La verdadera comunicación es como un gran viaje, la pequeña comunicación, como uno de esos “tours” donde todo está prefijado y concluido de antemano, y solo se trata de ir tachando de una lista los ítems obligados.
En este tipo de comunicación turística la psiquis no se mueve un ápice de su punto de encaje, y al final, es como ni siquiera haber salido de casa.
La Gran Comunicación es un viaje en el que todo está librado al azar y el andariego se somete gustosamente a los designios del camino.
Donde se permite atravesar rutas internas y poco transitadas.
Con apertura y blandura, evitando la conclusión anticipada y la mecanicidad.
La flexibilidad ante lo desconocido lo mueve interiormente en el encuentro con el otro y con el paisaje exterior e interior de los demás.
No habrá descubrimiento de otras personas ni de uno mismo y no existirá comunicación real si mientras alguien habla yo estoy internamente esperando que se calle, porque ya he encontrado en mi archivo de convicciones y conclusiones lo que corresponde decir en esa ocasión.
Ante todo, ¡No inicies el viaje hacia el otro con una ruta prefijada!
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