Cuando nos disponemos al servicio de algo más grande, de algún propósito que trascienda a la pequeña vida que empieza y termina en uno mismo, se produce una gran fuerza liberadora.
Se puede centradamente observar que las cosas dejan de depender de nosotros, y entonces nos aborda una honda sensación de santísima irresponsabilidad frente a los asuntos que inquietan a todos.
Existe algo muy anterior a todas las cosas que reclama nuestras manos y ser vehículo de su voluntad, y no tiene nada que ver con lo que prefieras o rechaces.
Esperar pacientemente el momento de cumplir la orden tomando el mate de la despreocupación, sin mientras tanto entorpecer con delirantes iniciativas propias.
Hay una virtud en el no-hacer, muy despreciada por los hombres notables.
Pocos aman ese oscuro lugar,
Prefieren el ruido de las salas ministeriales y las altisonantes propuestas para salvar al mundo.
En el sombrío archivo reviso las palabras de los antiguos y me solazo en la quietud, simplemente a la espera del llamado a cumplir con mi ocaso, un fantástico viaje hacia el oeste de la vida.
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