domingo, 16 de enero de 2022

Los buenos y justos

 Un hastío capital por los que la tienen tan clara,

Temeroso por esos que andan siempre listos para una quema de brujas y herejes,

“Podrido de perros flacos que ladran pa no aburrirse a los volidos de un pájaro”, dijera el Pampa de Huanguelén…


Incapaz ya de oír a los que tienen pronta respuesta para todo y que jamás de los jamases aparentan desconcierto.


Su seguridad me encandila, y yo en mi insignificante y pequeña vida conservo el aspecto de un tonto e ignorante.


Los convencidos,

Los buenos y justos,

Los del lado correcto,

Los que la tienen sobradamente clara,

Los que tiran la primera piedra,

Los coherentes.


Mis pasos me conducen al silencioso retiro de las orillas y confieso mi total azoramiento por los vaivenes de los asuntos del mundo.


Con aspecto embobado permanezco en la sombra mientras observo como todos brillan, se confirman a sí mismos y se palmean mutuamente la espalda.


¿Tal vez en ese boliche de la esquina haya alguien despierto? ¡Sirva una ginebra tabernero!


¿Quizás encuentre a alguien apesadumbrado de dudas que quiera callarse un rato conmigo?


Puedo soportar igual las fuerzas antagónicas; cedo, como me han enseñado, y continúo mi tránsito por el sendero que un día tomé.


Me gustan las postas inciertas, los albergues pasajeros donde entre irresponsables nos entendemos y compartimos ese tecito santo que abre el corazón y disuelve toda dualidad.

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