domingo, 16 de enero de 2022

Ir y volver

 Salió temprano de madrugada, como un ladrón, dejando atrás casa, esposa, hijos y tareas ordinarias.


Buscó en lejanos viñedos el vino del despertar. Y solo encontró borrachera y resaca.

Halló misterio en la selva,

Aire puro y helado en la montaña,

Inmensa vastedad en la llanura, 

Y loca agitación en el mar.


Estudió todos los libros y practicó todos los rituales sagrados de los sacerdotes de los mil credos.


Mortificaciones y austeridades fueron sus vanidades,

Ayunos y muy concientes preparaciones alimenticias lo mantuvieron purificado y librado del pecado del mundo.


Sostuvo por largas jornadas las más santas posturas e hizo circular su álito vital por todos los meridianos de su cuerpo.


Pero esos lejanos viñedos lo embriagaron cada vez más. Y como un perro hambriento cada día buscó más desesperadamente el alimento que no podía sacarlo.


Agotado cruzó otra vez valles, desiertos y ríos. Visitó instructores y sabios maestros.


En el arroyo, mientras cruzaba con una barca vio el reflejo de su rostro, viejo, torturado, serio, solemne.


Al otro lado, un joven extraño ofrecía un agua nueva a quienes quisieran beberla. 

Era un agua que se bebía de los ojos de un niño.


Al pasar a su lado, algo de ese manantial cayó en sus labios y ya no tuvo sed. Volvió a cruzar el río, y al observarse se vió más fresco y su ceño ya no estaba fruncido.


Cada pisada de regreso era total, no había ya bruma de un ayer o un mañana en su mirar.


Ya en casa era como un niño, y al entrar comprendió que ese era su reino. Toda su familia aún dormía.


Su esposa lo encontró al despertar con una serena sonrisa, preparando el humilde desayuno de mate cocido y pan.

Los hijos fueron llegando a la mesa y besaban en la frente a su padre niño, y salieron a jugar.


Todo era absolutamente igual. Todo era observado por un Testigo completamente nuevo.

.

.

.

No hay comentarios:

Publicar un comentario