domingo, 16 de enero de 2022

Los culpables

 


Cuando el mundo está amargado el culpable es la alegría.

Cuando el espíritu del mundo ha envejecido el culpable es la juventud.

Cuando el mundo enferma el culpable es todo aquel que exprese vitalidad.

Cuando la psiquis colectiva está aterrorizada se señala a todo lo que suponga el más mínimo riesgo, así sea puramente imaginario.

Cuando el mundo está preso en la cárcel de una convicción el culpable es quien ejerce la libertad de dudar y de estar confundido.

Cuando la violencia es lo que abunda en el aire, la falsa amabilidad y la cortesía de cartón abundan en las relaciones cercanas.


Nos han enseñado que siempre ha de haber alguien en la cruz para cargar con los pecados del mundo.


Sabemos que siempre habrá quien tire la primera piedra lleno de entusiasmo o encienda la hoguera hinchado de orgullo moral.


La sombra de la humanidad se expresa en cada pequeño gesto cotidiano hasta que la marea de sangre que Jung soñó se vuelve realidad y ya nada es capaz de detenerla.


Anoche soñé con dos amigos tristes, con piedras, inaudibles palabras de consuelo y una rara certeza de imposibilidad.

Una voz antigua me propuso ahondar en el silencio interior.


Mientras el enloquecedor engranaje de nuestros asuntos sigue su run run, busco en el movimiento de mi cuerpo, en el poder de las plantas, en las calandrias, en las nubes, en el río y en el viento el abrazo del Supremo y su callado consejo maternal.

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