con agilidad y flexibilidad líquida.

A su vez, paradójicamente, son necesarias la firmeza y la perseverancia para sostener esa actitud de blandura y "debilidad" frente a los embates del viento, como hacen la caña y el junco, que vencen cediendo. Y vuelven a su posición pasado el sacudón.

Quienes siguen el curso de la naturaleza para mantenerse saludables oponen yin al yang, y yang a yin. También aprovechan y cultivan el fuerte yang activando el yang, y sostienen el débil yin aquietándose.

Cambiadas las condiciones se readaptan y siguen con su vida.

Para fluir blandamente con las mudanzas se precisa disciplina y constancia para adoptar los cambios de hábitos necesarios a lo largo del año, dependiendo lugar, clima, estación, edad, sexo, etcétera, para mantener plenas la vitalidad y salud.

Todo el mundo sabe esto y sin embargo nadie lo practica.

Las personas viven como si la vida fuese una línea recta, inalterable, que jamás sufre variaciones.

La gente es incapaz de tomar las curvas que se presentan en el Camino. Todo el año, toda la vida mismos horarios, dieta, hiperactividad, sedentarismo.

La vida rígida y estática enferma. La vida fluida, flexible y blanda es saludable.

En comportarse como el agua está la respuesta: si fluye y corre, es clara, pura y sana.

Si se estanca, se corrompe y se vuelve una ciénaga llena de enfermedades pestilentes.

Del mismo modo actúa quien porta la sabiduría médica: jamás verá a un paciente como algo rígido o fijo, sino que siempre adaptará flexiblemente su tratamiento a las reales condiciones de la persona que acude a su puerta. Jamás verá a dos dolientes de la misma manera, ni insistirá rígida y dogmáticamente en algo que no está funcionando, sino que adoptará cambios.

Incluso en el curso de un mismo tratamiento se comportará como el agua, tomando las medidas y modificaciones necesarias según avance la curación.

A quien trate los desequilibrios y males de los demás de esta manera se le puede confiar la salud de todos y todas."

Jbv

Recibir el ser con el no ser

"Utilice el no ser para responder al ser.

Utilice el vacío para recibir la plenitud y el exceso.

Lo blando y flexible domina a lo duro y fuerte.

Sea agua, amigo mío. El agua vence cediendo.

No hay nada que el vacío no pueda tomar en su interior, nada que la calma no pueda sustentar.

El que toma este Camino como su guía, cuando aparece un obstáculo, oposición o resistencia, permanece vacío y abierto, claro y tranquilo, etéreo, misterioso, silencioso como un profundo abismo, y entonces desaparece.

El silencio, hacerse agua es la llave que abre la puerta al mundo del no ser, y a la huella del Camino sin forma al que todo lo que Es se somete."

Jbv

lunes, 9 de diciembre de 2019

Pincén, la sombra



Pincén fue el lado oscuro, fue la sombra tenebrosa para esa sociedad blanca que se quería instaurar a sangre, fuego, servidumbre y bala de rémington.

Detrás de la frontera, ese tajo supurante abierto en la pampa, se agitaban los fantasmas de violencias y salvajismos sin par que en el momento menos pensado podían salir, cruzar, invadir.

Pincén no era un ajeno. Él se decía criollo, argentino. No era otro. Pero no era el ideal de ciudadano que se pretendía escribir en los manuales.

No era otro. Era nosotros. Su faceta más natural, pura y plena del vitalismo de la tierra. Hijo de esta llanura, guiado por su poderoso Newén.

Indomable, rebelde, independiente, cazador y domador del puma, desobediente, insobornable, espontáneo. Feroz con el fuerte y manso con el desvalido.

Fue protector del gaucho explotado y matrero, y refugio del milico desertor.

Formó su tribu juntando a todos los desheredados y necesitados del inmenso territorio libre de más allá de los fortines.

Fue voz de los olvidados, expulsados, perseguidos, explotados, humillados.

Pincén es una lanza clavada en el pecho de nuestra historia falsamente blanca. Pincén es una llaga en lo que pudo ser una sociedad integradora, diversa, plural, abierta, y no fue. No quisieron que fuera.

Pincén fue el nagüel, el tigre feroz que ruge en nuestra conciencia. Fue la fuerza de la naturaleza abierta y latiente de la pampa infinta.

Fue el poder y la guía espiritual de un pueblo que no dudó jamás que se podía vivir salvando las diferencias.

La zanja, esa vergüenza, esa grieta doliente la abrió el huinca.

Pincén fue faro de libertad detrás de la frontera.

Fue dignidad
Soledad
Coraje
Sabiduría, magia, fuerza del espíritu por sobre la carne. Esperanza truncada.

Fue un grito, una pesadilla del inconsciente de esa neurótica nación que quería ser Europa y era América india, mestiza, gaucha, negra. Natural, campesina, rural.

Así vivió Pincén, ese alarido de la pampa. De misterioso origen, de incierto final.

No quedan rastros de su destino inexorable hacia el silencio.

Pincén vive y late como un kultrún en el corazón de los pueblos del llano y las lagunas, para ser integrado de una vez por todas en nuestra desorientada psiquis nacional, donde existen sectores aún incapaces de comprender porqué las sombras rechazadas siguen surgiendo una y otra vez del hondo jagüel que es nuestro inconsciente colectivo.

Jbv

Imagen: cacique Pincén, Ilustración de mi querido hermano Jerónimo del Carril.

Lecciones médicas del Tao Te Ching: capítulo 14.

Lecciones médicas del Tao Te Ching: capítulo 14.



"El Tao es ese origen misterioso al que no podemos atrapar con conceptos o palabras, tocar, ver, oír. Ese poder que sostiene todo lo existente creando y destruyendo. Alzando y haciendo caer, adelantándose y retrasándose. Ese impulso que se manifiesta como Naturaleza, Camino, sentido.

Todos los aspectos de la existencia surgen de allí, de esa "hembra misteriosa", y son regidos por esos principios. ¿Y qué lección podemos obtener en el ámbito de la curación natural?

 Quien porta la sabiduría médica conoce esa ley implacable, ese secreto acontecer de alternancias indefinible en palabras. Sabe que sólo puede vislumbrar las manifestaciones exteriores del Tao,  sus señales, signos, formas. La polaridad danzante y transformante de todo fenómeno.

Por ello, buscará minuciosamente observar esos destellos exteriores del desequilibrio del Tao y del Yin y el Yang en la persona que acude a su puerta para buscar sanación. La sabiduría médica ve lo interno mediante lo externo. Y confía en que devolviendo a la persona a la senda del Tao, el desequilibrio se restablecerá por sí mismo.

Tiene la plena seguridad de que esa fuerza oculta actúa siempre a favor de la vida, y sabe con certeza que intervenir lo menos posible es quitar obstáculos y dar más libertad a la acción benéfica del Tao.

Su técnica médica, cuanto más simple y falta de adornos sea, más cercana al misterioso accionar de ese poder insondable estará. Será como esa forma sin forma, esa figura sin figura, que lleva a todas las cosas a su natural camino y consumación.

Cuanto más antigua sea la sabiduría que haya aprendido de su maestro, menos lejos del Punto Cero, de la esencia original y más cercana a los primeros desvíos del Tao se encontrará.

Si tiene plena confianza en ese saber adquirido y practicado, no habrá enfermedad que se le resista. Porque sólo deberá tirar de ese hilo de sencilla sabiduría para llegar hasta el origen. Sólo debe tener fe en que su ínfima intervención será beneficiosa para que el poder silencioso e invisible del Tao actúe en lo secreto a favor del paciente.

La sabiduría médica atesora que un conocimiento simple y despojado  se manifiesta en menos intervención y en dejar mayor campo de acción libre para el Tao. Sabe que "sólo la Naturaleza cura".

Es decir, estudia y comtempla las inexorables leyes del yin y el yang, y solamente guía a su paciente de vuelta al Camino perdido, buscando actuar lo menos posible.

Cuando el Cielo alimenta a los seres, humedece la tierra mediante la lluvia y la seca con el soplar del viento y el sol, nadie puede verlo beneficiando, y sin embargo todo cobra vitalidad. Cuando mata y destruye nadie puede verlo aniquilando, y sin embargo los seres acaban y vuelven al origen.

Por ello, la sabiduría médica emula al camino del Cielo, y cuando produce sanación, nadie percibe cómo lo hace, y sin embargo los dolientes vuelven al camino perdido y se equilibran.

Viendo el germen de las cosas, quien porta la sabiduría, logra ver el pasado, el presente y puede corregir el futuro. Tirando de ese fino hilo llega al primer desvío, y casi sin hacer puede corregir el rumbo en el Camino perdido."

Jbv

jueves, 5 de diciembre de 2019

Lecciones médicas del Tao Te Ching: capítulo 12.



"Quien vive en lo exterior sufre seria merma de su energía vital.
Poner la atención y la mente en las cosas exteriores nos corre del centro, nos arrastra hacia la periferia, y así nuestra mente y espíritu empiezan el ciclo de preocupaciones, ansiedad, angustia y drenaje energético.

Cuanto más lejos del centro, más drenaje y pérdida de vitalidad y salud padecemos.

El estómago es el centro, lo esencial, lo importante para nutrir el organismo y el resto de la vida. Cultiva y concentra energía para su correcta gestión y economía posterior. En el estómago se produce la saciedad, el saber cuándo es suficiente, la vida interior, secreta, oculta y silenciosa.

Los ojos son la vía a lo accesorio, el adorno, el contacto con lo externo, con el objeto de los sentidos. Con las luces y brillos del mundo.

Por los ojos se fuga la fuerza vital, brotan la ira y la insatisfacción permanente. Los ojos no conocen el hartazgo y les cuesta saber cuándo ya está bien.

El ojo es la periferia, ahí no hay cultivo ni concentración energética. Hay un drenaje permanente del Qi cuando el ojo es quien manda. Por las imágenes nacidas de los ojos viaja el pensamiento hacia el futuro y al pasado, hacia los confines del mundo y del universo. Lo inútil, la erudición vacía.

Por eso es muy beneficioso ayunar regularmente de cosas exteriores que nos distraen y alejan de nuestro centro.

Sentarse tranquilo sin hacer nada. Llevar el aire al ombligo (al estómago). Cerrar los ojos. Todo lo necesario será revelado allí, en ese íntimo recinto, sin salir por la puerta ni mirar por las múltiples ventanas.

Volver al centro. Cultivar la fuerza. Dejar la periferia. Es una de las prácticas esenciales del Camino."


Jbv

Apuntes de sachasofía: "Una luz pa' iluminar a cada uno"






En uno de los tres o cuatro caseríos que se recuestan perezosos y dispersos en las serranías de El Siambón vive don Robles.

En una casita que tuvo su larga y vieja historia,  pero sobre la que no daré más detalles porque sé que a él, criollo que es todo huella invisible, secreto y sobria discreción, lo incomodaría haciéndolo notorio.

Una banderita argentina corona la cumbrera del rancho que casi siempre está cerrado. Él vive solo, sale tempranito en su moto (el nuevo flete del cerreño hace ya varios años), y vuelve por la tardecita.

A veces anda por los senderos del Periquillo moviendo hacienda, en el río juntando piedra,  o buscando leña seca en las cercanías.

Sus rasgos revelan su sangre mestizada con algún gringo, aunque su conocimiento bien paisano del monte y el cerro -dicen- es insuperable.

 Silencioso y siempre sonriendo, cuando paso por su frente y me ve, corre atrás de la casa y vuelve al trotecito con una bolsa en la mano. Algunas veces son paltas, otras ciruelas, otras duraznos, un cayote. Robles da. Siempre da. Sonriendo.

Una sola vez tuve una larga charla con él que trascendió el tema del clima, los animales o la fuerza con la que venía el río tras alguna de esas desmesuradas lluvias tucumanas.

Hablamos del servicio, su manera de hacer militancia,  de cómo ve las cosas de la política y de la pobre patria.

Robles se rige por una sola ley: la gauchada. Ese sacro mandato criollo del servicio espontáneo y radical hacia quien precisa. Tiene plena conciencia de que el mundo va mal, muy mal, y que tal vez sea ya olvidable la utopía de un paraíso terrenal. "El paraíso está en le corazón de cada uno. Y el infierno también se lleva adentro adónde uno vaya. Pero hay muchos que necesitan, muchos andan viviendo mal."

"No es posible ir al paraíso solos.  Si hay una vida espiritual, una escalera por la que ascender al dios, no se puede subirla sin expandir la luz que uno encuentra hacia los otros. Darles una manito para que puedan subir ellos también. A los cansados, a los que sufren las maldades de los que tienen todo."

Cada vez que Robles ayuda a alguien (me lo han mentado otros lugareños), él pide, como hacía también el nazareno, que no se lo diga a nadie. Que guarde la reserva. Y que si quiere retribuir la gauchada, lo haga con otro necesitado.

"La luz interior se da en secreto, con la mano medio cerradita. Como si tuviera un tucu tucu atrapado. (Tucu Tucu, tuquito, tuco, es un insecto con dos ojos verdes incandescentes). Se le da al otro en lo oscurito, sin que nadie vea."

"Uno prende su lucecita interior, como dice el Señor, no para esconderla en un cajón, pero tampoco para andar encandilando y brillando. Cuando uno da, es como dar un tuquito, que tiene dos ojitos luminosos: una lucecita alumbra al que es ayudado, y la otra lo ilumina a usté. El servicio y la gauchada nos iluminan a ambos."

"Esté atento al otro. Sea suave, servicial, en lo secreto. Dele la mano al prójimo y al irse déjele el tucu pa que se lo ofrezca a otra persona, y así se sigan alumbrando."

Me salió al cruce una tarde en la que yo volvía de alguna de mis habituales caminatas por esas senditas en las que sólo andan la vaca, un pensativo lugareño a caballo y el silencio desconfiado de la montaña.

Robles enseña desde el anonimato y la austeridad de palabra. Muy pocas veces habla -dicen- y me ha honrado ese día con su magisterio de sachásofo consumado, regido por la única ley que ata al paisano aún libre de los interioriores de nuestra patria profunda: la espontánea y sacra gauchada.

Jbv

Esencias



No son más espirituales las túnicas naranjas que la ropa de trabajo.

No son más sagrados los mantras, salmos y oraciones que las coplas lanzadas al cosmos por una oscura bagualera en la quebrada de Humahuaca.

No hay posturas que nos eleven más la conciencia que aquella con la que nos ponemos frente al entorno inmediato; así seamos yoguis, sadhus, rezadoras del monte o una cocinera picando cebolla.

No hay comida más pura que aquella que podemos poner en la mesa como fruto del trabajo propio.

No es más santa la bendición del obispo que el beso que el Chango descalzo estampa en la frente de su mama vieja.

No es el humo de los inciensos más purificador o inductor a la meditación que un fogón sobre la llanura de la pampa infinita, alrededor del cual tres criollos churrasquean bajo la Cruz del Sur.

No es el adorno, el accesorio, es la esencia.

Jbv

jueves, 28 de noviembre de 2019

Cristiano



Cristiano

No te fijes en sus lujosas biblias,
En sus cruces colgadas,
En sus rosarios y sermones.

No computes su presentismo en la misa dominical,
No repares en sus continuas confesiones ante el párroco,
O en su profusa ingesta de hostias.

No te confundan sus cantos, rezos y salmodias.

Si su vida no es reflejo auténtico y emanación florida del sencillo sermón del monte, ése no es cristiano.

Si el simple mensaje que el hijo del carpintero pronunció ante los menesterosos del desierto sobre aquella lomada palestina no perfuma su mirada y su gesto hacia los otros, a los pobres y despreciados del mundo; no te confundas, no estás frente a un cristiano; estás ante uno de los "buenos y justos" que lo crucificaron al nazareno, y que aún lo siguen haciendo con cada humilde y despojado de esta tierra.

Jbv.

Ese sabor que distingue al taoísmo



¿Qué ese sabor que distingue al taoísmo?



Taoísmo es una manera de estar en el mundo y de tratar con las cosas.
Es un modo de relacionarse con los otros, con la naturaleza y los fenómenos de la vida. Es una práctica y un Camino (Dao, Tao).

Así es que el taoísmo abarca todas las esferas de la vida ordinaria del practicante. No es algo que "se hace" en determinado momento del día o de la semana. No es necesario asistir a ningún sitio sagrado ni particular. El templo es la vida misma, el ritual son todos los actos cotidianos; y sin embargo, si es correctamente andado el sendero, no se nota. Es sin afectaciones, adornos o ñoñez. Es silencioso, invisible, común. No hacen falta ropas extrañas, peinados o barbas estrambóticas.

Todo se hace de un modo y con una intención diferente, y sin embargo nadie lo ve; aunque "algo", envuelve al practicante.

Dijeron:

"Cuando encuentres el Camino,
Otros te encontrarán a ti.

Al pasar cerca de tu casa se sentirán atraídos hasta tu puerta.

Y el camino que no puede nombrarse con palabras resonará en tu voz,

Y el camino que no puede verse se reflejará en tus ojos."

Los relatos taoístas están llenos de personajes sencillos como carpinteros, barqueros, carniceros, simples agricultores, que deslumbran a los eruditos y nobles con su sabiduría.

Es difícil explicar las diferencias, pues sólo se entienden adentro, sin palabras.

Por eso dicen que es una experiencia frustrante mostrar el Tao: al ser explicado, suena vulgar, obvio, insípido, opaco, sin ningún atractivo.

Dijo Lao Tse, el oscuro archivista de biblioteca:

"El Tao que puede ser expresado con palabras no es el Tao verdadero.
El que se ha liberado de su importancia personal ve su esencia y maravilla.
El habitualmente lleno de deseos y apegos no ve más que sus últimos reflejos.
Hacer las cosas sin hacerse cosa con las cosas. No reclamar posesión, no esperar resultados.
El trabajo es hecho sin que sea visto, por eso parece siempre por hacerse, y así es como prospera."

jbv

Lao Tsé desapareció sin dejar huellas montado en un buey azul. Nadie más supo del oscuro funcionario de la Biblioteca imperial. Dejó a su paso, por insistencia del guardián de la frontera, y un poco a regañadientes, el lacónico manojo de versos con sus principales y tremendas intuiciones, llamado luego Tao Te Ching.

Presencia





¿Está usted ahí?
Ahí, sí, en eso que está haciendo.

¿Está ahí cuando conversa con otra persona, cuando ceba mate, al lavar los platos, cuando prepara los alimentos, cuando hace su trabajo manual o administrativo?

¿Está usted ahí en su oración, o repite mecánicamente fórmulas verbales?

Cuando alimenta a los animales, barre la casa o atiende el fuego del hogar, ¿está usted ahí?

¿O acaso su espíritu o su mente viajan a pasadas y lejanas culpas y remordimientos?

¿O quizás deambulan por las ansiedades y especulaciones de lo que podría pasar en el futuro?

 Cuando es así, vivimos ausentes.

Nos convertimos en autómatas y la realidad se torna árida e insípida. El corazón un péndulo que oscila entre el ayer y el mañana, sin jamás detenerse en el ahora.

"Lo cotidiano se vuelve mágico", canta el músico santiagueño Peteco Carabajal, cuando las manos de su madre amasan el pan.

¿Porqué se vuelve mágico ese simple acto? Porque la madre, cuando amasa el pan, le da una sagrada dimensión a lo simple, estando plenamente allí. Entonces, la milenaria conjunción de harina agua, grasa y sal, ya no es una receta  inerte y sin alma, sino que se vuelve alquimia y transmutación.  Ella está ahí, Total, en el acto, en el sentido profundo de lo que está haciendo.

En el amor y en la potencia de ese cotidiano rito doméstico.

Está plenamente allí, amasando y encendiendo el fuego del horno de barro para su gente.

Todo acto cotidiano, invisible, inadvertido, se espiritualiza con la presencia total, con la intención, con la respiración atenta y la conciencia alerta.

Evagrio Póntico,  monje hesicasta y Padre del Desierto, recomendaba en sus escritos para el entrenamiento de la mente: "Que no se escape ni una inhalación y ni una exhalación sin tu atención".

Sin más templos que cualquier lugar ordinario, sin más ritos que los pequeños actos cotidianos, sacralizados y espiritualizados por la Presencia Total de todo su ser: sentidos, mente, espíritu y corazón.

Sin más ropaje y adorno místico que el amor sencillo, arisco de las estridentes y vacías demostraciones, ese amor que gusta de esconderse en los detalles.

Y que solamente será capaz de ver aquel que tenga ojos para ver, y oirá quien tenga oídos para comprender ese lenguaje silencioso y callado, sin brillos encandilantes, de la invisible presencia que no deja huellas evidentes. Esas cosas que no pueden ver aquellos que tienen los ojos abiertos, pero profundamente ciegos.

Jbv

lunes, 25 de noviembre de 2019

Lecciones médicas del Tao Te Ching: capítulo 64

Lecciones médicas del Tao Te Ching: capítulo 64.



"Todo está en permanente flujo y transformación.

Los seres y fenómenos ya existen incluso antes de ser. Del no ser pasan al estado germinal, imperceptible, luego se desarrollan hacia su plenitud y vuelven a transformarse.

Con este conocimiento entre las manos, la sabiduría médica resuelve rápidamente lo que aún está asentado y tranquilo,
Lo que todavía no ha dado señales de alteración,
Lo frágil y pequeño.

La sabiduría médica se ocupa de las cosas cuando aún están en estado germinal, antes de que se hayan manifestado.
Así, dirige los tratamientos sin brillantes intervenciones ni rudos protocolos, en tranquilidad, desde el embrión de los desequilibrios.

De esta manera, parece que el médico no haciera nada, no deja estelas ni huellas, y vive en lo secreto su saber. Los profanos llaman magia o esoterismo a lo que sólo es atención, escucha, disciplina y práctica.

Es sencillo entender que todo comienza pequeño y leve y se vuelve grande y peligroso.

La prevención y la anticipación debe ser el alma de una sabia ciencia médica, y no la cacería y persecución policial de síntomas infinitos.

Es más sencillo arrancar un brote verde que tener que hachar un árbol.

Durante el tratamiento se debe conservar el mismo cuidado, sensibilidad y atención tanto al final como al inicio.

Todo es permanente movimiento y vibración, germen y final.

Quien busque sanar a otras personas debió y debe seguir siendo capaz de ver en germen a sus propios demonios y domarlos firmemente al más mínimo indicio de rebelión.

Sólo así estará entrenado para combatir con los feroces demonios que atormentan a quienes acudan a su puerta."

Jbv

Pintura de Shitao, pintor, poeta y calígrafo taoísta del siglo XVII

Lecciones médicas del Tao Te Ching: capítulo 65



"Quien porta la sabiduría médica, en su práctica procura llevar siempre a sus pacientes hacia la simplicidad.

Evitará llenarle la mente y el corazón de complejidades, conceptos, deseos, idealizaciones; más bien buscará que la persona regrese y transite por la senda del vacío, de la sencillez y abrace la unidad.

Es difícil tratar personas llenas de recovecos, laberintos y pensamientos. Ardua tarea tiene el médico que atiende una mente y un corazón repleto de agitación.

Quien porta esta sabiduría sabe dónde hacer que se detenga el mucho pensar y hace de esto la regla de sus tratamientos. Es la virtud misteriosa, la de atraer y conducir al que sufre siempre de vuelta a la Unidad e integración perdidas."

Jbv. Lecciones médicas del Tao Te Ching, capítulo 65.

Pintura de Shitao, pintor, calígrafo y poeta taoísta del siglo XVII.

miércoles, 30 de octubre de 2019

Apuntes de sachasofía: "¿Isleño o islero?

Apuntes de sachasofía: ¿Isleño/islero?



El 31 de octubre se celebra el "día de los isleños" en toda la extensión del delta argentino.

Memorio así lo que alguna vez me dijera el sachásofo don Enrique del arroyo Lolota, sobre un acuciante tema que desvela los sueños de los habitantes del río: ¿cuál es nuestro gentilicio correcto?

Así me decía este gaucho oriental que por alguna secreta razón recaló en esta costa, mientras desenganchaba un bagre amarillo del anzuelo en su muelle hecho de ligustro:

"Se puede vivir en la isla, el gentilicio de esa persona sin duda será el de "isleño", por su lugar de residencia. Pero existe un oficio sagrado, que distingue a ciertos hombres y mujeres del delta: el de ser "islero".

Los oficios terminan en "ero": Carpintero, herrero, nutriero, junquero. Es algo que tiene modos específicos, reglas, técnicas. Es el de ese hombre fundido a pleno con la naturaleza que lo circunda, que se desenvuelve fluida y naturalmente en su medio, y que conoce todos los secretos del río, de los bichos y el monte. Sabe las tareas, los tiempos, los códigos de todo lo que lo rodea. Es independiente, solitario, y no tiene más ley que la gauchada cuando se presenta la ocasión. Así lo veo, es el oficio del isleño que aprendió a ser islero. No quedan muchos ya."

Jbv.
Ilustración: Juan Arancio.

lunes, 28 de octubre de 2019

América es un solo poncho

América es una gran vasija de barro
Llena de silencios y misterios dormidos.



De boca fina o ancha según sea
El Ande, la selva, el río o la pampa.

Cuando el huayra de los antiguos sopla, desgarra melodías, coplas, cantos e historias, milenios de ancestros que viven en las
Plantas maestras, en las cerámicas sagradas, en la noche del monte o en una caja bagualera que eleva desde el cerro su cósmico canto.

El viento del tiempo despega ñaupas nombres y los trae desde el olvido,
Como si fueran hojas secas de otoño, húmedas,
Pegadas en el suelo mojado del ayer reprimido a sangre, fuego y cruz,
Y los vuelve Kúntur (Cóndor), que se eleva hacia las estrellas del sur.

América, como dijeron,
"Es un solo poncho",
Tejido por manos indias de cobre,
Con hiladas mestizas y criollas,
Y guardas negras mecidas por flecos gringos.

América es un poncho que ha de cobijarnos a todos
Sin que a nadie le queden los pies o la cabeza destapada al rocío.
Porque en América los muchos siguen durmiendo "al sereno", naciendo en un pesebre de paja, y continúan siendo crucificados sus mensajeros y defensores por la farisaica iglesia oficial y el moderno César neocolonial.

América es un solo poncho, hilado en la trama continental del Bravo a la patagonia.

Nuestros cielos estrellados son los viejos saberes, visiones e intuiciones y el camino del Avá hacia la Tierra sin Mal, faro y guía en el sendero de nuestra historia recorrida a pura ushuta gastada.

América es un solo poncho, tejido una misma copla, que lleva en sus cuatro versos la americana memoria.

Texto y dibujo: Jbv

domingo, 27 de octubre de 2019

Lecciones médicas del Tao Te Ching. Capítulo 72

Lecciones médicas del Tao Te Ching: capítulo 72



"En salud no hay más autoridad que la ley de la naturaleza.

Cuando la gente no respeta la vía del Tao y las reglas últimas que la Tierra y el Cielo nos imponen como especie, sobreviene la enfermedad, el dolor, la ansiedad y el sufrimiento. Entonces es momento de que se imponga la férrea ley del medicamento y la intervención médica.

Vive en peligro quien no teme los desvíos del Camino.

Vives saludablemente si no se te hace estrecho tu mundo, si la simplicidad natural no te hastía.

Conócete y no te exhibas.
Ámate pero no te des demasiada importancia.
Toma lo primero y huye del resto."

Jbv
Imagen: Fragmento de una ilustración de Shitao, pintor taoísta del siglo XVII

Lecciones médicas del Tao Te Ching: capítulo 17.

Lecciones médicas del Tao Te Ching: capítulo 17.



"El mejor médico es aquel que prácticamente no es recordado por nadie, ya que no ha curado ninguna enfermedad, sino que ha sabido anticiparse a ella, manteniendo a la persona en salud, sin que ésta lo advierta. Por eso su nombre no se cuenta entre los ilustres.

El segundo mejor médico es aquel que recibe el cariño de sus pacientes por haber curado pequeños males, pero sin haber sido capaz de prevenirlos.

El tercero mejor es aquel que por su audacia y rudeza fue capaz de resolver gravísimos casos cortando, cercenando miembros. Ese es temido y respetado como un cruel demonio y su nombre llega a los confines del país.

El último es aquel a quien todos tienen por débil, pues jamás previene nada, sólo receta medicamentos corriendo detrás de la enfermedad y ni tiene audacia para la carnicería.

Cuando el médico es capaz de hacer que su paciente viva saludablemente sin que éste lo advierta, creyendo que todo es obra suya, se hace uno conforme al Tao y recorre de esta manera el mejor camino."

Jbv.

jueves, 17 de octubre de 2019

Apuntes de sachasofía: "Los sabios de la ciudad"

Apuntes de sachasofía: los sabios de la ciudad.



 "Si el mundo rural es regido por la sachasofía, los artificios y las ideas ingeniosas sobran. Si se predican artificios e ideas ingeniosas es que la sachasofía se está perdiendo, o se busca que sea olvidada. Si el mundo rural es regido por artificios e ideas ingeniosas, la sachasofía se ha perdido irremediablemente."

Llegaron a la comunidad unos sabios de la ciudad.

Reunieron a la gente en el galpón del Centro Vecinal y hablaron del tiempo, de la luna y las estrellas, y así, poco a poco la siembra se fue desorganizando, y la manera tradicional que habían enseñado los abuelos que se acomodaban al camino del cielo y al latido de la tierra se transformó en disputas e interpretaciones de lo que habían dicho los sabios. Las cosechas decrecieron ese año.

Trajeron más tarde esos sabios herramientas, reglas, compás, escuadras, niveles, y así los artesanos de la comunidad disputaron en perfección, eficacia y emparejamiento y fueron perdiendo su habilidad y destreza heredada y natural.

Hablaron mucho de benevolencia y justicia. Poco a poco, los códigos nuevos desplazaron la manera habitual y fueron debilitando los lazos naturales de solidaridad y reciprocidad que ligaban a los habitantes de la comunidad. Lo que se daba con fluidez inconsciente se volvió cortesía y mirar de costado.

Hablaron mucho los sabios en las reuniones que organizaban en el galpón principal, de gobiernos y reglamentos para ordenar la vida de la gente. Todo se desordenó en disputas y gritos, las infracciones se volvieron norma y los más viejos se llamaron a silencio.

Los sabios de la ciudad hablaron del gran valor de tener lujos. Entonces algunos más encumbrados empezaron a acumular cosas en las habitaciones de sus ranchos, a adornarse con objetos y vestidos, y los ladrones empezaron a proliferar por todas partes.

La presencia de los sabios fue entonces cada vez más requerida como necesaria ante la manifiesta incapacidad de la comunidad de vivir bajo reglas civilizadas. Los intentos de arreglar las cosas fueron cada vez más complejos, y entonces el desmadre fue general. Ya nadie pudo detenerlo, los sabios declararon imposibles a los comuneros, y abandonaron para siempre el lugar.

Suspiraron los más viejos, y añoraron los tiempos en que nadie era ingenioso y las cosas se hacían siguiendo los ciclos y el curso natural del camino.

 Más vale que los metales preciosos permanezcan bajo las montañas, los árboles en pie en el monte cobijando a los bichos y aves, y que los peces sigan nadando bajo las aguas.

Y los ancianos contemplando el fluir del natural desenvolvimiento de las gentes sin necesidad de intervención desde sus sillas viejas.

Jbv
Pintura: "Reunión campesina", Mario González Chavajay.

Lecciones médicas del Tao Te Ching: Capítulo 24.

Lecciones médicas del Tao Te Ching: capítulo 24.

"No puede mantenerse la salud llevando las cosas a su extremo. Cuando yin llega a su máxima expresión se transforma en yang y viceversa. Es ley del cielo.

Por eso quien lleva la sabiduría médica no predica una vida de extremos: o sufrirá el cuerpo o sufrirá la mente.

Si tu conocimiento es inestable y frágil, como quien está parado sobre la punta de los pies, no te sostendrás en la práctica de tu oficio.

Si quieres avanzar a grandes pasos, no puedes andar el camino del verdadero aprendizaje, que es lento, silencioso y hacia adentro, no hacia adelante.

Un sostenido trabajo en el consultorio con las pautas que tu maestro te halla dado y el permanente cultivo de tu energía interna son las dos piernas para caminar en el Tao, y que te permitirán luego acceder a tus propios descubrimientos.

Si te muestras demasiado jamás serás contado entre los ilustres.

No extremes, no brilles por demás, no enceguezcas a tus pacientes.

No vivas con esfuerzo, no te andes cuidando exageradamente.

Los antiguos maestros llamaban a estas cosas "excrecencias de la conducta", "sobras", y por ello las desechaban.

Naturalidad, una danza fluida entre las fuerzas que se oponen, como un barquero que aprovecha las corrientes, progresar hacia adentro, es el que camino que marcaron los sabios."

Jbv

lunes, 7 de octubre de 2019

Lecciones médicas del Tao Te Ching. Capítulo 69.

Lecciones médicas del Tao Te Ching. Capítulo 69.



"Quien porta la sabiduría médica no adopta una actitud "ofensiva",
Sino mas bien "defensiva".

Demora su palabra,
Mas bien alarga su escucha y profundiza su silencio.
Mas bien retrocede que avanza.

Nunca subestima lo que pueda decir el paciente. En cualquier momento es capaz de surgir de sus labios la valiosa clave de su enfermedad.

No hay mayor desastre que menospreciar al paciente e imponerse.
En ese momento es cuando los tesoros se pierden.

El buen guerrero deplora luchar, por eso puede ganar la batalla al no verse enredado emocionalmente con su enemigo.

Quien porta la sabiduría médica mas bien rechaza el imponerse, por eso da espacio a la persona y logra ver más allá de las palabras, las claves y secretos que le permitirán ganar el combate contra el mal que aqueja a su paciente."

Jbv

Imagen: "Guang Di", legendario guerrero de la china, modelo de la nobleza en combate.

lunes, 30 de septiembre de 2019

Apuntes de sachasofía: "Faltas y sobras"

Apuntes de sachasofía: "Faltas y sobras"



La chancha de al lado grita hasta que le dan comida y a veces también cuando tiene abundante. No se sabe porqué, quizás ella tampoco, ni el señor Gómez, el chanchero.

Me recordaba a don Enrique, sachásofo islero, pescador, célebre tomador y guitarrero del arroyo Lolota. Decía: "El dorado nada y salta en el río sin percatarse del agua; ni siquiera piensa en ella, como el hombre no repara en el aire que respira más que cuando le falta. Y entonces sufre y se queja. A veces también sufre y se queja habiendo aire a su alrededor. No se sabe porqué, quizás ni él lo sepa, y así va el paisano complicado en la vida."

Nos sobra cuando tenemos, nos falta cuando escasea. Otros viven faltos en la abundancia, otros sobrados en la carencia.

¿Por qué esto es así? Nadie lo sabe ni vale la pena averiguarlo.

Más vale simplificar todos los aspectos de la vida y actuar con lo que está ahí, y dejar de lado lo que "debiera ser".

Unir en sí el Cielo y la Tierra, el macho y la hembra e integrar todo aquello que está desparramado abriendo la puerta de todos los misterios. Del no ser surge el ser y todo naturalmente retorna a su origen.

¿Por qué esto es así? Quién sabe, tal vez ni valga la pena averiguarlo.

Jbv

Lecciones médicas del Tao Te Ching. Capítulo 23.

Lecciones médicas del Tao Te Ching. Capítulo 23.
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Ante los vaivenes y mudanzas del mundo, la sabiduría, con total naturalidad simplemente hace silencio y evita demorarse en la dualidad, en Bueno o Malo, Blanco o Negro.

Nada dura demasiado, ni un huracán ni una lluvia torrencial.

El Camino, a través del Cielo y la Tierra produce los cambios, y ni ellos -Cielo y Tierra- son capaces de permanecer inmutables eternamente. Entonces, ¿cómo podrían serlo las cosas humanas?

El médico experto aplica este Tao a su ciencia. Él no corre tras las mutaciones de la enfermedad. Él sabe que ésta no es más que la manifestación externa de los caminos fluctuantes del yin y el yang. Por eso, con naturalidad "hace silencio" frente a este vaivén, y se concentra en la esencia y mira por sobre los cambios, buscando no entorpecer el Hacer de la naturaleza.

El médico que obra según este parecer y se refugia en el Tao, es recibido y acogido por él. Usa el camino ancho que jamás se agota, y se vuelve amplio.

El médico que obra y hace, y persigue cambios, tiene un límite y puede ganar o perder.

El médico que se identifica con el desatino y la alocada persecución de síntomas, carecerá de confianza.

El médico que ha aprehendido la esencia del Camino sabe que la naturaleza le recomienda el silencio y la confianza en el legado de su maestro.

Jbv

jueves, 26 de septiembre de 2019

Apuntes de sachasofía: "El río maestro"

Apuntes de sachasofía: "El río maestro".



Llegué hoy luego de larga caminata al pie de La Cumbre, adonde nace el río Siambón, arriba, en la mágica y mística región de sabios, longevos y curanderos.

Bajando ya de vuelta, al pasar por el rancho perdido de los Romano, me la veo a la María Rosa entrando la majadita de ovejas al corral.

"El león ya me ha matao tres este mes."

Hablamos del puma y le cuento que más arriba, sobre un acantilado, me había sorprendido ver que caían piedras, como si alguien las estuviera empujando. Miré un rato, algo innombrable me inquietó y seguí mi camino apurando el paso.

 Me ha dicho: "el toro o el caballo no se acerca al borde, si tiraba las piedras era el león, pa asustarlo a usté".

Me heló la sangre saber que pude haberme cruzado con la fiera dueña del cerro esa mañana. Luego pensé que morir peleándole a un puma no está nada mal, como Tristan Ludlow, que acabó sus días luchando con un oso en los bosques de Montana.

Me dijo María Rosa, al mostrarle la foto, que en realidad no era ahí el nacimiento del río, que faltaba un poquito nomás para llegar. Hablamos del agua, de su absoluta pureza y frescor.

"Por eso vive tanto la gente aquí", afirmó con seguridad. "Es por el agua".

Y sachasofando un rato admiramos el comportamiento de esa serpiente líquida. Ella dijo que siempre piensa en el río, y que éste le enseña. Yo recordé al viejo Siddharta, cuyo maestro también fue un río. ¿Y qué le ha enseñado?, pregunto.

"El agua enseña muy mucho si le presta atención. Fijese que se puede uno acomodar a todo haciendo como ella. Y si uno no se anda peleando con la vida, vive muy mucho. Para mi abuela medio india era como un dios.

Me decía que mire: el río no tiene forma propia, sino que asume la de la ocasión que se presenta, pero sin jamás perder su esencia. Siempre es agua.  Se amolda a todas las formas.

También adopta los cambios según la circunstancia del momento.

 Si hay calor, se calienta y se hace vapor. Si hay frío, se yela. Así, siempre sale adelante al fin y sigue siendo agua pura.

Corre, se detiene, baja, sube, golpea, rodea, empuja o acaricia. Va siempre pal lao de los tiempos, siempre siendo agua.

 Es humilde, mirelá, siempre por los lugares bajos, y no se le niega a nadien. León y corzuela, hombre malo y los perros, a todos da de beber. Es el modelo perfecto de como nos podemos acomodar a las cosas sin dejar de ser lo que somos, y ser buenos."

Nos saludamos. Al rato llegué hasta la ruta, frontera donde acaba el silencio y el mero estar presente de toda la vida en el cerro, y nace la imponente presencia del huinca con sus motos y 4x4, parlantes y demás calamidades de fin de semana.

Jbv

¿Qué es la Sachasofía?

¿Qué es la Sachasofía?

Sacha=monte, bosque
Sofía=conocimiento, sabiduría
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En la espesura del monte, entre los espinos y la yunga cerreña, entre el ensordecedor amanecer de los pájaros, las curaciones del yuyo y del rezo, entre los animales y el río, las piedras, la montaña y los caminos, late allí el universo del hombre y la mujer que vibra su vida en ese medio y paisaje.

Entre ese cielo y esa tierra, a voz bajita, celoso y arisco como el vuelo de un colibrí o imponente como las alturas que alcanza el cóndor, vive el conocimiento de los ilustrados cultores de la Sachasofía, la sabiduría del monte, el saber montaraz.

Este tesoro cultural americano se dice en silencios, en coplas, en una cocina a leña, en una mirada, en un trueque comercial, en el ceremonial de dos vasos de vino, en una oración rezada con muy pocas palabras y en la soledad de un camino de vacas perdido en la serranía.

Quien tenga oídos para oír que la oiga con mucha atención, que escuche a esas mujeres y hombres del monte, del río, la montaña y la llanura que escriben sus libros en los surcos de la tierra, y si se ha ganado la confianza, que asista sin faltas a las cátedras de abismos que se dictan en los silencios que guardan sus almas.

Jbv


lunes, 23 de septiembre de 2019

Lecciones médicas del Tao Te Ching. Capítulo 53

Lecciones médicas del Tao Te Ching. Capítulo 53.



"Cuando se ha vislumbrado la esencia de la práctica, lo único que debe temer el médico es a los desvíos que conducen a la extravagancia y estar atento a volver siempre a la raíz de lo aprendido.

El gran Tao es simple de comprender y fácil de practicar.

La verdadera medicina es sencilla de entender y de aplicar, pero muchos practicantes aman los senderos tortuosos y los caminos laterales que los llevan a perderse en el bosque de lo difícil y lo complicado.

A menudo el médico se viste con ropajes vistosos y apariencias exóticas, expone un habla florida y conceptos complejos y desconcertantes. Es capaz de citar todos los documentos antiguos y los nombres de los maestros de la tradición, pero incapaz de aliviar un alma doliente.

Y bajo todo ese adorno, la salud del paciente se deteriora día a día y su desequilibrio se profundiza sin encontrar cauce. Su mente y su cuerpo se vuelven un campo yermo e infértil, el yin y el yang toman caminos divegentes y su espíritu se pierde en la confusión.

La luz brillante y la técnica deslumbrante, las maneras exageradas y la parafernalia no son el camino que sigue el Tao.

Esa es la senda de los bandidos."

Jbv

jueves, 12 de septiembre de 2019

Apuntes de sachasofía: Oculto como nuez pecán

Apuntes de sachasofía: "Oculto como una nuez pecán".



El viejo Noettinger pasa en su canoíta "Cacho Lancha", impulsada por un antiguo Villa de 8 hacia el pueblo.

Conozco una sola persona que ha hablado con él, el islero Presentado, que fue quien valga la redundancia, me lo presentó.

 Vive sólo en el arroyo Fredes y cruza el Paraná cada tanto para comprar en San Fernando algún repuesto para el bombeador, una pala o alguna que otra cosa que no se consigue en la isla o en la almacenera de Bettiga.

Tiene una quinta de 70 hectáreas con sauce, mimbre, álamo y algunos frutales y pecanes. Es admirado porque en soledad ha logrado que todo a su alrededor -naturaleza, bichos-  le responda a la perfección.

 Trabaja zanjeando, arreglando el muelle, podando y pelando los mimbrales, o fumando en la galería los días de marea añorando su lejana Alemania.

La isla lo transformó. El monte le enseñó. El río lo moldeó. Se hizo libre. Silencioso y sabio. Pocos saben de él, y un día pude visitarlo y apuntar algunas cosas que dijo tras una de las sesiones de acupuntura  por su dolor de espalda, mientras me cebaba mate con miel.

En su tono gringo acriollado decía:

"El sabio se comporta como el nogal. Este árbol no se aferra a sus frutos (lo mejor que tiene para dar de sí), sino que simplemente, en silencio, los produce internamente durante largos meses y después los suelta. Luego, con su enorme humildad, larga toda su hojarasca seca y entonces esos maravillosos frutos quedan ocultos, tapados, invisibles. No es árbol que haga alarde de su hacer. Su producción no es colorida ni vistosa, ni es sostenida en lo alto de las ramas para espectáculo del mundo.

Su fruto, la nuez, es austera, marrón, opaca, escondida en el suelo bajo la capa ocre de hojas secas. Nadie ve sus frutos.

Solo quien está dispuesto a mirar hacia abajo, la vista a la tierra, a revolver la hojarasca doblando la espalda, los encuentra y goza de su delicioso y nutritivo fruto. Así son los verdaderos maestros, solo aparecen cuando uno está preparado para verlos y recibir su enseñanza.

El sabio se comporta de la misma forma con sus “frutos”. Son invisibles para los demás, él no hace alarde de ellos, los oculta en la hojarasca de lo cotidiano, de lo ordinario, de lo insípido de lo obvio y mundano. Es de los que “parecen menos, pero pa dentro crecen”.

Solo aquel que está despierto, que no se deja enceguecer por los fuegos artificiales de los ruidosos “benefactores de la humanidad”, ve los frutos ocultos del que trabaja en silencio, por detrás, siempre abajo, tapado, invisible."

Así es el viejo Noettinger, flaco, blanco, plateado y flexible como un álamo, que saluda agitando su brazo desde el muelle del Fredes, mientras empiezo a enfilar hacia el lado del majestuoso Paraná.

Jbv

Lecciones médicas del Tao Te Ching. Capítulo 65.

Lecciones médicas del Tao Te Ching. Capítulo 65.



"Los sabios médicos de la antigüedad no ilustraban a sus pacientes, ni los confundían con demasiadas explicaciones.

Mejor los dejaban en la simpleza.

Un paciente difícilmente se restablecerá de su desequilibrio si se le llena de complejidades que lo embrollen en el camino de su sanación.

Dirigir un tratamiento con muchas complicaciones conceptuales es difícil y retorcido. Curar así es imposible.

Con actos claros y simples se enriquece más a un paciente que con conceptos oscuros.

El silencio dice más que discursos floridos.

Conocer esta doble realidad es la solución a muchos desequilibrios y enfermedades.

El médico que posee esta regla ejerce la "Virtud Misteriosa".

La "Virtud Misteriosa" es profunda y arcana, contraria al ideario común de como deberían ser las cosas, pero muy afín a la raíz de todas ellas, el Tao."

Jbv

jueves, 5 de septiembre de 2019

El llamado de Cthulhu

El llamado de Cthulhu



No somos en absoluto seres racionales.
Volátiles criaturas profundamente atravesadas por las emociones, por impulsos inconscientes individuales, y hasta por herencias inconscientes que son colectivas, propias de nuestra especie.

Como el terrorífico Cthulhu del escritor Lovecraft, los instintos e impulsos de bestias salvajes duermen como un monstruo en las profundidades de un lago, y a veces se despiertan o se sacuden en sueños, agitando la superficie de las aguas aparentemente calmas.

Toda nuestra vida es conducida desde ese terreno completamente irracional.

La "razón", tan cacareada por esta incivilización, es apenas un instante, un relámpago en la noche, un caballo al galope visto desde una cerradura. Es una herramienta que se utiliza para resolver alguna que otra cuestión técnica concreta (igualmente dentro de un marco general irracional), para luego volver al océano nebuloso de la sinrazón.

Prácticamente ninguna de nuestras decisiones, impulsos, elecciones, expresiones de nuestra vida cotidiana surgen de la razón.

Las bases mismas de este sistema social, productivo y económico son irracionales, y toda su estimulación y fortalecimiento apela a lo irracional. Es absolutamente atentatorio contra la vida humana y del planeta, y sin embargo, se presenta como el pico de la razón evolutiva y no es cambiado, todo lo contrario. Como tampoco cambiamos nunca absolutamente nada en nuestras vidas por cuestiones "racionales".

Somos aquellos mismos que hace tres millones de años bajaron del árbol y encendieron el fuego para iluminar y calentar las cavernas.

Las cuevas siguen adentro nuestro, gritando en su mitológico lenguaje como el llamado de Cthulhu. Sus huellas y sus sombras salen periódicamente a recordárnoslo.

Cuando alguien me habla de razones y civilidad, siento el impulso visceral de simplemente irme hacia otra parte.

Jbv

lunes, 2 de septiembre de 2019

Lecciones médicas del Tao Te Ching. Capítulo 79.

Lecciones médicas del Tao Te Ching. Capítulo 79.



"Luego del restablecimiento de un gran desequilibrio, quedan pequeños y más leves desequilibrios, secuelas persistentes y rebeldes, difíciles de eliminar.

El pequeño médico permanece aferrado al tratamiento que le dio resultado en el restablecimiento del desequilibrio principal, pero al ser incapaz de mudar y fluctuar, no termina de devolver a su paciente la armonía entre yin y yang.

El gran médico en cambio, no se ata jamás a recetas fijas, sino que es capaz de mudar de criterios y modificar el tratamiento principal que le dio buenos resultados en un comienzo, pero que luego se estancó.

Así, buscando nuevos caminos, fluyendo con el Tao es capaz de percibir los pequeños desequilibrios restantes, y armonizarlos definitivamente.

El buen médico no simpatiza con protocolos y recetas fijas aprendidas de memoria, sino que está siempre del lado del paciente, fluctuando junto a sus propias fluctuaciones.

Por eso el arte de la medicina es una danza entre dos que mudan al compás de la música del yin y el yang, y ambos se benefician."

Jbv

jueves, 29 de agosto de 2019

Apuntes de sachasofía: el Ch'in ñan

Apuntes de sachasofía: El "Ch'in ñan"

Los abuelos de los abuelos de don Leocadio Mamani habían bajado de Bolivia hace quién sabe qué punta de años. Se llegaron por las selvas santiagueñas que rodean al Monte Quemado.

Como ocasiones la vida se sacude y nos hace mover, terminaron esos Mamani en el valle de Tapia, Raco y Siambón, en la región del Tujma.

Don Leo es callado. No es que no hable, hay callados que están llenos de ruido. Sino que su palabra es tan límpida, tan certera y tan poco demás que sólo transmite silencio, puro silencio.

"En el silencio todo puede ocurrir", dice.

"Cuando uno gana silencio adentro, no anda haciendo ruido ajuera".

"Cállese, deje que el cerro, el monte, lo llenen con sus sonidos: las aves, el viento, el río. Guarde todo eso adentro suyo y se llenará de esa voz, que es la voz de Dios, la voz de la madre tierra".

Se lo ve a don Leo haciendo sus cosas, de aquí para allá. Acomoda la leña en el hogar, calienta las latitas con agua, echa de adentro a las gallinas.

Vive y transmite una unidad profunda de toda su personalidad. La unidad última, la integración total del espíritu se da en el silencio, enseña don Leo.

"Y por eso hay que caminar hacia el silencio. Nacemos con silencio, nos vamos llenando de ruido y nos alejamos de la tierra y de nosotros mismos. Por eso hay que caminar y volver al silencio. Ahí habla dios. Así lo decían mis abuelos y padres, todos practicantes del "Ch'in Ñan", el camino silencioso, el camino del silencio".

"Y así es mejor señor, así es mucho mejor".

Jbv

Hablar en silencio

Hay un estado en el que cesan las palabras y prevalece el silencio.

Personas que con sólo estar a su lado transforman. Su potente Newén traspasa. Así me lo enseñó mi maestro de medicina china, con quien la gente se aliviaba de solo estar en su presencia.

Ya Lao Tsé, hace 2500 años había insistido en que "el sabio maneja sus asuntos desde la quietud y transmite sus enseñanzas sin hacer uso del discurso".

Le preguntaron a Ramana Maharshi, santo Indio del siglo XX, del cual se dice que la gente se iluminaba de sólo sentarse a su lado en completo silencio, y que jamás predicó nada:

"¿Cómo entonces podemos comunicar nuestros pensamientos unos a otros?"

Respondió: "Eso deviene necesario si el sentido de dualidad existe…"

"¿Por qué el maestro no viaja y predica la Verdad a las gentes en general?"

El maestro dijo:  ¿Consiste predicar en subir a un
estrado y arengar a las gentes de alrededor? La predicación es simple
comunicación de Conocimiento; realmente, sólo puede hacerse en silencio.

¿Qué piensa usted de un hombre que escucha un sermón durante una hora y que se va sin haber sido impresionado por él como para cambiar su vida?

Compárale con otro, que se sienta en una Presencia sagrada y que se va después de algún tiempocon su visión de la vida totalmente cambiada.

¿Qué es mejor, predicar en voz alta sin efecto o sentarse silentemente enviando Fuerza Interna? "

Y así lo cantó el avatar Atahualpa Yupanqui, cuando suspiró diciendo "mal'haya pudiera un día, vivir así, sin palabras"


Mandala

Mandala

En el centro infinitesimal late la más amplia totalidad, el vacío y la pura quietud.

En el silencio se halla el Centro. Allí todo está, sin que nada ocurra y todo suceda a la vez.

En el mandala, que es el símbolo del proceso de integración, purificación e individuación. Afuera hay movimiento, ruido, diversificación.

Adentro, hacia el centro, hay cada vez más fusión, homogeneidad, quietud, silencio.

Carl Jung se sintió fascinado desde siempre y estudió con profundidad los mandalas en las distintas culturas.

 Descubrió que representan arquetipos colectivos y que  mediante la práctica de meditar con estas figuras es posible alcanzar tres grandes beneficios; sanar psico emocionalmente, ordenar y centrarse, siendo los 3 aspectos claves de todo camino iniciático que busca purificar, integrar y unir, logrando de esta manera la totalidad del Ser, accediendo a la propia naturaleza divina.

El camino del silencio (Ch'in ñan), el camino al silencio, a la quietud, a la hesiquia, al centro, es la práctica a desarrollar.

Haciendo consciente el centro (Qosqo), dirigiendo con la respiración hacia allí la energía vital, (Newén, Qi, Prana, sami, mana) llevamos la diversidad, el movimiento y la fragmentación hacia la transformación en quietud, eje, centro, que está inmerso en el silencio.

Así el Dos se hace Uno y nos volvemos el punto central del mandala de nuestra existencia.

Todo se aquieta, y aprendemos a volver. Una y otra vez volver.

Si nos alejamos del centro, cada vez más hacia el exterior, nuestra vida se llena de ruido, inquietud, ansiedad, disipación, dispersión energética. Pero aprendamos a volver al Qosqo. Una y otra vez.

Allí, en el centro, vive Dios. Dios es silencio, el lugar lleno de posibilidades. Donde todo está en potencia de ocurrir.

El silencio es la meta para unión con la divinidad, y el punto de partida para actuar en sintonía con nuestra verdadera y original esencia divina.

El sonido es división. Separación del Silencio.

Ese es el verdadero significado de "Pecado": todo aquello que nos divide y separa del Centro, del supremo silencio.

El silencio, el centro del mandala es la Totalidad, la unidad absoluta.

Dios es silencio, somos dios cuando simplemente dejamos de hacer ruido, al llegar al Centro, donde todo es  posible.


Jbv


Lecciones médicas del Tao Te Ching. Capítulo 60

Lecciones médicas del Tao Te King. Cap. 60
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"Cuando estés con un paciente, trátalo con suma delicadeza, como quien fríe un pequeño pececillo; sin mucho agitarlo para que no se deshaga.

No lo llenes de temor, de torpezas, complicaciones, explicaciones, ni medicamentos extraños.

Simplemente indícale el retorno al Tao, al camino a través del cual la naturaleza cura todas las afecciones, y su salud retornará como vuelve siempre la primavera a los duraznos, aunque sea invierno todavía.

Infórmale, si sientes que está dispuesto a escuchar y a combatir, que muchos demonios le saldrán al cruce a pelear.

Si retorna al bienestar mediante el camino de la naturaleza, empuñando el tao como bastón, los fantasmas de lo artificial ya no serán amenazantes, puesto que la persona también podrá usar ese bastón como garrote.

La senda del Tao solo produce beneficios, y las fuerzas dañinas de la vida antinatural pierden poder sobre la persona que la sigue."

Jbv

Lecciones médicas del Tao Te Ching. Capítulo 16

Lecciones médicas del Tao Te King. Capítulo 16

"Es preciso estar vacío, en silencio, buscar insistentemente el centro. El médico no ha de enredarse en lo múltiple, en lo variado de las manifestaciones infinitas que puede encontrar el desequilibrio energético, la falta de armonía entre yin y yang.

En medicina oriental, natural, se trata de captar la esencia constante e invariable de los desequilibrios que se disfraza de múltiples "enfermedades".

Estando vacío de conceptos y particularismos, concentrado en lo esencial, se capta aquello que es invariable.

Todos los pacientes traen "problemas particulares" con apariencia de ser únicas e individuales "enfermedades", pero la raíz de todos esos fenómenos es idéntica y la misma.

Por eso, el médico que conoce lo invariable no se enreda entre síndromes, signos singulares, diferenciaciones que lo hagan pensar o sospechar de fragmentaciones. Así, el médico tratará con ligeras variaciones la única causa de los padecimientos: el desequilibrio relativo entre yin y yang.

Por ello es necesario "dirigirse con constancia al vacío absoluto". Ir hacia lo que no cambia, conocer lo invariable. No enredarse en lo múltiple y lo diverso, ni salir a la caza de "enfermedades", tan variadas, pintorescas y esquivas como mariposas.

Reposar en la tranquilidad, en lo que no cambia.

Comprender esto es "tener luz y claridad". Quien anda a la cacería de lo diverso y lo particular anda a oscuras y es incapaz de tener amplitud y apertura.

Quien ve lo que no varía, puede ser infinitamente amplio en sus tratamientos. Quien ve enfermedades, tratará algunas mejor que otras, por el camino estrecho de lo particular.

"Hay un vacío al que llegar con constancia.

Existe una multiplicidad, fragmentación y diversidad de la cual volver.

No te retardes en el dualismo.

Conocer lo que no cambia jamás es desenredarse de los particularismos que no cesan de mutar.

Así estás en la pura hesiquia, en la total quietud.
Así el silencio y la calma son tu morada eterna.

Y eres claro y luminoso al conocer la raíz invariable de las cosas.

Y sales de la oscuridad y las sombras de la diversidad y la fractura.

Y el mediodía te encuentra sereno, sentado sobre la eterna roca en la puerta de tu ermita,
Y ya ni te molestas en seguir con la mirada el correntoso irse del río."

Jbv

lunes, 15 de julio de 2019

Arte

El ser humano tiene sentido de supradimensionalidad, posee una fuerza espiritual que pugna por trascender este plano de aquí (kay pacha).

Mis dioses paganos me han convencido de que el animal también lo tiene, y vive conectado directamente, sin interferencias, con esos otros planos y dimensiones (úray y hanan Pacha). Los"bichos" viven en ellas totalmente, de forma íntegra. Son plenamente lo que está en su naturaleza ser.

La diferencia entre estas dos existencias - la humana y la del resto de los animales-, es que una "anhela" vivir en los tres reinos de pacha, y la otra los habita con total naturalidad, y los transita de uno a otro con total fluidez.

Y por esa desesperación existe el arte. El arte es lo que deja en evidencia que el humanoide bípedo que somos vive de una tremenda y fatal ansia trascendental, que tiene profundísimas intuiciones multidimensionales que lo llevan a expresarlo artísticamente como lo "no dado". El arte es atisbo y percepción de mundos que no vemos, de estados espirituales no rastreros.

La música, la copla, el lienzo pintado, el texto, la cerámica, son trampas que hacemos para sentirnos un poco en el cielo.

El animal no necesita del arte. Vive en esos planos de un modo dado, total. Han trascendido la necesidad de cultura, moral, reglas y órdenes. La naturaleza los guía y no tienen más amo que ella.

El animal no está fragmentado, tironeado por diferentes estadíos y dimensiones. Es, completamente.

Y el arte es para seres fragmentados, partidos, que buscan la integración, que se saben rotos, expulsados del paraíso, que han comido del árbol del bien y del mal. El arte acerca un poco al hombre a las rejas del jardín del Edén, del cual, sin saber que lo tiene adentro, cree que vive separado.

Y a más hondura, más belleza, más conmoción artística produce, más profunda es la rotura de ese espíritu que anhela.

Jbv

Imagen: El Chaga, sabio y querido "Irpasi" de las islas del delta.

"El gato calla,
Sentado al pie del sauce,
Quién sabe qué abismos".

jueves, 4 de julio de 2019

La fuerza innombrable

Esa fuerza innombrable, incognoscible,
impregna todo lo existente, sustenta todo y lo transforma.

Todo guarda en sí algo de esa chispa de divinidad. El cerro y la mierda de los chanchos.

Si me quedo calmo y respiro, y contemplo, y callo, esa chispa se hace fuego y luz adentro, y afuera, y todo se hace luz y tiene luz.

Si acallo mi mente y sereno mi espíritu, y me pongo a disposición, y me abro, y hago espacio y doy aire, los lirios del campo se visten como reyes y a los pájaros no les falta alimento,
y la chispa crece en mi interior.

Si soy simple, si simplifico todos los órdenes de mi vida, entonces puedo hacer silencio, no pensar demasiado y quedarme ahí, a disposición de esa fuerza. Y todo ocurre sin yo ser necesario para nada.

"Todo se construye y se destruye tan rápidamente, que no puedo dejar de sonreír".

Yo me siento quieto y en silencio,
Y todo el universo, sus fenómenos y transformaciones me dicen que no soy necesario;
Que los lirios del campo se visten como reyes y a los pájaros no les falta alimento.

Y yo me quedo ahí, como un estúpido que no entiende nada,
Respirando, callado, y lo confirmo,
Y al fin soy libre.

"Y en medio del silencio me fue dicha la palabra secreta".

El río continúa diciendo adiós,
Los eclipses ocurren y pasan,
Los gallos compiten a los gritos,
Las campanas del monasterio
Marcan los tiempos de los monjes,
Los chanchos comen y cagan,
Los lirios del campo se visten como reyes
Y los pájaros tienen su alimento.
Los cerros permanecen
Y las hojas de los sauces ya son tierra otra vez,

Sin yo ser necesario para nada.

Jbv

Fe popular

En el interior del interior profundo de nuestra nación, en alguna sendita campesina, un alma paisana eleva una plegaria, alza en el templo a cielo abierto de los montes un acto de tremenda comunión espiritual.

Lejos de dogmas, de catedrales, fuera de los ojos de los custodios oficiales de dios.

Un momento invisible, en un lugar invisible por un nadie invisible.

Rústica ceremonia secreta que quedará entre él y el humilde santito de los pobres de toda pobreza de la patria profunda.

Nadie jamás podrá mandonear en el corazón de un hombre libre, que en lo más hondo sabe que dios está con él, que dios es él, cuando él se hace nadie.

Jbv

lunes, 10 de junio de 2019

¿Qué hay que aprender?

"-Pero, ¿qué es lo que hay que aprender?

-Todo... Y nada... El saber es saber hacer... Y saber no hacer ni interferir.
Mirar alrededor... Y nada más... Sin discursos, sin complicadas artimañas retóricas ni prácticas complejas. Ser lo que se es, nada más ni nada menos.

Es fácil de comprender, fácil de practicar, y sin embargo pocos lo hacen.

-Pero, ¿qué es eso fácil de comprender y de practicar?

-Nada, nada hay que comprender, solo ser.

-¿Y cómo hay que ser?

-No siendo nada. No sea nada, solo responda de forma natural a los cambios y fluctuaciones de Aquello. En el propio responder naturalmente a los cambios y  fluctuaciones surgirá su ser verdadero, y su hacer natural.

-¿Sólo eso? ¿Y las complejas meditaciones, recitados, oraciones, ritos, vestidos, devociones, cursos, talleres, invenciones, posturas, reverencias, templos, libros, teologías?

-No se nada de eso. La última verdad, eso que por detrás de todo el ruido jamás varía no es atractiva, no trae reconocimiento, no es glamorosa ni brillante.

No. Esa verdad que se esconde tras los pliegues de la simplicidad silenciosa es insulsa como tierra seca, como un tronco no vistoso de algún árbol pequeño. No seduce en su decir ni su vestimenta llama la atención.

Pero lleva escondido un tesoro debajo de su burdo ropaje.

No se complique, responda natural y espontáneamente. Si no hay tensión, allí está usted y su naturaleza esencial. Si hay tensión, no están allí ni usted ni su naturaleza esencial, sino un ideal, una proyección mental, y un abismo entre usted y la verdad.

-¿Entonces somos tan sólo una respuesta?

-Yo no sé, yo no se nada. Sólo escuché decir:

"El hombre es tierra que anda"

"Yo soy como te dije ayer, un largo camino".

-Entonces somos un andar.

-No sé, caminemos... caminemos...  nos callemos."
Jbv

Delta respira

Dicen los isleros que el Delta es un gran pulmón que inhala y exhala. Y así es el ritmo de su vida entre el monte, el río y el juncal.

¿Se trata acaso de algún gigante meditador que expulsa con suavidad el aire, largamente hasta quedar vacío para volver a inhalar?

La ciencia explica las mareas y el comportamiento de los ríos y arroyos del Delta con elementos como la cantidad de lluvias caídas Paraná arriba, la dirección de los vientos, la altura del mar y mil detalles técnicos más.

Los isleros hablan de la luna y su fuerza, del soplo del sudeste y la virazón, de las islas como un mismo y único organismo que respira a diario exhalando e inhalando.

Y así el agua, mientras que en la montaña dice adiós siempre en una misma dirección, en la Isla va, viene, va y viene marcando un ritmo de oposición complementaria que quien puede sintonizarse con él lleva una vida armónica y plena de vibración natural en esa hostil y salvaje geografía.

Cada riacho y arroyito, cada centro de isla, cada pajonal es una red de bronquios y bronquiolos que respira como un meditador zen: larga exhalación hasta el vacío, seguido por una inhalación lenta, profunda, que llena de vida hasta el más remoto orificio.

Cuando el río desborda los límites que hacen de cada isla algo individual, súbitamente del Dos se hace Uno. El río diluye la dualidad y convierte al Delta en una sola unidad, destruyendo la ilusión de separación.

Así es el organismo vivo de las islas. Así también el espíritu de los isleros que aún logran vivir fundidos con ese entorno, con ese gigantesco meditador que es su hogar. Y así aprenden del junco y del agua.

La marea borra con su inundación la separación.

El junco enseña que por debajo, en lo oculto, tampoco hay división; que somos la expresión individual de un gran rizoma que nos unifica a todos.

Cierra los ojos el islero. Se deja mecer en su canoa por el río. Sentado en la proa hace una gran exhalación. Vacío. Una lenta y profunda inhalación. Momento. Y vuelta a empezar.

Río y hombre, río y mujer de las islas, una sola unidad con esa fantástica y alucinante tierra de agua.

Jbv

jueves, 6 de junio de 2019

El tucu tucu y el chañar

Apuntes de sachasofía: "El tucu tucu y el chañar"
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Saben las gentes del cerro y el monte que la corteza del chañar y el arrope preparado con los frutos del árbol son buenos remedios que la Pachamama ofrece a sus hijos para los problemas respiratorios y para el dolor de garganta de los changos cuando el frío ya empieza a apretar y las mañanas son ponchos de garrotillo.

Mientras le coloco las agujas a don Fermín, la Marisa me cuenta la manera infalible para hallar un ejemplar que contenga buena medicina, ya que le comento que aún no he podido encontrar uno durante mis recorridas.

Echa una ramita de tusca al fuego, me ceba un mate dulzón y enseña:

-"Pa' encontrar algarrobos y chañares con poder nada mejor que este método criollo que me ha dicho mi mama: llame a un tucu-tucu por su nombre, a la oración. Si se ve el lucero arriba del cerro, mejor. Sea delicado, dulce como el fruto que busca.

Sepa que si es insistente y de buena intención, el tucu acudirá al llamado titilando sus lucecitas en lo oscuro.

Deje que se acerque, esté atento. Cuando el bicho esté al alcance de su mano, agárrelo con cuidado -por ninguna razón debe usted dañarlo-, y póngalo sobre la tierra y panza pa' arriba.

Entonces dígale: "tucu-tucu, no me has de engañar, en qué lugar del monte se encuentra el chañar", y suéltelo. Observe bien.

Cuando el bicho se voltie (para lo cual tendrá que dar un saltito) indicará con la dirección pa' donde quedó su cabeza el lugar ande está el arbolito. También puede pedirle al tucu que le indique el sitio donde lo espera un amor o la fortuna. Debe decirle bajito al oído: "tucu-tucu, vuela fuerte, en qué senda del monte me espera la suerte".

Mate y charlas, fogón y agujas para don Fermín, un gato dormilón y dos perros bajo la mesa sirven de marco para que la sachásofa Marisa se despache con sus conocimientos.

Tras la sesión de acupuntura rural me voy del rancho lleno de saberes y con un gran saco de arpillera repleto de paltas, limones y naranjas.

Afuera va asomando alguna que otra estrella empujando al sol y preparando la presencia de la tímida luna. Todo es silencio, sombras, caminos.

Por lo bajo recito al tranco lerdo: "tucu-tucu, vuela fuerte, en qué senda del monte me espera la suerte".

Jbv

Fuego




El fuego es el sello absoluto de la humanidad. Ninguna otra especie lo ha utilizado o producido.

La posesión del fuego es un hecho exclusivamente humano. Hemos nacido en el momento justo en el que allá lejos, bien lejos, el fuego comenzó a ser domesticado.

Encender una fogata es una actividad que nos conecta profundamente con nuestra ancestral genética humana.

El primer y el último eslabón de la cadena humana se unifican con el acto de prender fuego.

El ritual de encender una hoguera en estado meditativo nos funde con el Gran Misterio del hombre en la tierra.

El fuego hace resurgir nuestra animalidad ancestral dormida. Es el rito más primal que podemos realizar como integrantes de la especie humana.

Nuestro cuerpo y nuestra interioridad fueron moldeados por más de tres millones de años de presencia en este planeta, desde que algún oscuro homínido bajó del árbol y se paró en dos patas.

En ese lapso, nuestra fisiología se diseñó para nutrirse de determinados alimentos, para ejercitarse y moverse intensamente y en una amplísima gama de movimientos por períodos, y a holgazanear a gusto durante otros.

No estaba sometido al estrés crónico, sino a momentos de estrés agudo, intenso, pasajero, que servía para enfrentar una cacería, una huida, una lucha o una catástrofe natural.

La relación con el entorno y con las fuerzas de la naturaleza visibles e invisibles fue el tipo de espiritualidad que forjó durante milenios nuestra indagación interior.

Estábamos en la tierra fundidos entre sus energías y éramos parte de ella. No buscábamos a seres de otros cielos allá arriba.

Fueron más de tres millones de años.

Hace apenas unos ocho mileños, en otros lugres aún menos, es decir ayer, se produjo la llamada "revolución agrícola" que nos ató a la parcela cultivable, nos hizo más sedentarios, se redujo drásticamente la variedad de los alimentos, y  pasamos a estar nutridos con un tipo de comida para la cual nuestra biología no está diseñada.

Aparecieron sociedades complejas, los Estados, la coerción, diferencias sociales, superpoblación, epidemias y religiones institucionalizadas. La  guerra de conquista y la muerte organizada.

Hace solo un poco más de cien años el mundo comenzó a descalabrarse dramáticamente, con la destrucción cada vez más salvaje de la naturaleza, con el alejamiento absoluto del ser humano de su animalidad, el sedentarismo, el estrés crónico, la sobreabundancia de comida artificial y la vida moderna "feed lot", el hacinamiento en ciudades contaminadas, enfermedades degenerativas en masa, confort endémico como máxima aspiración humana.

Muchas respuestas quedaron allá, y permanecen en lo profundo de aquellas cavernas.

El fuego fue el primero de nuestros dioses, y la naturaleza toda nuestro templo ancestral.

Todas las tardes que el cielo me lo permite, prendo un fuego y entro en comunión con ese lejanísimo primer homínido que supo dominarlo, y con la larga cadena de eslabones humanos que nos une desde entonces hasta hoy.

El fuego es el ritual primigenio, el más primal de todos los actos que nos hace humanos, animales humanos habitando esta tierra.

Porque el fuego transforma, transmuta lo que es, en otra cosa que ya no puede jamás volver a ser lo que fue. Es el dios montaraz, la  fuerza que transformó lo que éramos, en lo que fuimos hasta hoy.

Porque genéticamente seguimos siendo idénticos a esos antiguos abuelos intrépidos cazadores de la edad de piedra, pero habitando totalmente desorientados esta era espacial.

Jbv