jueves, 27 de enero de 2022

Susurros del Evangelio. Juan 1 1-34.

 



La palabra poderosa es aquella que por su densidad crea realidad.


Esa palabra que nace desde lo más hondo del tiempo y del silencio.


La consciencia siempre está ahí. Como un cielo cerrado de nubes esperando aclarar y ver quién sos en realidad.


“Después de mí viene un hombre que me precede, porque existía antes que yo”.


Este es el koan a resolver que lanzó el Bautista.


Tu verdadero Yo te precede, aunque no lo conozcas. Es anterior a todos nuestros yoes falsos que hemos ido edificado minuciosamente a lo largo de la vida.


El manso de Dios es previo al darse cuenta,

Es el camino al darse cuenta,

Y es quien somos tras habernos dado cuenta.


¡Solemos ser tan extraños para nosotros mismos!

Pero al sumergirme en el gran río de la purificación y al descender el Espíritu sobre mí, ese yo mismo a quien yo no conocía se me empieza a revelar. Él desarma todo y nazco a conocerme, a ser desde mi yo verdadero, sin esfuerzo, dejándolo ser, como agüita que se derrama de un jarro.


Somos las cañas del desierto,

Aquellos que allanan los caminos del yo real de cada uno, de ese al cual hoy no somos dignos de desatarle la correa de las sucias sandalias.


El agua espera. Hay que meterse.

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